32; Un poco de Nea.

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Cross Marian no se sentía, ni se identificaba, como una buena persona. Contrario a ello, gozaba de la mala fama, el miedo y el ser el protagonista de las más horribles pesadillas para todos aquellos que se relacionaban con él.

Estaba viviendo bajo esa clase de ideales, así que claramente nunca estuvo entre sus prioridades ser un mejor ser humano ni mucho menos mejorar sus relaciones con los demás miembros del Clan. Entró en la familia con un objetivo hacia más de veinte años y, a día de hoy, seguía viviendo bajo ese único ideal.

Mantendría a Mana D. Campbell tan cómodo y feliz como le fuera posible. Si la oportunidad se daba, también podría matar a Nea, sobre Allen Walker... Pues... ¿Era el hijo que compartía con Mana?

Decidiría qué hacer con él cuando llegara el momento, viendo el lado positivo ya estaba en un internado. Solo tendría que alejar a Mana y distraerlo con otras cosas, seguramente un día podría olvidar la presencia de ese mocoso estúpido. Por ahora, simplemente se centraría en sus nuevos deberes y agregaría nombre a su lista de personas que parecían odiarlo (o temerle).

Si algo debería admitir Marian, es que después de todo su tiempo conviviendo con la familia de Mana, de alguna manera tenía un ligero sentimiento de reconocimiento para algunos de ellos.

Nea, por ejemplo, motivaba sus ganas de hacer uso del arma que Allen le regaló alguna vez. No lo mataría, por ahora, pero al menos ver a ese idiota rociado en pintura sería refrescante.

Otros ejemplos, claramente era Walker mismo y el mejor amigo del chico.

Con mocosos tan peculiares, debía admitir que se sentía un poco... Curioso, por el desarrollo que tendrían las próximas generaciones con líderes como esos. Porque no había dudas en su mente, del Clan Noé solo salían genios y cada uno de ellos (a excepción de Tyki, ese inútil) se dotaba del egocentrismo y un deseo de dominación mundial que no era ni sano, ni normal.

Por lo menos, Sheryl se limitó a oprimir un colectivo adolescente por petición de Tricia (quien tenía en cuenta el alcance real de su marido, así que limitó un poco la ansía de poder y desvió la atención a cosas más importantes, como la vida de sus hijos).

Dejando a los inútiles de lado, Cross se encontró a sí mismo un poco aturdido ante el repentino pedido del cual se encontraba siendo víctima. Y era una víctima, porque la persona que le hablaba era alguien a quien jamás diría que no... Por lo menos, no en un futuro próximo.

Mana lo miraba con aquellos ojos impíos, una mirada lo suficientemente pura y sin dobles intenciones como para hacer a cualquiera doblegarse a su voluntad al sentirse inferiores, pero nuevamente, del Clan Noé salían tiránicos y sádicos.

Aquella inocencia era una faceta de muchas y Cross Marian, con su alta autoestima y propio deseo de corrupción, jamás sucumbiría ante tan vil engaño tan obvio.

Sopló el humo de su cigarro antes de abandonarlo sobre el cenicero, miró nuevamente al hombre frente a él, sintiendo sus labios torcerse en una sonrisa sutil.

—¿Cuándo me convertí en un buen samaritano? —cuestionó, verdaderamente divertido ante la sola unión de su persona con tan inaudita palabra— ¿No sólo has soñado con eso? No te confundas, las cosas que hago por ti siempre tienen por objetivo el que regreses el favor.

El castaño apretó sus labios, sus ojos oscureciéndose en molestia y aquel semblante perpetuamente amable finalmente se agrieto.

Un suspiro cansado salió de aquellos labios, al tiempo en que Mana tomaba el cigarro abandonado y daba una calada profunda.

Marian sólo lo miró.

—Esto es por Allen —dijo al fin, tornándose siniestro en sus acciones mientras su expresión se tornaba ligeramente oscurecida—. También es por Nea.

—¿Y ese par me importa debido a...?

—Te pagaré.

—El dinero no sirve conmigo, lo sabes —el pelirrojo sonrió, burlándose tanto como le era posible—. Si quieres hacer un trato conmigo, sabes lo que quiero.

Mana no lo miró, sus ojos entrecerrados mientras pensaba en las abundantes propabilidades de salir impune tan pronto. ¿Cuánto había pasado desde el último favor? Sabía que dos de cada tres, él podría ganar en argumentos y había aprovechado ya sus oportunidades.

Era ceder o retroceder y esperar otra oportunidad. Llevaba huyendo del destino que le esperaba al lado de ese hombre veinte años, el tiempo suficiente como para hacer a cualquiera retroceder, pero él...

Mana D. Campbell tenía sobre sus hombros el orgullo de la familia, las responsabilidades de un primogénito y los deseos inconclusos de una generación anterior a él. Incluso cuando Katherina era partidaria de la paz y su felicidad, sus objetivos eran claros y su torpeza natural no era impedimento.

Pero eso, y la propuesta de aquel hombre eran cosas diferentes.

Incluso cuando las cosas se tornaba así, solo podía hallar una solución.

Con un largo suspiro, Mana Walker regresó a su faceta amable de siempre y, golpeando ligeramente el cigarro de regreso al cenicero, se levantó con movimiento calculados y tranquilos.

—Es una pena —comentó, usando su tono más dulce para hablar—. Realmente muy desafortunado, pero sea como sea, tengo que respetar tu decisión. Le diré a Road que no has querido ceder, seguro entenderá.

—Tú, en serio...

—No te preocupes —le restó importancia, palmeando además el hombro del otro hombre con una sonrisa en su rostro—, sé que en el fondo te preocupas y eres una buena persona. ¡Si quieres ayudar, siempre estaré dispuesto a recibirte!

Y sin más, se fue.

Marian lo miró sin inmutarse, conociendo bien las palabras no dichas tras todo ese discursito molesto; «Vendrás arrastrándote luego, entonces seré yo quien ría al último. Por ahora, solo mira la de tonterías que te perderás».

¿Quién demonios querría ser un participante activo en los dramas amorosos de Allen Walker y su mejor amigo? Mejor ni hablemos de la manera en que Nea estaba siendo invocado en el peor de los momentos. ¿Nadie apreciaba sus esfuerzos por mantener al hombre ocupado en otros asuntos? Era muy pronto para ver su estúpida cara.

Más, ahora que Allen Walker había regresado a la soltería. Se ha dicho que Marian ha adoptado al chico como su hijo en común con Mana, conociendo la mente del fenómeno cuyo nombre empezaba por N (y no era Narein), lo mejor era matarlo antes de que hiciera sus sueños realidad.

Nadie tenía un deseo dominante y posesivo más fuerte que él, incluso Cross admitía que se quitaba el sombrero ante el hombre. Sin importar lo joven que era, definitivamente era la única persona a la que reconocería como un superior en el ámbito.

Es por eso que Nea debe morir.

Sea como sea, Allen Walker debería ser un completo No-No para Nea D. Campbell, pero muy pocos expresaban su abierta opinión. Incluso la víctima del enfermo deseo del hermano de Nea, Allen, se mostraba reacio a dar comentarios al respecto, limitándose a fingir ignorancia y estupidez.

Cómo sea, no era su problema.

Drama familiar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora