2: ¡En mi vida volveré!

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Los odiaba.

LOS ODIABA MUCHO, JOOOOODEEEEER.

Más nunca, ¿me oyen? ¡Más nunca!

El albino sintió unas breves palmadas en la espalda y siguió sollozando, los demás pasajeros les miraban desconcertados mientras bajaban.

Ellos no se movieron.

—¿Mejor?

—Me quiero ir a mi casa —gimoteó mientras su compañero de asiento le acariciaba el cabello—. Odio toda esta maldita situación, ¡quiero a mi Manaaaaaaaaaaa!

—¿No querrás decir...?

Se enderezó, aparentemente más tranquilo y el pelirrojo le secó las lágrimas.

—Soy huérfano y viví hasta hace poco en una casa de acogida —explicó—. La persona encargada de mí se llama Mana.

El otro asintió, aparentemente acostumbrado a que la gente le contase su vida, palmeó su mejilla.

—Bueno, entonces no me meto en cómo quieras hablar —sonrió—. ¿Estás mejor? Si quieres puedo comprarte un boleto de avión para que regreses a...

—¡No! —se escandalizó— ¡En mi vida volveré con esos locos, mucho menos en estas máquinas infernales!

El pelirrojo sólo parpadeó, estaba bastante sacado de onda desde hacia alrededor de diez horas atrás, cuando despertó al sentir cómo alguien intentaba sacarle el hombro y es que aquel muchacho de extraña marca en la cara se había aferrado a él como si la vida le fuera en ello nada más despegar.

Y bueno...

No le molestaba, después de todo sus primeros viajes con el abuelo no habían sido los mejores y tenía un pequeño trauma también...

Es decir...

Bueno, sí.

Ese panda era un...

—¿Cómo planeas volver a casa? —frunció el ceño preocupado— Es tu primera vez en Japón, ¿no? Supongo que no tienes dónde ir...

Walker miró a los demás bajar, debatiendo dentro de sí mismo el qué hacer, las piernas le temblaban, seguía con el corazón en la boca y acababa de descubrir que le tenía pavor a los aviones...

Oh, Dios...

Miró a Mr. Rabbit (como bautizó a su compañero de asiento ante la falta de presentaciones debido a su llanto), el peculiar parche que portaba en uno de sus ojos le causaba cierta curiosidad, pero como le disgustaba que hicieran preguntas sobre su propia singularidad decidió ignorar su impulso de idiotez.

Procesó su pregunta.

Oh, Dios, nuevamente...

¡Ah!

—En realidad no es mi primera vez en Japón —comentó extrañado ante su nuevo descubrimiento—. Vine de vacaciones hace seis años con mi familia adoptiva...

Así que era culpa de ellos.

Recordaba ese viaje de manera vaga, algo sobre Nea y Marian, algo sobre aviones cayéndose y luego un desastre con cosas cayendo del techo del avión, mucha agua y Jasdero atrapado en el baño mientras Allen estaba oculto en una maleta que pertenecía a Tyki...

Se estremeció, todavía podía sentir el picor en sus brazos que le provocaron las cartas bañadas en polvo pica-pica, las plumas de ganso y algo que parecía un muñeco vudú de Sheryl con agujas en el corazón...

QUE MIEDO.

MÁS NUNCA, OYE.

¿Dónde estaba? ¡Ah, sí!

Drama familiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora