Capítulo 16.3: Disfraces

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Caminamos a la pista. Ella descalza y yo más embobado que la primera vez. Ese cuello suave me tiene loco. Quisiera besárselo todo a lo largo y seguir bajando hasta sus senos. Colgada de mi cuello ahora sí puedo sentirlos bien. No tiene nada que envidiarle al personaje. Tan firmes se apoyan suaves sobre mi camisa y se endurecen sus pezones con el roce de mis pectorales. Lo que provoca que yo me endurezca a la vez.

—Decime tu nombre —me las arreglo para preguntar y que me escuche.

—Creo que deberíamos vernos a la cara primero.

La miro entre mis brazos y dejo de moverme. Levanto mis manos a su velo y empiezo a descorrerlo lentamente. Con el casco levemente removido, sigo el borde del velo con mis labios, dejando un rastro de besos ascendentes desde los hombros y el cuello a lo largo de cada parte de piel que descubro.

Cuando llego a su mandíbula asciendo lentamente hasta la comisura de su boca y lamo la línea que forma hasta que se abre y la saboreo tan dulce, tan sexy. ¡Qué mujer más sensual! Sólo me faltaría haberla conocido desde que nací... un cosquilleo tan familiar como los que siento con... Canela...

Dios... que no me esté viendo o la pierdo definitivamente...

¿Qué estoy haciendo?

De pronto los celulares suenan uno tras otro y la gente comienza a recibir mensajes de video. Comienzan a cuchichear y reír.

Los láseres se detienen y lo único que se ve es un vídeo en simultáneo en cada pantalla del establecimiento.

Una voz en off se oye como fondo de las imágenes.

—El video que la prensa mundial buscó por cielo y tierra, y se terminó creyendo un mito, para todos ustedes.

👠👠👠

Se me desboca el corazón. Una voz familiar hace una amenaza y mi voz le responde.

—¿Cómo te atreves a desafiarme maldito rufián? Jamás obtendrás la crisálida que conseguí con tanto esfuerzo.

—Que robaste con tanto esfuerzo, dirás. Por eso preferí esperar a que hagas el trabajo por mí.

—Eres una desgracia para nuestra profesión.

—Yo soy la cúspide de nuestra profesión. Ladrón que roba a ladrón...

—Esta crisálida restaurará el balance de las fuerzas de las hadas sanadoras para que curen todos los niños que han enfermado de gravedad por su pérdida.

—¿Eso es lo que te han dicho incauta? La crisálida es lo que los ha mantenido enfermos por su mal utilización.

—¡Mientes!

Imágenes de un Milho, con diez años menos, peleando en todos los ángulos conmigo, también diez años menor. Salto de una cama y me cuelgo de su cuello con las piernas para tumbarlo. Se arroja al suelo. Las tomas editadas nos muestran en distintos ángulos con rostros adustos de luchadores.

El villano huye.

Es mi video. El video ganador del concurso. Busco a mi alrededor.

Milho consiguió el video cómo se lo pedí tantas veces y lo está exhibiendo.

Una nueva pelea en la costa y un forcejeo con un bolso me devuelven la atención a las imágenes. Una mochila. La mochila. Se me anuda la garganta. La moto que huye y dos delincuentes en una carrera espantosa.

—¿Qué me dices de eso, rufián? Nos han robado a los dos. ¡Debemos recuperar la crisálida del tiempo o todo lo que conocemos, como lo conocemos cesará de existir!

Confusiones virtualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora