30. Alastor

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* Sugiero reproducir la música para una lectura más agradable*
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Darien me miraba atento, sin embargo, yo no sabía por donde empezar, así que tomé aire y comencé a narrar mi pasado, mientras los recuerdos venían a mi como una ola que arrastraba una frágil barca al fondo del más oscuro abismo.

—Alastor, era uno de los mejores agentes de la agencia, era de rango Dos cuando le conocí...—y sin yo quererlo mi mente voló entre mis recuerdos.

Aunque él era nueve años mayor que yo, en cuanto le vi por primera vez me quedé totalmente embobada con sus ojos verdes como esmeraldas y su pelo marrón como el chocolate, además de su cuerpo tatuado casi en su totalidad.

Cuando me lo asignaron como compañero él tenía 25 y yo 16, era experto en todo tipo de armas y lucha cuerpo a cuerpo. Ambos fuimos un gran equipo durante dos años, en los cuales comenzamos a acostarnos e incluso salíamos juntos en secreto.

Era increíble, yo estaba como en una nube, me cuidaba, era tierno y cariñoso y me enseñó muchas cosas de las que sé ahora. Un día, tras esos dos años de relación, me enteré por Lizz de que estaba embarazada en una de las pruebas médicas, al principio temí porque me rechazase, pero todo lo contrario, me pidió que me casase con el, yo tenía 18 años y él 27, pero no nos importaba.

Todo fue un cuento de hadas hasta seis meses después, mi embarazo se estaba notando, y me preocupaba que alguien se enterase de ello. Por aquel entonces solo lo sabían Lizz, Alastor y Zero, pero este último quería que abortase.

Un día noté a mi prometido cambiado, no era el mismo Alastor que había conocido, sus ojos parecían haber perdido su brillo y su actitud conmigo comenzó a decaer, ya no era tierno ni amable, se había convertido en una bestia, hasta que me lo contó todo.

—Eris—me abordó en casa—. Vamos a montar una revolución contra Zero—dijo serio.

—¿¡Que?! ¡¿Estás loco?!

—No, yo y más agentes estamos hartos de él, lo mataremos en dos días—se giró dándome la espalda.

—¡No puedes hacer eso!—un ardor se hizo presente en mi mejilla y yo caí al suelo. Ese fue el primer golpe de muchos.

—NI SE TE OCURRA DARME ORDENES A MÍ—gritó. Yo me sentía indefensa, no sabía que hacer. Con mi hijo dentro de mis entrañas no podía defenderme y no me arriesgaría a que le pasase nada—. ¡ÉL QUIERE MATAR A NUESTRO HIJO Y TU LE DEFIENDES!

—L-lo siento—susurré sollozando, abrazando mi vientre.

Sin decir nada más salió de la casa a paso rápido. No podía permitir que pasase eso, aunque solo hacía un año de la muerte de Aria y odiaba a Zero con toda mi alma, no dejaba de ser el hombre que alguna vez me sacó de la miseria en la que vivía y me dio una familia.

Me levanté con dificultad y cogí mi móvil para llamarle. Los dos días siguientes fingí apoyar a Alastor, no debía saber que lo traicionaría, hasta que llegó ese día que detesto con toda mi alma.

Estaba en mi oficina cuando se escucharon varios disparos y gritos. Salí a ver que pasaba y vi a mi prometido junto a otros antiguos agentes con armas en la agencia, amenazando a todo el personal. Corrí sin que me viese al despacho donde estaba Zero y me encerré con él.

El plan era sencillo, Samuel estaba en el edificio de enfrente con su fusil francotirador y en cuanto Alastor estuviese a tiro, le mataría. Yo estaba aterrorizada y Zero se encontraba justo delante de mi, en ese tiempo aún no estaba en silla de ruedas.

El silencio reinó durante unos minutos, la tensión se podía cortar con un cuchillo y en ese momento alguien derribó la puerta. Se escuchó el tiro de Samuel y un cuerpo cayó al suelo, en ese momento vimos a Nora, una agente revolucionaria de parte de Alastor, tenia un tiro limpio en la frente y en ese segundo todo se comenzó a llenar de humo.

—¡Eris!—gritó Zero tosiendo, tratando de encontraron.

—¡Zero! Donde... Aaaaahhh—alguien me agarró y me sacó de la oficina bruscamente obligándome a arrodillarme.

—Maldita zorra, ¿Te creías que ibas a engañarme?—Alastor me abofeteó—. Estúpido idiota, eres patético protegiendo a ésta perra—rió cuando obligaron a Zero a arrodillarse a mi lado.

—No le hables así a la madre de tu hijo—le hizo frente.

—No vengas ahora de valiente—le dio una patada en el estómago.

Alastor se pasó pegando y torturando a Zero durante unos veinte minutos hasta que sonó un disparo y uno de los rebeldes cayó muerto. Eran los refuerzos, uno a uno todos fueron cayendo hasta solo quedar él vivo.

—No...¡NO!—sacó un cuchillo de su espalda y lo lanzó. Annie cogió su katana cortando su mano, acto seguido se escuchó un disparo y el cuerpo de Alastor quedó inerte en el suelo rodeado en un gran charco de sangre.

—¡ERIS!—Lizz vino corriendo hacia mí.

—Lizz...—susurré, sentía frío en mi estómago y un dolor punzante, bajé la mirada y ahí estaba, el cuchillo que lanzó Alastor, incrustado en mi vientre, donde debería estar mi bebé.

Las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos y me desmayé. Al despertar estaba en el hospital, Lizz y Zero estaban a mi lado mirándome con tristeza. Observé mi vientre nuevamente plano y Lizz negó con la cabeza. En ese momento un grito desgarrador surgió desde lo más profundo de mi garganta. Ese día todos perdimos algo, yo había perdido a mi hijo y Zero había quedado confinado en una silla de ruedas para siempre por la tortura a la que lo sometieron.

Poco después me enteré de Alastor no había muerto y había conseguido escapar del hospital.

—Desde ese momento prometí venganza, si lo volvía a ver, le haría sufrir todo el dolor que pasé yo con la muerte de mi hijo—mis ojos estaban clavados en los orbes grises de Darien, y una lágrima cristalina corrió sin permiso por mi mejilla.

Inconscientemente llevé mi mano a mi vientre, acariciando mi cicatriz con delicadeza, y sin decir nada Darien solo me abrazó, era todo lo que necesitaba, sin palabras vacías, un simple gesto fue suficiente para calmarme, en un silencio que gritaba a voces nuestra complicidad.

—Gracias por confiar en mi.—besó mi frente y acto seguido caí rendida en los brazos de Morfeo.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora