17. Encerrada

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Me giré quedando frente a él, Ares era uno de los diez mejores agentes, rango Siete, experto en armas blancas y lucha cuerpo a cuerpo, alto, cuerpo bien formado, tez morena, ojos negros como la noche y pelo negro como el carbón, muchas mujeres de la agencia matarían por él.

—La agencia ha estado muy vacía sin los gritos de dolor de tus víctimas reina—susurra en mi oído.

—Lo sé—aparté su mano de mi cintura—. Tengo cosas que hacer ahora, ¿Porqué no te vas a tirarte a alguna de las secretarias? Babean por ti—salí de sótano seguida de él.

—¿Quién ha dicho que no lo he hecho ya?

—Entonces déjame tranquila—levanté mi cara, para mirarle a los ojos puesto que él era más alto que yo.

—Sabes que la fruta prohibida es lo más irresistible que hay en éste mundo lleno de pecado, mi manzana dorada—acarició mi mejilla.

—Primero, no soy tuya—aparté su mano de mi cara—. Y segundo, para alcanzar la fruta primero tiene que cultivar el árbol. ¡TÚ!—señalé a una chica que estaba sentada en una mesa de la primera planta—. Quiero que manden a alguien a la sala 2, que recojan el cadáver y limpien—la chica con cara asustada salió corriendo para informar al resto.

Me libré de Ares aprovechando que se quedó viendo el culo de la secretaria mientras se iba, eran las 16:00 p.m y no había comido, decidí ir a darme una ducha e ir a comer algo fuera. Subí hasta la planta 12 donde estaba mi oficina, la 616 y dejé mis cosas.

En la planta 1 estaban las duchas para los que usábamos las salas de tortura y los que entrenaban en el gimnasio de la 2° planta.

—Hola—saludé a Alba que ya estaba dentro. Alba, mi mejor amiga en la agencia, es muy mona, tiene ojos marrón chocolate, el pelo negro y una tez tan blanca como la mía, además es casi de mi misma estatura.

—Hola ¿Qué tal en la sala?

—Muy bien, pero me da pena quitar la sangre de mi piel—me saqué la ropa quedando completamente desnuda y abrí la ducha dejando que el agua caliente recorriera mi cuerpo.

—Fue genial la primera vez que saliste cubierta de sangre, a muchas de las secretarias casi les dio un infarto—ambas reímos al recordar ese acontecimiento.

—Estás aquí después del entrenamiento ¿No?

—Sí, escuché que saliste hecha una furia del despacho de Zero ¿Qué pasó?

—Que encima de tener que trabajar con Darien voy a tener que cuidar un crío con él.

—¿¡Estas embarazada!? ¡Te dije que usases protección!—le di una colleja.

—Claro que no estoy embarazada—le expliqué la situación.

Tras ducharnos y seguir hablando de temas sin importancia volví a la planta 12 y cogí mis cosas. Bajé para ir a una cafetería de fuera a comer algo, pero en medio del camino Carter me paró.

—¡Eris!—estoy jodida—. ¿Se puede saber que ha pasado? Zero está que se sube por las paredes y Darien te ha estado buscando toda la mañana.

—Carter, hermanito, bonito, maravilloso, esplendoroso, tengo hambre, estoy cansada y...—antes de poder seguir mi móvil suena—. Prece que tengo trabajo—dije enseñando mi móvil—. Al habla La Hija del Caos ¿A quien tendré el honor a asesinar?

—Hola—la voz era de una mujer joven, bastante asustada—. Me llamo Amalia Stain. Por favor sáqueme de aquí—la mujer estaba sollozando.

—Perdona pero no me dedico al salvamento.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora