Capítulo 1.2:Realidades paralelas

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¡Awww! Me despierto con las sábanas enredadas en los pies, un dolor de cabeza que me aturde y mi mano sobre un botón... de cuero... algo esponjoso ¡Ah!... es la chica de anoche. Miro la hora: las diez de la mañana. ¿Qué hace en mi cama todavía?... miro al piso y entiendo todo... la conductora duerme aún ahí... ¿o está desmayada? Anoche pernoctaron en casa. Una excepción de las pocas que hago. La del piso tomó demasiado a pesar de mis advertencias. No debía conducir en ese estado.

Me levanto con sumo sigilo para no despertarlas. Les voy a hacer el desayuno para que se vayan pronto y me dejen con mis demonios a solas. Nunca quiero que ellas deban soportarme en mi lamentable estado Milho post-partuza. No se merecen, después de haber compartido una noche de fiesta y placer, que las abrume con mis arrepentimientos arcaicos de otra vida, que arruiné por frágil.

Hago café y tostadas. Me encantaría compartir unos mates, pero las italianas no saben apreciar lo bueno. No veo la hora de volver a Argentina y compartir unos buenos mates acompañado de una conversación profunda con amigos y mis viejos.

Ayer fue un día muy largo. Stef-carade-ano quiere una reunión conmigo a pesar de haberle hecho saber que creo que arruinó la mejor idea de realidad virtual en el mundo. Y no es que no lo sepa. No fui sutil al dejarle saber mi opinión a través de Megan y Santiago. Los periodistas youtubers de juegos en red.

Es obvio que Stef-gr-ano está maquinando algún intríngulis para generar expectativa a su favor. Después de todo lo que dicen ésos dos de Canela y de mí...

¡Ay no! Así es como empieza mi miseria post-fiesta. Tengo que parar.

—¡Ragazze belle! —No me acuerdo los nombres ahora, pero siempre me encargo de saberlos bien para cuando se van y poder ubicarlas dentro de unos meses. Uno nunca sabe cuándo falló algún mecanismo de prevención y no pienso dejar ningún hijo mío librado a la conciencia de alguna chica inmadura.

—Milho! Amore mío. Sempre sei così amoroso, bello!

Sei un angelo.

—Ragazze, bevete il caffè. Avete passato una velata piaciuta? —Me aseguro que la hayan pasado bien—. Non voglio la distruzione della mia reputazione. —No hay persona en esta Tierra que no sepa que Milho es un amante generoso y pretendo que siga así.

Caro mío, molto divertente.

—¿Sólo divertida?

Non solamente divertente. Tu sai bene. Dami un bacio, amore.

Con lo que laburé con estas chicas. No podía ser menos que divertida y además... sumamente placentera.

Después de una despedida apropiada con intercambio de teléfonos y las debidas reiteraciones de que Milho nunca repite la noche con ninguna chica, prometo llamarlas como amigos que quedamos en ser. Ellas sabían mi metodología desde antes de venir a casa. Yo me encargué de que no tuvieran ninguna duda al respecto. La copié de uno de los antihéroes de las novelas románticas que leía a escondidas de chico para aprender a acariciar como se debía a una mujer. ¡Bah! A una en particular. Y aunque ya no es una única mujer, no me gusta tratarla como a cosas que no merecen respeto, ni ninguna explicación. Ellas saben que mi propósito es pasarla bien haciéndolas gozar a lo grande.

Me despiden con un beso a cada lado de mis mejillas, ambas a la vez. Me dejan claro que si quisiera repetir podría contactarlas en cualquier momento. Pero eso me vuelve a recordar a la única persona con la que siempre quise repetir y acá es dónde renace mi miseria post-partuza otra vez.

Confusiones virtualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora