[39] "Acordes"

321 39 153
                                    

—No —le corregí—. No presiones tanto los dedos, no suena bien por eso —me volví a acercar y le acomodé los dedos en el sitio correcto—. Así. Intenta.

Gerard tocó todas las cuerdas y sonó un poco mejor.

—¡Lo hice! —sonó un poco emocionado y no pude evitar reír por su reacción.

Estábamos en mi casa, de alguna manera. Era un sábado y para esa hora ambos ya habíamos salido de trabajar.

No tenía idea de como es que me había convencido a darle clases de guitarra. Al parecer si lo quería como novio, tenía que aceptar esta clase de cosas. No podía negarle unas clases de guitarra, por más que no hubiera tocado una en mucho tiempo. Recordaba un par de cosas, nada del otro mundo como acordes básicos y un pedazo de alguna que otra canción. Realmente mi conocimiento ahora era nulo al que tenía años atrás.

Sólo me había dedicado a no ver ninguna guitarra a más de un metro porque sabía que no era bueno para mí. Pero al parecer no tuve opción cuando un día entre la semana abrí la puerta y me encontré con Gerard con una guitarra en manos.

—Recordé que dijiste que sabías tocar guitarra —fue lo primero que me dijo—. Y recordé que tengo una ahí abandonada, porque realmente no sé nada —continuó. Luego me sonrió.

Entonces no tuve opción. No podía decirle que no.

Aparte, hacía mucho que no tocaba una, volver a hacerlo quizá no me hacía tan mal como lo pensaba. Sólo lo averiguaría de ésta manera.

Las cosas entre él y yo seguían casi igual, de no ser por el beso de la otra vez. Ninguno de los dos lo mencionó y quedó en el aire. No me molestaba que fuera un tema que quedara en el aire, mientras siguiéramos entre nosotros para nada incómodos y hablando como si nada, creo que no me molestaba. Quizás era porque estaba acostumbrado a ese tipo de relaciones. Realmente no sabía qué es lo que Gerard pensaba al respecto. Yo sólo sabía que le gustaba, pero sentía que no necesitaba nada más.

Incluso ser amigos con derechos no sonaba mal en mi cabeza.

Eso no importaba ahora, porque Gerard parecía contento con mi poca sabiduría en la guitarra, al parecer para él era suficiente y se sentía feliz de aunque sea poder hacer unos simples acordes como un mi menor.

—Eso suena asombroso —lo volvió a tocar—. Es genial —parecía un niño pequeño.

[...]

No sabía cuánto tiempo teníamos ahí. Sentía que no era un buen maestro de guitarra, por lo mismo que no recordaba casi nada y aparte la paciencia no era mi fuerte.

Puede ser que a Gerard se ocurrió que darle clases de guitarra era la mejor opción para pasar tiempo juntos sin que se viera demasiado forzado. La verdad no sé, pero empezaba a cansarme. Nada de ésto era mi especialidad.

—Esos no son los dedos, Gerard —le dije nuevamente, intentando mantener la calma y no rodar los ojos o quejarme más. Sentía que iba a terminar lastimándole con mi poca paciencia.

Es que era imposible. Habíamos estado casi toda la tarde repasando los mismos acordes y el chico no podía recordar la posición.

—Bueno, quizá si me ayudaras más podría recordarlo mejor —pareció leer mi mente.

Me tallé los ojos desesperado.

—No soy buen maestro —confesé tratando de sonar tranquilo—. Creí que ya te habías dado cuenta.

—Lo puedo ver —se burló un poco de mí—. Pero no te desesperes —me sonrió nuevamente—. El que tendría que desesperarse tendría que ser yo.

Be nice or go away. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora