Capítulo 6.3: Dejarlo atrás

52 8 9
                                    

Despierto con el casco puesto. Aún estoy en la realidad virtual dentro de altas paredes de ligustros. Me siento confundida. Estuve soñando, pero no recuerdo qué. Mi mente rebusca presintiendo que fue algo que debería tratar de recordar. Desde que, siendo todavía adolescente, me abochorné un día entero por haber tenido un sueño erótico con Milho y Damián (o ambos en uno), nunca más pude recordar mis sueños.

Debo tener algún trauma después de aquel día.

Pienso en lo último que hice en el juego. Viene a mi mente haber estado caminando de la mano del tano por el laberinto, cuando me soltó para juntar algo del suelo, y de pronto el arbusto gigante que formaba el pasillo, se lo tragó. Grité su nombre e intenté aferrarlo, pero ya no estaba. Caminé mucho tiempo, hasta que agotada me senté a pensar una salida.

Debo haberme dormido.

—¡Tano! —lo llamo.

Nada. Sólo aúlla el viento que corre por los pasillos.

Me saco el casco. Otra vez separados, cada uno por su cuenta para vencer los peligrosos encantamientos.

Una extraña sensación me incomoda. ¿Qué soñé?

Intento concentrarme pero nada viene a mi mente. Es una enorme laguna.

No importa. Fue un sueño.

Si bien no voy a encontrar al tano en el juego, pronto voy a verlo. Sólo tengo que bancarme a solas a Milhonguita y su arrogancia por dos laaargos días más y luego tendré al tano para que me ayude a soportarlo. ¿Cómo voy a hacer para mantener los rumores con Milho y ver al tano sin que me vean? No tengo idea. Paso a paso.

Escucho la puerta. Es Mika.

—¡Ya voy!

Me pongo la bata del hotel y le abro.

—¡Dale nena! Un día de estos te perdés el desayuno.

Entra como un torbellino y busca mi valija para sacarme ropa. Revuelve un poco y me da un pantalón y una camisa.

—¿No hiciste que desempaquen tu ropa? Está incluido en el servicio.

—No. Me siento una explotadora. A pesar que en otras épocas, esta gente ganaba mejor que yo.

Rebusca hasta encontrar unas sandalias coloridas, cómodas y delicadas, para las reuniones y presentaciones programadas.

Afortunadamente nada planificado con Milhonguita Voldemort ya que aún no inicia el proyecto. Hasta ahora es puro marketing de expectativa.

—Seguramente hoy en día ganan mejor que yo —dice distraídamente—. Matu me invitó a bailar anoche. La pasamos de diez. Hacía años que no me reía tanto. No pensé que fuera tan divertido. Se la pasó tirándome los perros. Estaba en modo "caza" absoluta. Decí que yo le paré un poco el carro y solamente lo dejé que me besara... contra una columna, y contra los sillones del reservado y contra la puerta del cuarto... pero no lo dejé pasar, porque está irresistible. —Habla sin parar—. Además ese corte de pelo que se hizo le queda increíble. Le deja las orejas al descubierto y ¡me dan unas ganas de mordisqueárselas! ¿Y vos?

—No, a mí no. No le vi las orejas.

—Dale, tonta. ¿Y vos qué hiciste?

Confusiones virtualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora