—¿Estás nervioso? —era miércoles y Mikey y yo estábamos sentados en el comedor del trabajo, uno en frente del otro en esas mesitas ridículas que sin falta eran grises combinando con el resto del lugar.
El fin de semana se acercaba y eso significaba que la boda también. El tiempo había pasado bastante rápido y no quería imaginar cómo es que había sido para mi rubio amigo.
—Maldita sea, que sí, Frank —me respondió alterado. No lo culpé, porque el estrés y quizás yo haciendo esa pregunta estaban de más—. No es la primera vez que me lo preguntas, ¿O sí? —yo no recordaba haberla hecho antes, pero no quise mover más el asunto y me quedé callado.
Ambos seguimos comiendo en silencio.
Fuera del tema de la boda, hacía una semana y media que Cece había visitado mi casa, mi relación con ella era una decisión apresurada que no me arrepentía de haber tomado, volver a tener su compañía constante llenaba aquél vacío mío.
—No te lo había mencionado, pero —Mikey volvió a hablar, ahora su tono parecía más calmado que cuando me respondió casi a gritos—, el viernes necesito que vayas a casa de la hermana de Kristin —le dediqué una mirada de confusión.
—¿Por qué? —me limité a preguntar, con el miedo de que me fuera a gritar por ser tan estúpido y no saber a qué se refería.
—Es que decidimos hacer una cena antes —contestó—. Y también aprovechamos la reunión para que puedan tener más en claro lo que harán el día del evento ustedes los padrinos, algo así...
—Ah, está perfecto —acepté. Tampoco es como si tuviera opción.
—Perdón Frank —dijo, supuse que sería por lo de hace rato—, de verdad que estoy algo alterado, estresado y demás —me miró, con esperanza de que lo perdonara y entendiera.
—No te preocupes, hermano —le calmé, para que no sintiera que era como otro peso el disculparse—. Entiendo que estés tenso, por mí no te preocupes.
[...]
El día en el trabajo había sido como cualquier otro, llegando a mi casa estaba bastante cansado.
Abrí mi refrigerador con esperanza de que con abrirlo me inspirara para hacer algo de comer, o cualquier otra cosa. Pero realmente no, la inspiración no venía cuando abrías el refrigerador.
El timbre sonó. Me quejé suficientemente fuerte para el que sea que estuviera tocando la puerta pudiera escuchar que había interrumpido mi búsqueda de inspiración, no me importó quién hubiera timbrado.
—Ya voy —dije finalmente.
Me acerqué a la puerta y la abrí velozmente.
Me encontré la icónica cabellera roja que vivía en frente de mi casa y abrí los ojos sorprendido, nunca pensé que sería Gerard. Ahora fue cuando creí que el quejido había sido demás.
—Oh, hola, Gerard —saludé, tratando de actuar natural, ignorando el hecho que me había quejado de una manera inhumana hace unos segundos.
—Hola —Gerard saludó de vuelta y me sonrió.
Nos quedamos viendo unos segundos en silencio, viéndonos al rostro.
—¿Qué pasa?
—Oh, vine porque traía esto —sacó una mano que mantenía detrás de su espalda.
Me fije bien y eran unos cómics. Arriba de ellos sostenía una caja rectangular, mucho más pequeña y me lo extendió.
—Es para ti —dijo sin más. Los tomé con ambas manos sin entender muy bien el qué pasaba. Eran exactamente seis cómics dentro de su plástico celofán y alcancé a leer que decía en la parte de arriba 'The Umbrella Academy' y dibujos sensacionales de portada.
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Be nice or go away. [Frerard]
FanfictionEl vecino era todo un cretino. O eso es lo que mi experiencia con cretinos me decía. Aunque no sólo era experiencia, eran hechos, también. Una ex novia, diferentes puntos de vista, eventos próximos... Encontrármelo por accidente y saludar como si es...