6. Gato de Cheshire

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—¿Son ustedes los hijos de Joseph Martinelli?

—Así es—contestó Carter, yo no tenía fuerzas para pronunciar ni un fonema.

—Su padre se encuentra en cuidados intensivos, está estable pero no hay nada que asegure que salga de esta. Hemos hecho todo lo posible, ahora solo queda esperar. Si me disculpan—al terminar de hablar hizo una pequeña reverencia y salió hacia algún lugar del hospital.

—Carter...

—Escucha peque, todo saldrá bien...

—Quiero saber que pasó.

—Eris...

—Carter... Por favor—tras un suspiro accedió a contarme lo que pasó.

—Salí para hacer la compra como siempre. No pensé que pasaría nada, fueron 20 minutos fuera. Cu-cuando llegué, solo estaba la cristalera rota y-y Joseph detrás del mostrador con un—cogió aire—. Un tiro en el estómago. Llamé lo más rápido que pude a emergencias. Todo es mi culpa—Carter estaba a punto de llorar.

—No ha sido tu culpa. Carter escúchame—dije poniendo mis manos en sus mejillas, obligándolo a que me mirase a los ojos—. Nada de ésto es culpa tuya, tu no sabías que iba a pasar esto.

—Gracias—me abrazó otra vez hasta que yo me separé.

—Ahora quédate con él, debes estar ahí para cuando despierte.

—¿A donde vas?

—Hay cámaras de seguridad, voy a ver quien cojones ha hecho esto.

—Eris, no hagas ninguna tontería.

—Voy a hacer justicia Carter.

Y sin más que decir, salí del hospital en dirección a la tienda de antigüedades. Mi expresión era calmada, pero por dentro toda mi rabia estaba apunto de salir en cuanto encontrase a quien le hizo esto a Joseph.

Nada más llegar, había un cordón policial, el cual no me costó saltar, entrando por la puerta principal. Las películas de las cámaras estaban detrás del mostrador, por lo que las cogí y me fui a mi casa para revisarlas.

Al poner las cintas y darles un poco hacia delante encontré lo que quería. El muy gilipollas debió pensar que no habría cámaras de seguridad por ser una tienda no muy frecuentada y no se cubrió la cara.

Ese cabrón era un chico rubio de ojos marrones, muy delgado. Según parece entró a la tienda apuntó, a Joseph y al ver que este se resistía le disparó y cogió el dinero directamente de la caja. Introduje las características en la base de datos de la agencia, gracias a que Carter me dejaba usar su usuario.

—Muy interesante—el chico se llamaba Héctor Reville, 26 años, no trabaja y dejó los estudios en la secundaria, eso explica muchas cosas. Asesinó a su hermano de 8 años a los 16, y sus padres lo llevaron a un reformatorio del cual salió a los 18 y estuvo en la cárcel hasta hace dos años, a partir de ahí todo fueron robos a mano armada a pequeños establecimientos.

Sin perder tiempo me cambié, me maquillé y me puse un vestido negro corto con bastante escote, dejando poco a la imaginación , la manera más fácil de acercarme a ese idiota era pareciendo una de las mujerzuelas que frecuentaba. Cogí un bolso grande donde llevaba cuerdas, esposas y dos cuchillos. Salí hacia la avenida New Street donde ese hijo de puta vivía de ocupa en una de las casas abandonadas.

Este sería mi segundo asesinato del día, mi récord fue cuando estaba en la agencia, fueron 10 hombres en 8 minutos. Nada más llegar, me paré en frente de la casa y llamé a la puerta. En no mucho tiempo el chico salió en calzoncillos. ¡Viva la educación!

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora