[03] "¿Sabías quién...?"

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—¿Sabes quién se va a casar? —me eché en el sillón de mi amiga Cara.

Había pasado solamente un día de que Mikey me hubiera dado la noticia y ya le estaba chismeando a Cara, me sentía como toda una chica poniendo a su otra mejor amiga al tanto. 

Mi amiga ni siquiera hablaba con Mikey, a lo mejor se habían visto un par de veces gracias a mí, y lo más seguro es que a Cara no le fuera a importar, pero tenía que hacer algo de plática, simular que los sucesos en mi vida eran interesantes.

—Tú no —contestó, creyéndose muy graciosa. Se sentó en el sillón delantero al que yo estaba. Estaba comiendo algo parecido a pudín y no dejaba de atacar el pequeño vasito repetidas veces—. Es delicioso, ¿Quieres? Tengo más en el refrigerador —ignoró lo que iba a decir.

—No —fruncí un poco el ceño, era inevitable con el trato que solía recibir—. Déjame decirte aunque sea.

Rodó los ojos.

—Dime —hizo su mayor esfuerzo de parecer interesada.

—Mikey. Michael Way —hice una pausa para ver si reaccionaba de alguna manera, pero no hubo respuesta alguna—. ¿Lo recuerdas?

—¿Alto, rubio, serio y de lentes? —entrecerró los ojos y se metió la cuchara a la boca. Mikey actualmente casi no usaba sus lentes, pero sí, en algún momento los usó.

—Sí —sonreí inevitablemente al ver que le fue sencillo recordar.

—Woah —bajó rápidamente los costados de sus labios, algo impresionada—. Creí que con esa  actitud que se cargaba no se acercaría a una chica jamás.

—Es genial.

—Como sea —terminó de restarle importancia—. ¿Y qué más? ¿Es todo? ¿Estoy invitada? ¿Por qué me dices? —preguntó sin hacer pausa alguna, mientras volvió a bajar su mirada al vasito casi vacío.

—Pues nada más —me rasqué la cabeza—. Oh, ya sé. Seré padrino de la boda.

Ahí fue cuando Cara casi se ahoga con su maldito pudín y esa cuchara que no se sacaba nunca de la boca.

—¿Serás qué? —se sentó bien en el sillón, ya que su posición no estaba del todo bien—. ¿El padrino? Increíble —ya no sabía si sus palabras tenían sarcasmo o no, su tono de voz siempre era el mismo—. ¿Qué harás? Debe ser divertido verte absolutamente serio en un traje, ya sabes, en la boda y todo eso.

—No sé qué haré aún —dejé caer mi cabeza en el sillón.

—Pues cuando sepas me dices —se levantó del sillón a dejar su vasito con pudin ya inexistente en la cocina, junto con su cuchara que con suerte no se deshizo después de tanta saliva—. Quiero saber.

Levanté la cabeza algo asombrado.

—¿Ahora de verdad te importa? —reí bajo.

—Me importas de verdad.

Le miré a los ojos, con las cejas arriba. No era una expresión que mostrara impresión, más bien era como alguna clase de reto. Ella me sonrió de la misma manera y me guiñó un ojo.

—Siempre lo has hecho, Frankie —bromeó.

Parecía como si con ese comentario me hubiese obligado a reírme.

—Claro —negué con la cabeza mientras volví a echar mi cabeza en el sillón.

[...]

Había pasado aproximadamente una semana de la noticia de Mikey y las cosas avanzaron de la misma manera; seguía habiendo una taza menos en mi alacena, el sol me seguía dando en la cara todas las mañanas, la casa del vecino en frente (últimamente parecía intacta y callada, como si un fantasma viviera ahí) y entre otras cosas. 

Be nice or go away. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora