14. Sabes bien

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—Yo no tengo ninguno, aunque me gustaría hacerme algo.

—¡¡¡Puedo hacerlo yo!!!—levanté la mano entusiasmada.

—¡NO!—gritaron ambos.

—¿Porqueee?

—Primero, porque no me fío de ti—me señaló Darien.

—Tsss. Que mierda de compañero voy a tener que ni siquiera confía en mí—dije cruzándome de brazos e hinchando mis mofletes.

—Y segundo—continuó Carter—. No sabes usar una máquina de tatuajes.

—Ñeeee detalles—agité mi mano restando importancia—. Bueno...—me puse de pié y un dolor punzante inundó la parte baja de mi vientre, a lo que se le sumó la sensación de un líquido bajar por mis zonas íntimas—. C-Carter que día es hoy—intenté pasar lo más desapercibida posible.

—Jueves—dijo tras revisar su teléfono.

—De número melón.

—Ah, pues 24—mierda, mierda y más mierda.

—B-bueno pues va a ser mejor que me vaya a casa...

—Si, nosotros también—dijo Carter yendo hacia su moto.

—Oye ¿Porqué me sigues?—pregunté girándome hacia Darien.

—¿Tu hermano y Zero no te han dicho nada?—lo miré confusa—. Me echaron de mi antigua casa y al ser tu nuevo compañero me dijeron que podría vivir contigo.

Me sorprendí por sus palabras y juro que habría parecido una tetera si llegase a echar humo por las orejas. Vi a Carter arrancar en la distancia con una expresión burlona tras el casco.

—¡¡CARTER!! ¡¡MALDITO TRAIDOR HIJO DE MIL HIENAS VUELVE AQUÍ!!—comencé a correr hacia él pero ya había arrancado la moto y se había largado.

—¡JODER!—grité pateando una piedra.

—Veenga mujer, no será tan malo—dice pasando su brazo por mis hombros—. Además podemos divertirnos—me miró con cara de pervertido.

—Primero—cogí su brazo y lo puse detrás de su espalda—. Nada de contacto físico—lo solté—. Y segundo ¡MI techo, MIS normas!—recalqué las dos palabras y el dolor volvió.

Empecé a caminar con Darién detrás, yo intentaba no dar muestras de dolor, pero por dentro me moría. El parque estaba a unos 10 min andando de mi casa, los 10 minutos más largos de mi vida, al menos Darién iba con la boca cerrada.

Tras un buen trayecto a ritmo rápido conseguimos llegar. Pasé la llave por la cerradura y abrí la puerta.

—Oye se deja pasar primero a los invitados—dijo Darien antes de que yo entrase.

¿Es en serio? Llevábamos todo el trayecto en silencio, lo cual me alegraba, la verdad y tiene que abrir la boca para soltar estupideces. ¡Es mi casa y hago lo que quiero! Aunque pensándolo bien... Una sonrisa maliciosa salió de mi boca.

—Por supuesto, adelante—dije haciéndome a un lado.

—¿Porqué está todo tan oscuro?

—No nos gusta la luz—contesté cerrando la puerta dejando todo en penumbra.

—¿Nos? Carter me dijo que vivías sol....AAAAAAAAAAAAHHHHH—no terminó la frase y lazó un grito de miedo total—. A-Ahí hay u-unos ojos—señaló a dos esferas brillantes que nos observaban desde la oscuridad.

—Es Ronald.

—¿Ronald?

—Mi demonio personal—susurré en su oído provocándole un escalofrío de pavor.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora