2. Ser humano

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Mi alarma sonó a las 7:00 a.m, he dormido unas 3 o 4 horas y estoy bastante bien. Me levanto de la cama aún adormecida, me dirijo a la cocina a prepararme un café bien cargado y mientras la cafetera se pone en marcha, me da tiempo a ponerme mi ropa de deporte, que se basaba en una camiseta grande de color rojo junto a unos leggins negros y mis zapatillas de deporte del mismo color.

Bajo a la cocina ya lista, cojo mi taza favorita y echo el café junto con un poco de leche y una tostada de mantequilla con mermelada de fresa.

—Esta mermelada me recuerda a la sangre. ¿Cómo será desayunar una tostada con sangre?-sonrío por mi macabra pregunta y finalmente termino de desayunar.

Salgo de casa con las llaves en mi bolsillo además de mi móvil y comienzo a correr al ritmo de la música. Tras llegar al parque al lado de mi casa, y dar unas cuantas vueltas al rededor de él, me puse a hacer otro tipo de ejercicios, hasta que me dí cuenta de que pasaron 3 horas desde que había empezado a hacer deporte. Tenía 30 minutos para llegar a mi casa, ducharme y volver a bajar y, por supuesto, no disponía del tiempo necesario, por lo que decidí mejorar mi entrenamiento cuerpo a cuerpo con un pobre árbol hasta que pasase el tiempo necesario.

Me dispuse a ir hacia la papelera donde había quedado con la madre. Mi paso era tranquilo y mi cabeza estaba alta, lo peor que puedes hacer en momentos así es mostrarte nervioso e impaciente, ya que con eso, lo único que consigues es levantar sospechas.

Llegué a la papelera y vi a la mujer esperando en el banco, seguramente para saber quien fue el que vengó a su hija. Llevaba una gran pamela que protegía su cabeza del sol y de las miradas indeseadas, además de unas gafas que escondían sus ojos, adornados con unas grandes ojeras y todavía rojos por las lágrimas. Aún no recuerdo cuando fue la última vez que ese líquido salado y cristalino salió sin permiso de mis ojos.

—¿Hace un buen día verdad?-le comenté sentándome al lado de ella.

—...—silencio es todo lo que hubo por su parte. Ella no paraba de mirar a los niños jugar en el parque.

—Ha sido un placer hacer negocios con usted-dije sin más. Me levanté, cogí la mochila de la papelera y me disponía a irme.

—E-espera—sonó una voz rota a mis espaldas—. ¿E-es usted la asesina a sueldo?-

—No-dije dándome la vuelta con una sonrisa—. Yo solo soy una intermediaria.

—Oh... ¿P-podría decirle a quien asesinó a esos tipos que estoy muy agradecida con ella? P-por favor.—su mirada era baja y su cuerpo estaba curvado, seguramente por el cansancio.

—Claro, yo se lo digo, no se preocupe. Mi más sincero pésame-incliné levemente mi cuerpo y sin nada más que decir me dirigí a mi casa.

Al llegar, dejé la mochila negra en mi habitación, me desnudé y me fui a la ducha. Abrí la manilla del agua caliente hasta que todo el baño se llenó de vapor y entré en ella. El agua estaba muy caliente, siempre preferí que la temperatura estuviese así, no me gustaba el agua templada, sin embargo en verano sí me gusta ducharme con agua fría, pero en pleno Enero no era buena idea.

Salí de la ducha y me puse un vaquero largo, una camiseta negra del grupo AC/DC y mi pelo suelto. La verdad era hora de cortarlo. No lo pensé más y me dirigí al salón para jugar un rato a algún videojuego. Empecé a las 11:15 a.m y ya eran las 14:30 p.m, me había pasado casi 4 horas jugando al Mortal Kombat X, pero claramente por muy realista que sea, no da la misma sensación que matar con tus propias manos. Fui a la cocina y puse a calentar algo de aceite, hoy para comer me hice un filete de ternera y unas patatas fritas con agua y una manzana.

Al terminar de fregar me dirigí a mi habitación a planear mi siguiente asesinato. Esta vez se trataba de dos adolescentes acusados de cometer dos crímenes contra un niño pequeño y un anciano. Las dos víctimas habían sido encontradas muertas, con la cabeza reventada y signos de maltrato físico que había durado días. Primero necesito una confesión, ya que solo son sospechosos, no hay pruebas contundentes por el estado en el que estaban los cadáveres.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora