43. Campo de Muerte

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Intenté detener el puño cerrado que se dirigía hacia mi rostro, pero aprovechando mi descuido undió el cuchillo que sustituía su mano en mi brazo.

—¡Eres una maldita perra!—bramó furioso.

—Tú fuiste quien mató a nuestro hijo—en ese momento golpeó mi cara y lo último que recuerdo es golpearme contra la esquina del escritorio volviéndose todo negro.

—Eris...—una voz femenina y delicada me llamaba desde la distancia—. Eris cariño despierta.

—¿Mamá?

—Si cielo, ven, ven con papá y conmigo—la voz estaba acompañada de un olor dulce que me atraía.

—Mamá... Espera mamá...

—¡ERIS!—en ese instante abrí los ojos y vi a Bill—. ¿Qué coño estás diciendo de mamá? ¡Estamos en una puta guerra!—y ahí volví en mi.

—¿Dónde están el resto?—me levanté al momento.

—Arriba, te vine a buscar y he traído esto—me mostró mis armas.

—Gracias—vendé mi brazo con una tela y salimos de la sala, para girar rápidamente  a la derecha. La habitación donde estaba Niccolo se encontraba entreabierta. Busqué la llave de la habitación encontrándola en mi bolsillo, por lo que le hice señas a Bill para que se pusiera en guardia, cogí mi pistola Glock y me dispuse a entrar al cuarto.

—Niccolo...—susurré. Todo estaba oscuro y en silencio, agudicé mi oído y localizaba una tercera respiración dentro. Sigilosamente me moví por el cuarto acercándome lentamente al dueño de esa brisa procediente del armario. Ordené a Bill que abriese el susodicho mueble y en cuanto lo hizo levanté mi arma—. ¡Nicco!—guardé mi arma al instante y corrí a abrazar al infante.

—¡Eris! Tuve mucho miedo—sollozaba en mis brazos.

—Shhh tranquilo, yo estoy contigo—le miré a los ojos—. ¿Quién entró aquí?

—No lo sé, estaba todo muy oscuro—hundió la mirada en sus zapatitos.

—No te preocupes, no pasa nada—besé su frente—. Ahora escúchame, este es Bill—señalé al hombre, quien se agachó sonriente a mi lado—. Es mi amigo, y te va a proteger ¿De acuerdo?

—Quiero ir contigo.

—Es muy peligroso, no quiero que te pase nada, él cuidará muy bien de ti. Te prometo que volveré—el niño un poco inseguro asintió con la cabeza—. Bien—volví a besar su frente y me puse en pie—. Bill, toma la llave, cierra desde dentro y por favor, te encargo lo que más quiero en este mundo.

—Lo protegeré con mi vida, te lo prometo—llevó su mano derecha hacia el corazón.

—Cuídate—dije antes de salir del cuarto.

Corrí por el pasillo lleno de cadáveres que probablemente Bill hubiese asesinado. Cuando por fin llegué a la salida me encontré con un campo de muerte, cuerpos de ambos bandos esparcidos por el suelo, sangre, heridos...

—¡Eris!—miré en dirección a la voz que me nombró y vi a Angie junto a Alba cargándose a unos cuantos en el momento justo en que una granada estalló a mi lado.

Mis oídos pitaban, mi vista se volvió borrosa en unos segundos, entre el caos distinguí el cuerpo muerto de Eros siendo defendido ferozmente por Ares, quien tenía lágrimas en los ojos.

—¡Eris!—de pronto Darien, salió de entre el humo y me ayudó a levantarme—. ¿Estas bien?

—Si. ¡Cuidado!—empujé a Darien hacia mi derecha y lancé el cuchillo en dirección a nuestros atacante dándole justo en la garganta.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora