Capítulo 17.2: Confesiones confusas

51 8 4
                                    

👔👔👔

Traicioné a Canela con Canela, y después usé a Canela, para olvidarme de Canela. Y es cuando sus palabras rozan el aire que me doy cuenta que mi sueño más anhelado, es también mi propia pesadilla.

—Cane... siempre estuviste en mis sueños. No podría volver a vivir la vida que llevaba lejos de vos. No quiero volver a vivir sin vos. Te amo mi amor. Sos mi sueño. Lo que más quería en el mundo, que Cinnamon18 fueras vos. Que vos fueras ella.

Estiro mi mano hacia ella, pero duda... Está confundida.

—Mi amor, te enamoraste también de mí... al menos dos veces...

¿O no?

Me mira aturdida.

—¿Dos veces? —duda y me clava una estaca.

—Hace once años, de un adolescente loco por vos. —Tomo sus manos y la miro con desesperación—. Y no sé cuánto hará de los seis años que compartimos, de un corazón que te esperaba cada día detrás de un cuerpo virtual —la miro con terror a que lo niegue—. ¿O no fue así?

—Fuiste capaz... sos capaz...

No completa el concepto, pero sé a qué se refiere.

Me muero si por un comportamiento platónico, intangible...

—Te amo Canela...

—Mientras te rechazaba en la oficina, también me seducías en el juego...

—Cane... te lo dije... estaba enamorado de otra... de vos...

Todo es muy confuso.

—Creía que nunca serías capaz de hacerlo con alguien más si me amabas a mí.

Me siento culpable de engañarla con ella misma. Es muy absurdo todo.

—No era alguien más.

—Cuando te dejé ir más lejos en el juego, frené tus avances en la vida real. Pero vos...

—Eras vos. Siempre fuiste vos porque nunca me enamoré de nadie más que no fueras vos.

—Pero no lo sabías... ¿Y si no era yo? Tu corazón estaría dividido, pero vivirías sabiendo que fuiste capaz de estar con otra cuando tu corazón era mío y de nadie más para tenerlo.

—No lo hagas otra vez...

—Ya sé... pero...

—Vos me engañaste con Stefano —la acuso a sabiendas de que aún no había pasado nada conmigo, ni conmigo. Con ninguno de los dos "yo".

Y por un momento me carcomen los celos al comprender que tal vez su amante, ese con el que iba y venía, con el que se peleaba y reconciliaba o sufría por su apatía, tal vez sí existía y era Stefano.

La sangre me hierve y me esfuerzo por dominar mi hombría herida y humillada que intenta tomar el control en un rapto de ira.

Me mira confundida.

—No puedo... necesito...

Se suelta de mis manos.

Se va. La sigo.

—No... —digo con voz firme y determinada—. Esta vez no vas a poder decirme que me rindo fácilmente. No te lo voy a permitir. Porque no lo voy a hacer. No me voy a cansar de decirte cuánto te amo y cuánto quiero que vengas a mí. Ya es demasiado tarde para arrepentirte. Deberías haberlo pensado antes de decirme que me querías y que ibas a ir con él, que era yo. Porque soy el mismo al que se lo dijiste. Vos me querés, eso no puede cambiar por una percepción parcial de lo que ocurrió entre nosotros.

Confusiones virtualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora