3: Los duendes no existen.

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Y... Lo dejó ir.

Sintió a Narein darle palmadas en la espalda, un suspiro resignado escapaba de sus labios y nuevas arcadas llegaron a él.

Agradecía que las clases no empezasen sino hasta dentro de una semana, sería vergonzoso que alguien les viera en esa situación...

Es decir, dos chicos, encerrados en un cubículo del baño, uno de rodillas frente al váter, otro sosteniéndole el cabello...

Torció el gesto, cubriendo su boca y alejando su rostro del inodoro, Narein le apartó el cabello de la frente y por un momento Allen se permitió ser todo lo gay posible por su mejor amigo.

—Algún día me acompañarás a una noche a la ciudad —el hindú arqueó una ceja—. Cariño, nadie me trata tan bien como tú.

Le guiñó un ojo con coquetería, como cada vez que quería algo de él y el menor sólo bufó.

—No digas tonterías, menos cuando luces tan lamentable —fingió un suspiro cansino y desvió la mirada—. Allerdo, querido, lo nuestro no funcionará jamás, yo... Yo... ¡Soy un cacahuate!

Turno de Walker para bufar, ¿qué manera de rechazarlo era esa? ¡Que falta de respeto, oye!

Ese maldito...

Estuvo por decir algo cuando el chico abrió la puerta y salió en dirección al lavamanos, el británico dudó un poco antes de levantarse, bajarle al váter y seguirle.

Se lavaron las manos, Narein se giró hacia Allen y sin mucho miramiento le aventó agua a la cara, lo obligó a hacer gárgaras con agua, luedo de eso le tendió una menta que guardaba casualmente en el bolsillo de su chaqueta y un paño para que secase su rostro.

Walker no tardó en tomarlo y seguir las silenciosas indicaciones.

Una vez listos, el muchacho tomó al albino de los hombros y le hizo encararle.

Sus ojos oscuros brillaban de manera peculiar, nuevamente Allen se sintió muy gay sólo por ese mocoso.

—No vuelvas a decirle a mi hermana que conduce como abuela —advirtió—. ¿Hemos aprendido la lección, Allerdo?

Asintió, un escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar la manera en que Miena había pisado el acelerador tras su infantil comentario.

Narein palmeó sus hombros y luego golpeó sus mejillas, sonrió.

—¿Cómo volverás a casa esta noche? —cuestionó intrigado— Ella no saldrá de clases hasta pasada la medianoche, ¿no?

—En realidad es el trabajo, saldrá de clases alrededor de las seis y a las siete inicia su turno —hizo una pausa, frunció el ceño—. Creo que me quedaré aquí por hoy, mañana debo buscar mis cosas y empezar a organizarme, realmente esto del inicio de clases es...

—Ya, lo entiendo —aunque no realmente, suspiró—. Sólo vayamos a ver a Sheryl, se supone que él me llevará a casa hoy, quizá podríamos darte...

—No. Muchas gracias, pero me niego —su rostro palideció—. ¡Nunca más subiré a un coche con ese demente!

Ni coche tenía el pobre...

Walker se encogió de hombros sin darle importancia y ambos salieron del baño, los pasillos del edificio central del internado eran anchos, estaban vacíos y había un nosequé en el ambiente que daba a aquella soledad un toque maléfico...

Maaaaaaléeeeeeeefiiiiiicoooooo.

Como en plan... ¡Hermano de Maléfica!

Muy bien.

Drama familiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora