Capítulo 6.2: Dejarlo atrás

68 13 8
                                    

Estoy en un gimnasio vacío y oscuro. Claramente estoy soñando. Parece el gimnasio de mi último año de secundaria en Italia. Una luz ilumina el aro de básquet y una pelota viene rodando hacia mí. La tomo, empiezo a picarla corriendo al aro y tiro a encestar. No acierto. Confirmado... estoy soñando... y es una pesadilla.

Cinnamon18 está en las gradas. Su imagen diseñada contrasta con la imagen realista de mi sueño. Le sonrío y ella me devuelve el gesto.

Luego ella aparece a mi espalda cubriéndome los ojos.

—Già sé que sei tú bella —le digo.

—¿Cómo sabés?

No le contesto. Los sueños son extraños. Ella ni reclama mi respuesta.

Pienso en besarla y ella se da cuenta. Me besa. Cierro los ojos.

Su cuerpo comienza a cambiar al tacto de mis manos. Empiezo a desvestirla. Creo que debería frenarme. Me pregunto cómo me atrevo a tanto, tan pronto y recuerdo que es un sueño.

Las personas en los sueños siempre parecen comprender perfectamente las situaciones más extrañas.

Abro los ojos y entiendo por qué cambiaba su cuerpo al tacto. Los colores de su diseño y la definición de su imagen se volvieron realistas.

—Come sei bella? —pregunto.

Su imagen cambia. Parece que pudiera ver sus facciones reales.

De pronto ya no estoy frente a Cinnamon18. Canela llena mis ojos.

Sacudo mi cabeza y deja de ser Canela. Quiero que lo sea.

—Canela —la llamo.

Todo cambia y ella ya no está. Hay una puerta frente a mí. Mi corazón la anhela. Necesito verla otra vez. Quiero que al menos en un sueño estemos juntos una vez más.

Abro la puerta con miedo de no encontrarla. Pero está ahí. Yace cubierta bajo las sábanas de una amplia cama. No conozco la habitación.

Quiero abrazarla sin reproches esta noche. Sólo pensándolo, se cumple. Estoy recostado a su lado de pronto.

Me incorporo y me inclino hacia ella.

—Canela... yo... te extraño tanto.

—¡Tano! —Se sobresalta y se incorpora a mi lado.

—Quiero abrazarte hasta que todo vuelva a ser como antes. Cuando me amabas.

Me contengo de tomarla entre mis brazos, pero coloco un mechón de su cabello tras su oreja. Busco su aprobación olvidando un momento que nada es real. Observo su rostro hermoso y fresco. Es un sueño, no parece haber estado durmiendo realmente.

—Milho —susurra aún incrédula. Luego me mira con la comprensión que sólo un sueño puede darle a las situaciones más inverosímiles. Y de pronto... está llorando, desnuda entre mis brazos.

Nos recostamos sobre muchas almohadas que nos mantienen incorporados.

—No, Cane, no llores... no hoy. Hoy seamos felices, seamos uno. Cumplamos nuestros deseos más secretos. Amémonos como cuando éramos chicos. Dejame amarte como lo hago en mis memorias, en el más guardado secreto de mi corazón, dónde sólo vos entraste años atrás y nadie más lo visitó desde que cerré sus puertas.

Me sorprendo a mí mismo confesando esto. Creía que era imposible que saliera aquello de mi boca, así fuera en un sueño. Aún sabiéndolo, no puedo conciliar la realidad con esta fantasía. Necesito justificarme con ella como si fuera verdad.

Confusiones virtualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora