40; Mejores amigos.

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Narein miró al chico frente a él, dando un largo sorbo a su Coca-Cola, sintiendo como poco a poco sus neuronas se suicidaban. ¿Culpa de la bebida? ¿De su compañero de habitación? Ninguno.

—La culpa es tuya —declaró, respondiendo al fin después de doce segundos de intenso juego mental—. ¿Qué estabas pensando cuando lo besaste? ¿Eres idiota o eres imbécil? No, olvídalo. Eres pendiocil.

—¿Eso es una palabra?

—Debería serlo, reclamaré los derechos y me encargaré de adjuntar una foto tuya para que las personas entiendan su significado.

Allen miró fijamente a su mejor amigo, cuestionándose las cursis palabras que le había dicho a Kanda días atrás. Se arrepentía, buscaría un nuevo mejor amigo, alguien que no se burlase de su desgracia.

Suspiró.

Era lunes, Kanda y él regresaron al internado nada más despertar. El resto del domingo e incluso esa mañana, ninguno dijo nada, evitando mirarse si era posible y se separaron en la habitación luego de dejar sus cosas, se sintieron tan incómodos que Yuu decidió darle el día libre y Allen no dudó en correr hacia Narein en busca de ayuda.

Tenían clase en la tarde, de todos modos, así que arrastró a su mejor amigo hacia un rincón de la cafetería mientras ignoraba las miradas que los demás le dedicaban. Incluso Wisely fue ignorado y ahora, comiendo un trozo de pastel, se encontraba junto al hindú mirándolo como quien mira a un imbécil.

Se le veía infeliz, la verdad.

—Narein, sé comprensivo con mi dolor y llora conmigo, no me presumas tu felicidad ante un futuro próspero como dueño de un término —protestó, haciendo pucheros como los haría un niño—. ¿Qué se supone que haga ahora?

—¿Desde cuándo te afecta tanto besar a alguien durante tu borrachera, maldito? —Wisely decidió intervenir, dando a relucir su mal humor al perder una apuesta— Cuando besaste a Narein hace un año te reíste en mi cara, cuando besaste a Dero hace dos te cuestionaste la existencia y con Nea hace tres...

—Quizá debería dejar el alcohol.

—Diecisiete años y ya diciendo eso —el castaño suspiró—. La humanidad está perdida. Ya no tendremos a un súper gobernante.

—Puedo seguir teniendo esclavos incluso si soy un alcohólico.

—Dejar el alcohol no es mala idea —decidió retomar el hindú, ignorando el último comentario de su amigo—. Como sea, lo que me parece verdaderamente curioso es cómo las cosas terminaron así.

—¿No te lo dije?

—Lo hiciste, eso es lo que me sorprende, pendiocil —rodó los ojos, Wis sonrió mirando la interacción entre ellos—. Kanda Yuu, tu eneamigo te salvó de cometer una estupidez, solo para casi caer contigo en eso mismo.

El rubor apareció ante la atenta mirada de la pareja dramática de dorama, Allen se sintió incómodo.

Se sintió juzgado y, por primera vez, le importó.

Se aclaró la garganta.

—Tenía algunas copas de más.

—Pero Kanda no.

Allen miró estupefacto a su primo, como si el maldito hecho no se le hubiera pasado nunca por la cabeza y... Bueno, en realidad era así.

Incluso narrando lo acontecido, sus amigos lo notaron mientras él se mortificaba con... No... ¡Espera, maldita sea!

—¿Qué de...?

—Allen Walker besó a Kanda Yuu por impulso mientras estaba 2% más idiota de lo normal —declaró Narein, robando un trozo del pastel de Wisely y mirando a su mejor amigo con indiferencia—. Y Kanda Yuu hizo todo más intenso estando en sus cinco sentidos... O, bueno, cuatro de cinco si tenemos en cuenta la hora.

Drama familiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora