40. Pasión

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—Vaya Eris, que callado te lo tenías—rió Angie .

—Por supuesto—dije con suficiencia.

—¡Eris!—gritó mi hermano mientras se acercaba amenazante.

—Oh no, ya empezamos—puse mi mano en mi frente.

—¿Cómo no me dijiste nada? Soy tu hermano, debes decirme TODO lo relacionado con ésto, si es que...

—Carter, tranquilo, hay algo más importante. ¿¡Como es que no me dices nada!? ¡Soy tu mejor amigo!—cortó Aldayr a mi hermano.

—Por esa regla de tres nosotras somos sus mejores amigas—saltaron Angie y Alba.

—¡Y yo su hermana pequeña!—añadió Luna.

—Y yo su entrenadora—se quejó Annie.

—¡Yo me la tiraba!—gritó Ares.

—¡A CALLAR!—ordené—. ¡Por el amor de Zeus! ¡Tengo 21 años! ¡Es mi vida! Y esto no es una competición. Además no sois mis padres—me crucé de brazos.

—Pero yo si—se acercó Joseph lentamente mientras se apoyaba en su bastón—. Y no quieras hacer mi trabajo jovencito—agarró a Carter de la oreja.

—¡Ay Ay Ay!—se quejó mi hermano causando mi risa.

—Bueno—los labios del anciano mostraron una sonrisa entrañable—. Me caes bien chico. Sin embargo...—en ese instante su rostro se volvió siniestro—. Como le hagas algo a mi niña, juro que el infierno te parecerá un paseo por el lago—Darien tragó saliva ante el repentino cambio de actitud de Joseph.

—Padre, soy mayorcita para defenderme sola—sonreí.

—Bueno, ¡Sigamos con la fiesta!—gritó Dalallo emocionado.

—Ya está el otro borracho perdido—se quejó Emilio.

—Ni que fuese tan raro—reímos todos.

—Ya, pero luego el que lo tiene que llevar a casa y aguantarlo soy yo.

—Ni que no te gustase lo que te hace—me burlé de él.

—Como lo sabes perra—me guiñó un ojo.

—Eris—escuché una voz masculina acercándose.

—¿Qué quieres Bill?—él solo me tendió la mano sin decir nada.

—Lo siento, por todo—su cara estaba afligida—. Siento no haber estado ahí para ti, y siento no haberte apoyado. En lugar de eso siempre he intentado sabotearte viendo solo mis propios intereses—su mirada estaba clavada en el piso como un niño que sabía que algo había hecho mal, y sin pensarlo mucho estreché su mano.

—Todos vemos nuestros propios intereses antes que los de los demás—sonreí.

—¿Tregua?

—Tregua.

—Aaaawww si es que eres tan monaaa—Pandora me agarró una mejilla y me la estiró como una abuelita.

—¡Alba! ¡Controla a tu hermana que ya está borracha!—me quejé.

—¡Perdón pero estoy ocupada ahora mismo!—dijo besando a Angie.

—¡Serás perra! ¡Ya basta!—le di una colleja a Pandora para que me soltase.

—Ayyy eres mala conmigo—se quejaba mientras se sobaba la zona del coscorrón.

—Hace un segundo decías que era mona—Bill me miraba divertido al contemplar tal escena.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora