[05] "Cerrando la maldita puerta"

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—¿Serás el padrino de lazo?

Cara me volvió a hablar por teléfono, el mismo día. Al menos ya no la tendría como un mosquito todos los días jodiéndome con el tema.

—Sí —era como la cuarta vez que rodaba en la cama mientras hablaba por teléfono—. No sé qué quiere decir eso.

—Si no me falla mi poca experiencias en bodas —pensó un poco—, eres de los que colocan ese hilo con el cual estará seguro que estarán unidos para siempre.

—No es un hilo —le corregí—. Es un lazo.

—Como sea —sentí que rodaba los ojos—. La que importa es que te tocó algo súper empalagoso, ¿Qué es eso de 'el lazo que los unirá para siempre'? Mentiras de mierda.

—¿No crees en eso, Cara? —pregunté.

—No lo sé, Frank —se escuchó su voz un tanto diferente—. No importa, realmente.

Encogí los hombros aunque no pudiera verme.

Estuve hablando con ella un rato después, aunque nunca mencioné el hecho de que mi vecino, era hermano de Mikey y que aún no podía creerlo. Lo seguía sintiendo como una puñalada en la espalda, aunque no fue así.

[...]

Me despertó el timbre de mi casa.

Lo único bueno de  los domingos era que podía dormir lo que quisiese porque no tenía trabajo ese día. Pero el timbre me obligó a levantarme.

Miré el reloj de mi pequeño buró, eran las tres de la tarde. Tampoco era tan temprano. El timbre volvió a sonar.

—Maldita sea —me quejé mientras buscaba mis zapatos—. Ya voy —dije, como si el que estuviera tocando la puerta me fuera a oír.

Ya le había dicho a Cara mi papel en la jodida boda, ¿Qué más quería?

Abrí la puerta y el maldito sol fue lo primero que me recibió, junto con un perfume diferente que no me era para nada familiar. Traté de que mis ojos se acostumbraran a aquello que me había encandilado.

Y no era Cara. Ni mi mamá, ni nadie más. Era Gerard.

—Oh, Frank —sonrió algo apenado—. ¿Estabas dormido? Lo siento, de verdad, toqué el timbre como un desesperado.

Como estaba recién despierto no pude carburar correctamente y pensé '¿Qué está haciendo en mi puerta?' pero, luego recordé, y pensé que quizás quería ir a comprar los trajes el día de hoy. ¿Por qué el día de hoy? Era domingo.

—No me interesa ir a comprar los trajes hoy, de verdad —no me interesaba eso, ni hablar con él. Estaba decidido de cerrar la puerta, cuando Gerard puso el pie en la puerta evitando aquello.

—Espera, espera —su rostro mostró algo de dolor ya que estaba cerrando la puerta con mucha velocidad, debió haber dolido. Tampoco me importó. La abrí por completo de nuevo—. ¿Qué es lo que pasa entre nosotros dos? —preguntó, quitándose unos mechones que caían en su cara. Torcía demasiado la boca al hablar, demasiado a mi gusto.

—¿Por qué lo dices? —pregunté. ¿Que qué era lo que pasaba entre nosotros?

—No quiero sonar algo entrometido, pero siento que no te agrado.

—Tú deberías saberlo bien —yo no sabía si echarle las cosas en cara de esta manera era una buena idea, porque era probable que Gerard ni siquiera recordara algo de lo sucedido. Pero no importaba, ya lo estaba haciendo.

La cara de Gerard se llenó de sorpresa.

—Déjame decirte que de verdad no tengo idea —me dijo, intentando hacer que sonara de la mejor manera, pero todo lo que él hacía, para mí no era más que con malas intenciones. Era la imagen que tenía de él.

Be nice or go away. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora