16. Tortura

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Salí hecha una furia del despacho de Zero hacia mi sala. No solo iba a tener que trabajar con Darien y hacer mi trabajo de asesina, sino que encima debía de hacer de niñera ¡YO NO SE CUIDAR NIÑOS! Es un milagro que cuide de mi misma como para meterme a un crío correteando por mi casa.

*5 minutos antes en el despacho de Zero*

—Por favor, sentaros—ambos hicimos caso, yo ya estaba harta.

—Ve al grano de una vez—exigí.

—Ahora que sois compañeros deberéis de hacer trabajos juntos.

—¡Guau! ¡Menuda noticia! ¿Puedo irme ya?—me estaba sacando de mis casillas.

—No, vuestro primer trabajo y el más importante es este—puso un informe encima de la mesa—. Deberéis cuidar y entrenar a este niño, llegará a la agencia en dos días...—ahí no aguanté más y me levanté sin dejarle decir nada más para salir dando un portazo.

* Tiempo actual*

Camino a paso rápido por los pasillos y bajo las plantas por las escaleras hasta llegar a la planta 10.

—¡PILOT!—grité para que el susodicho me oiga.

—Hola Eris—se quitó los auriculares y dejó la pistola que estaba limpiando en la mesa—. ¿Qué se te ofrece?

Pilot, su nombre era Sergio, pero me lo presentaron como Pilot, sí, como el boli, yo también lo pensé la primera vez y así se quedó. Es nuestro suministrador de armas, experto en armas de fuego y algo en armas blancas, él custodia todas las armas de la agencia.

—Necesito 4 cuchillos, un hierro para marcar, un revolver y te robo este zumo—dije cogiendo un zumo de limón de la mesa.

—Aquí tienes todo, y lo del zumo me lo vas a deber.

—Eres el mejor.

—Por supuesto—cogí las armas y le lancé un beso al aire mientras salía por la puerta.

Mikaela Rosetta, 23 años, trabaja para Ricardo Smith, uno de los cinco mejores narcotraficantes del país. Su banda se cargó a 8 de nuestros agentes en una redada, todos sus aliados fueron detenidos y posteriormente asesinados, pero él consiguió escapar y actualmente reclutó a nuevos miembros.

Tras leer el informe llego al sótano donde están las salas de tortura, en total hay 5. La primera es de Carter, la segunda mía, la tercera la ocupa Samuel, la cuarta Angie y Alba y por último la quinta mi queridísimo Ares, nótese el sarcasmo.

Entré en la sala al terminar de leer los archivos y vi a una mujer baja de tez morena, ojos oscuros y pelo rizo marrón, corto, atada a una silla en medio de la sala.

—¡Hola Holaa!—saludé animada a lo que ella de miró con asco—. Mi nombre es Eris. ¿Cómo te llamas?—dejé las cosas sobre la mesa y puse el hierro a calentar en un fuego improvisado—. ¿Te comió la lengua el gato?—me acerqué a ella mientras me miraba con odio y me escupió a la cara—. Oh pero que grosera ¿Tus padres no te enseñaron modales?—le di un puñetazo.

—Que te jodan zorra.

—¡Vaya, pero si sabes hablar!—la miré como si acabase de descubrir un nuevo espécimen—. Mira, podemos hacer esto por las buenas, o por las malas—por favor que diga por las malas, por favor que diga por las malas.

—Será por las malas.

—¡Genial!—sonreí. Me di la vuelta y cogí el hierro—. Vamos a veer... Primera pregunta. ¿Dónde tenéis la base de operaciones?

—Púdrete perra.

—Respuesta equivocada bonita.

—AAAAAAHHHH—gritó al sentir el hierro al rojo vivo sobre su pierna.

La hija del CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora