39; «Él te gusta».

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Pasadas las 3.30am, con el alcohol en la sangre, podemos decir que nadie es racional. Ni siquiera con un mínimo de alcohol y en sobriedad.

Nadie es maldito racional a las 3.30am, ni en horas anteriores a las 14.30pm. Es como si viniera el Dios espagueti volador en un platillo flotante y vengara a todos sus hermanos devorados chupando el cerebro de la gente. Nada tiene sentido y la estupidez se multiplica por dos millones.

Señores, Allen es dos millones más estúpido de lo normal cuando está con Kanda Yuu. ¿Imaginan sumar dos millones más y que sea cuatro millones de veces estúpido junto al chico?

Yo sí.

Es por eso que allí estaban ellos, abriendo de un portazo la puerta de la mansión y arrastrándose mientras intentaban ser silenciosos en aquella mansión vacía, o por lo menos Yuu intentaba no hacer ruido, Allen Walker estalló de risa nada más entrar.

Kanda miró al chico que colgaba de su brazo, debía admitir que siempre tuvo la impresión de que acabarían así, pero no se quejaría. Mejor Walker que él, además, era totalmente su culpa.

¿No se había pasado gran parte de la noche recordándole que no tenía edad para beber y que, por ende, debería tener un poco de moderación?

Pero no. Allí estaba él, todo sonrisas y risas mientras coqueteaba con algunas personas en el bar al que le vio forzado a ir. Y entonces, mientras Kanda cumplía las expectativas de su descuidado compañero y le explicaba a "su nuevo amigo" que no eran una pareja "open mind" como creía; de reojo pudo ver cómo bebida tras bebida, las casi nulas inhibiciones de Allen desaparecían.

Para cuando quiso notarlo, tuvo que alejar a un apasionado chico de su idiota compañero. Fue bastante divertido intimidar a otros, la verdad. No se sentía así desde sus primeros años de secundaria.

Como sea, habiendo logrado el estúpido objetivo y notando la embriaguez de Walker, a Yuu se le hizo el momento perfecto de regresar y dormir. A él no le importaba particularmente el estar toda la noche sin descansar, pero conociendo al narcisista con el que vivía, sabía que las quejas le lloverian nada más el chico regresará a sus cinco.

Y entre las quejas, las posibilidades de resaca no eran escasas, quería evitar combinaciones fatales.

Así que, al no tener ni idea de dónde se estaba quedando el albino, Yuu vio factible el tirarlo en el sofá del salón. Obviamente, no contó con verse arrastrado y encontrarse cara a cara con el sonriente rostro de su compañero.

Con los ojos grises nublados por el alcohol, el cabello despeinado en un lío que él mismo causó debido a la exasperación de cargar con un borracho y el rostro ruborizado, Kanda se apuntó el decirle lo mal anfitrión que era.

Un anfitrión de mierda.

—Moyashi...

Más risas, Allen deslizó su mano en el brazo de Yuu, hasta el hombro de chico. Una sonrisa traviesa como de costumbre colgaba de sus labios, satisfecho de generar un estremecimiento en el joven sobre él.

Nunca lo entendió bien, su deseo de dominar a su compañero, generar reacciones y hacer cambiar el rostro malhumorado de Kanda Yuu.

Eso era todo lo que quería.

Rodeó el cuello del otro, tirando de él cuando lo notó preparado para alejarse y una de sus piernas colgó fuera del sofá, dando espacio al desconcertado Yuu de ponerse cómodo sobre él.

—Ese apodo es estúpido, ¿te lo he dicho? —antes de que su compañero pudiera responder, o reaccionar, Allen suspiró, mirando directo a los ojos del otro— Creo que comenzó a gustarme un poco.

Drama familiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora