31; Odio mutuo.

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¿Cuál era la lógica de todo eso? Allen solo quería ver el mundo arder y hundirse en la mierda, no entendía cómo es que la situación acabó así.

Suspiró.

Kanda le miró de reojo desde la cama de al lado, irritantemente divertido por su desgracia.

Walker se removió, torciendo su cuerpo en una postura antinatural que acabó por hacerlo caer de la cama. Gimió, presa del sufrimiento y el dolor. Al final, decidió sentarse en el suelo, arrastrarse hacia el otro lado de la habitación y dedicarle su mejor mirada lastimosa a su compañero.

Nuevamente, Yuu decidió ignorarlo. Una sonrisita bailaba en sus labios, claramente disfrutando de la desgracia ajena y sus pedidos de clemencia.

Él no iba a ceder.

—¿No puedes reconsiderarlo? —rogó, desechando su orgullo, así como Tyki le enseñó a lo largo de su relación con Lulu— Por favor, ten piedad de mí. Somos amigos, ¿no? ¿Qué tiene de malo que tenga conocimiento sobre tus secretos? ¡No es como si fuera a decirlo!

No funcionaba para su propósito y no era esa clase de chico, apreciaba los secretos incluso si eran de su enemigo jurado.

Además, Kanda era más un enemigo temporal que un verdadero némesis. ¡Su verdadero enemigo era Narein!

Mantén al enemigo tan cerca como puedas.

¡Como sea!

Yuu miró su teléfono, completamente concentrado en su lectura (o tanto como se podía, teniendo en cuenta que su atención se desviaba de tanto en tanto hacia el lamentable chico a su costado).

Allen solo deseaba subirse sobre él y  zarandearlo de tal manera que su cerebro se licuara.

Kanda tarareo, negándose a darle un poco de misericordia.

—No hay manera de estar seguros, además de que tus acciones merecen un castigo —Walker sintió el deseo de estrellar su cabeza contra el suelo al escuchar su tono alegre—. No importa nuestra "amistad", no puedo ser indulgente, Moyashi. Te lo mereces y lo sabes, además. ¿No estabas ansioso por visitar nuestra sala del Consejo? Es la única explicación para tu estupidez.

No iba a decirlo, pero quería llorar.

—Kanda, mi amado Kanda —lloriqueo, aferrándose al borde de la cama y mirando con un puchero al chico, quien nuevamente le miraba de reojo—. No quiero estar contigo, estamos juntos en la habitación todas las noches. ¡No soportaré la tensión de estar contigo todo el día!

Estaba seguro de que intentaría matarlo o suicidarse. De haber sabido que las cosas se tornarían de ese modo... Hubiera hecho que Wis lo hiciera.

¡Que sufra el maldito, por hacer sufrir al otro maldito!

Ah, mierda.

Suspiró, apoyando su barbilla en el colchón y sintiendo sus ojos cristalizarse. Era su última oportunidad, debía ser tan miserable como fuera posible.

¡Diez años de duro entrenamiento con Tyki no eran algo para tomarse a juego! ¡¡Si fallaba, entonces saltaría del tejado!!

Extrañaba a Nea, él siempre cedía cuando Allen llegaba al punto de llamarlo "mi amadísimo dios Nea".

—Tú, definitivamente no tienes dignidad —señaló Yuu, fallando en reprimir la sonrisa de sus labios, dejó de lado el teléfono y se giró para mirarlo—. No importa cuánto lo intentes, puedes llorar, gritar o llenarme de halagos empalagosos y mierda de esa en la que eres bueno. No funcionará, sabes demasiado y lo mejor es mantenerte vigilado.

Drama familiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora