27. Pesadilla

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Abrí mis ojos lentamente para darme cuenta de que no estaba en mi cama, me encontraba atada a una silla de pies y manos, todo estaba oscuro y húmedo, parecía ser un sótano. Intenté desatarme en vano, hasta que una puerta se abrió y entró por ella un hombre alto, de ojos verdes amarillentos, moreno, con diversos tatuajes por el cuerpo y sin una mano.

—Hola Eris—su voz tétrica resonó por todo el lugar—. ¿Me echabas de menos?—sonrió mostrando sus dientes amarillentos.

—Alastor...—escupí su nombre con asco—. ¡SUÉLTAME!—me removí en la silla intentando zafarme—. Esto debe ser una pesadilla, sí, tiene que serlo, ahora me despertaré en mi cama.—las cuerdas comenzaban a dañarme las muñecas por la fricción.

—Tranquila bonita. ¿Porqué tanta prisa? Tengo un regalo para ti. ¡QUE ENTREN!—exclamó, y acto seguido entraron dos hombres con Darien y Niccolo atados y amordazados—. Oohh que maravilla, la familia reunida.

—¡Suéltalos! ¡Ellos no tienen nada que ver!—intenté desatarme desesperadamente.

—Son importantes para ti, eso ya les hace entrar en el juego—rió desquiciadamente.

—Eris...—sollozó Niccolo.

—Sshhh tranquilo, todo va a salir bien—le miré al borde del llanto.

—Oohh que escena tan enternecedora—se acercó a mi—. Nosotros también podríamos haber sido una familia—dijo acariciando mi vientre.

—¡Suéltala!—Darien intentó levantarse y al momento sonó un disparo.

—¡DARIEN!—grité con lágrimas en los ojos al ver el cuerpo de mi compañero muerto en el suelo.

—Siempre te acordarás de mí quieras o no—volvió a pasar su mano justo donde tenía una gran cicatriz. Miró al niño y apuntó.

—¡NO! ¡NO! TE LO SUPLICO NO—se escuchó un disparo a la distancia.

—¡ERIS!—me incorporé confusa con lágrimas en mis ojos, estaba en mi cama, con Darien a mi lado mirándome con preocupación.

—Darien...—le miré a los ojos y le abracé.

—Sshhh, tranquila, tranquila, fue solo una pesadilla—acariciaba mi espalda delicadamente mientras mi respiración se iba calmando poco a poco.

—Perdón por despertarte—le dije más tranquila.

—No te preocupes por eso—nos separamos—. ¿Estás mejor?

—Si, gracias—miré la hora y eran las 3:52 a.m, pero ya no podía dormir más.

Dejé que Darien siguiese durmiendo y yo me fui al salón, encendí la televisión y puse la película "Salvar al soldado Ryan" una de mis favoritas. Bajé el volumen de la tele para no molestar y me puse a verla, Ron se subió a mi regazo y comencé a acariciarlo, él sabía que en ese momento seguía algo alterada, e inconscientemente llevé mi mano hacia la cicatriz de mi vientre que algún día me hizo ese desgraciado. Por suerte Lizzy pudo salvarme gracias a sus remedios.

Pasaron las horas y por fin eran las 8:00 a.m necesitaba entrenar para despejarme y de paso mejoraría mi técnica con Annie en la agencia. Me dirigí hacia el cuarto de Niccolo y le desperté suavemente.

—Nicco—susurré—. Arriba dormilón, hoy tienes las clases con Luna—ya que Niccolo no iba a la escuela, Luna se ofreció a darle clases mientras Darien y yo teníamos trabajos o entrenamiento.

—Cinco minutos más—se revolvió adormilado y tapó su cabeza con las sábanas.

—Venga vamos—le destapé—. ¿No querrás perderte los entrenamientos después de clase no?—me crucé de brazos.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora