No aguanto la espera. Prefiero entrar y concentrarme en nuestro mundo virtual.
Me calzo el traje y guantes, y me introduzco en el cuartito de realidad aumentada.
Para el ingreso, las esferas imantadas de realismo sensorial se reordenan en un sillón metálico.
Me siento y me calzo el casco y antiparras. Los usuarios conectados están hablando entre sí. Examino el listado de los jugadores. Parecen todas copias unos de otros. Lo peor es que se supone que son copias mías.
Me invaden recuerdos de la primera vez que me fijé en su nombre: Cinnamon18.
Hace seis años fue la prueba beta inicial. Solo unas cuantas decenas de jugadores.
Puteaba por los gráficos del menú, por la mágica sensación que tenía de que estaba asistiendo al evento más grande de los últimos tiempos y la desoladora comprensión de que yo no había podido formar parte en su construcción y que sólo estaba ahí porque Stefbaño quería enrostrarme su maravilloso y revolucionario éxito.
Allí estaba yo como un simple aficionado más entre los primeros lugares. Yo debería estar formando parte de los títulos. Creía que mi nombre atraería la atención.
—¡Ahh buehhh! ¡Esto se siente bien! —me dije entonces —. Estar en la versión beta de mi competidor y que empiecen a caer fanáticos míos. Jaja. Chupate esa Stef-teGustaEl-ano.
Eso fue al principio. Más tarde mis comentarios no eran de encanto.
—¡Qué bien! Ya no les alcanzan los números después de mi tan usurpado y antes único nombre. Ahora les tienen que agregar letras. Pronto será forzado usurpar mi nombre y agregar codificación de chapa patente automotriz.
Milho696, Milho1M35, MilhoXD siguieron a la lista.
Si tomaba el número de posición de cada participante y le restaba los tres que sólo tenían los nombres de otros gamers famosos, los cinco que llevaban el nombre de la compañía del juego y a mí, eran sesenta y siete usuarios que tenían alguna referencia a mí. Mi nombre, apodo, postre favorito, fecha de cumpleaños, mis supuestos números de la suerte, etcétera. Ya comenzaba a odiar las cosas que sí me gustaban de la lista.
Continuaban entrando más usuarios.
"Ingresando" se leía en cada nuevo puesto y luego aparecía un nombre.
—¡Genial!... Milhofan. Si se ponía Celofán habría sido mi compañero.
Por supuesto que mi nombre de usuario terminó siendo mi camuflaje perfecto. Pero me sentía un idiota entre todas esas personas que ponen su amor en alguien al que desconocen completamente, y que en ése momento los estaba puteando por su falta de personalidad.
Hasta que entró ella. Su nombre, por el orden alfabético, saltó al primer lugar de la lista: Cinnamon18. Una bocanada de aire fresco.
El impulso fue instantáneo. La llamé para formar equipo.
Vuelvo a mi realidad actual. Los usuarios ya son miles y los que más nos conocemos, somos los que colaboramos en las pruebas betas.
Sigo esperando y rechazando decenas de invitaciones para formar equipos. Eso me obligaría a esperarlos a que completen las misiones que yo ya completé con mi Cinnamon. ¡Carajo! Tal vez sí me pongo un poco posesivo.
Mi cabeza se cuelga en más recuerdos.
No me había aceptado entonces. No esa vez, no en las siguientes misiones ni en el lanzamiento del juego, sino hasta la prueba beta de la segunda parte. Cada vez que la veía entrar moría por estar en su grupo para saber cómo hablaba, de dónde era, por qué había elegido ese nombre.
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Confusiones virtuales
RomanceDesde que Milton D'angelo (Milho) se libró del programa de protección de testigos, permaneció en Italia donde su habilidad con la programación y diseño de juegos de realidad virtual lo han convertido en el favorito de los gametubers y de las revista...