Capítulo 1 ✔

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La suave brisa desordenaba mi cabello, pero aquello no me preocupaba. En contra de todo pronóstico, una pequeña sonrisa se había dibujado en mi rostro tras cerrar mis ojos, sintiendo como la tranquilidad me envolvía con cada paso que daba por la orilla de la playa. El sol había decidió que ya era hora de marcharse, por lo que en la lejanía podía contemplar el atardecer, con el cual brevemente lograba distraerme, ignorando la sensación de vacío en mi interior, aquella que se había arraigado a mí tras todo lo acontecido después de la final de la competencia donde los Sliders ganamos.

Era innegable y ya no había nada que pudiera hacer para evitarlo, Luna había conseguido todo aquello que había sido mío, e irónicamente, aunque él no había sido de mi propiedad porque no era un objeto, Simón iba incluido en la ecuación. Quizá se debía a que aún nos encontrábamos en Cancún, o a que ella aún no sabía lo que quería y se aferraba a él hasta poder descubrirlo, pero no había momento del día en que ellos no se encontrarán juntos. Patinando por la ciudad, en la playa, en la mansión; viviendo la que debería ser mi vida, pero sin la tristeza y la soledad. Porque cuando se trata de Luna, todos festejan, todos ríen y sonríen celebrando que ella resulto ser Sol Benson, aquello que no hicieron cuando pensaron que se trataba de mí.

Y a pesar de todo, de todas las mentiras dichas sobre mí, ni Alfredo ni Mónica o Miguel me han dado la espalda y aunque me siento agradecida, su afecto e interés en mí no me causa ni gracia. La única persona que necesito que este conmigo mostrándome su apoyo, no está y no sé si en algún momento la volveré a ver otra vez.

Resumidamente, la vida que con tanto empeño dibuje, sé desvaneció, dejando un lienzo manchado ante los colores desdibujados, un sinsentido; porque cuando te traicionan, te dan la espalda y te abandonan, no es fácil seguir, menos estando rota por dentro como yo lo estoy.

Ya no tengo una base en la cual apoyarme y fingir es realmente agotador, se vuelve una tortura cuando solo anhelo desaparecer, volverme diminuta y escabullirme. Pero no es fácil cuando no tienes adonde ir o un lugar donde llegar, es querer correr sabiendo que adelante no habrá un camino que seguir, es... estar atrapada.

Sacándome de mis pensamientos, mi celular comienza a sonar. Lo tomo del bolsillo trasero del short que estoy usando y cuando veo de quien se trata sonrió. Tal vez, aún queda algo bueno. A pesar de que mi acercamiento con Emilia solo consistía en vencer a los del Jam and Roller, ella no me ha dejado sola, ha estado conmigo tras la tormenta que termino de desdibujar lo poco que quedaba de mi vida perfecta. Supongo que ella se ha convertido en mi amiga, la única que tengo y por tanto, la mejor: alguien en quien puedo confiar, alguien que no me abandonará en mi peor momento y me ayudará a no dejarme caer.

—¿Dónde estás? —cuestiona Emilia cuando atiendo la llamada, siempre yendo directo al punto—. Estoy en la mansión, se supone que nos veríamos. ¿Lo olvidaste?

—El tiempo se me fue volando, pero ya voy llegando —Es mi respuesta antes de colgar y apresurar mis pasos, aun cuando no es sencillo caminar entre la arena con la rapidez con la que avanzo, pero sé que Emilia odia los retrasos y ya voy muy tarde, no quiero que termine marchándose antes de que llegué.

Estoy tan concentrada en el camino que no me detengo cuando me encuentro con alguien conocido, sus ojos se encuentran con los míos de una manera tan fugaz que posteriormente me pregunto si no lo imagine antes de regresar mi mirada al frente. Sin embargo, una risa que soy capaz de reconocer, ocasiona que me detenga y voltee regresando mi atención a Matteo, mi interrogante siendo evidente en mis ojos azules.

Aun así, él no dice nada y dirige su atención a algo o alguien detrás de mí, obligándome a seguir su mirada y entender lo que sucede. No fue mi imaginación, no imagine escuchar su risa porque él está ahí, a pocos metros de distancia junto a Luna, conversando y riendo seguramente de algo que ella ha dicho.

Pronto descubro que la razón de su risa, es la estatura de Luna, ya que mientras él sostiene los patines de ella sobre su cabeza, Luna intenta recuperarlos dando saltos a su alrededor.

Y como la masoquista que soy, permanezco con la mirada en ellos. Observándolos mirarse entre sonrisas, reír y jugar, simplemente disfrutando del momento. E inevitablemente, solo sucede, tontamente me imagino ocupando el lugar de Luna junto a él, siendo solo nosotros dos pero rápidamente me deshago de ese pensamiento, recordando las últimas palabras que él me dedico, aquellas que me aseguran que nada de lo que deseo sucederá.

Lo próximo que sé es que ambos se adentran al mar, Simón sujetando a Luna de la cintura hasta alzarla y dejarla sobre su hombro. Ella ríe a pesar de que él la deja caer en el agua, razón por la que al regresar a la superficie Luna se encarga de arrojarle agua. A Simón no parece molestarle aquello, ya que su expresión solo deja ver que le resulta divertido lo que sucede, por lo que termina imitando a Luna arrojándose agua mutuamente.

Estoy por retroceder y dejar de observar a la parejita divirtiéndose cuando irónicamente me paralizo ante lo siguiente que sucede. Simón se aproxima intentando detener a Luna, ella retrocede aun entre risas y resbala, pero Simón evita que caiga de manera brusca a pesar de que caer al agua no representa ninguna amenaza para ella. No obstante, no es su torpeza la que me hace quedarme inmóvil sino la cercanía que hay entre ambos, la distancia es mínima entre sus rostros.

Retengo mi respiración mientras noto que ninguno se aparta ni hace ademan de intentarlo, parecen muy concentrados el uno en el otro, lo que hace que mi corazón sienta que es apretujado.

Quiero moverme, quiero irme y no tener que seguir viendo como la poca distancia va desapareciendo pero solo soy capaz de permanecer con la mirada fija en su escena digna de película, de película romántica, aquella que ni en un millón de años yo podría protagonizar, porque no existen posibilidades entre Simón y yo, ya no.

Cuando ya no hay distancia que los separe, cierro mis ojos con fuerza, olvidando la tranquilidad que antes sentí al hacerlo y encontrándome con el dolor que me abraza con firmeza, porque sin importar que fue Luna quien termino de llevar sus labios a los de él, Simón no la aparto, no impidió que lo besará.

Cuando mis ojos se abren, solo es cuestión de segundos para que ellos se separen, pero eso no borra lo sucedido, no evita que me lastimé, porque saber que él ya dejo todo lo que paso entre nosotros atrás me rompe el corazón.

Y mi corazón roto duele tanto, pero tanto, que no soy capaz de registrar lo que sucede tras el beso debido a las lágrimas que obstruyen mi visión, razón por la que giro decidida a marcharme, volviéndome a encontrar con Matteo.

Limpio las lágrimas que escaparon de mis ojos y se deslizaron por mis mejillas, lo cual me permite observar como él luce tan destrozado como debo verme yo. Y es tan patético ver hasta dónde nos han traído nuestras decisiones, ver como escoger a las personas que creíamos correctas nos ha destruido más de lo que nos destruimos mutuamente.

Fuimos ingenuos, quisimos creer que podíamos lograr más de lo que siempre dijeron que podíamos tener y he aquí el resultado, ambos tenemos un corazón roto y tenemos que lidiar con ello cada uno por su lado, porque antes éramos uno, pero ya no queda nada de lo que fuimos.

Y ahora, no queda mucho intacto, y cuando te quedas con poco porque te han quitado mucho, alguien tiene que pagar.

Luna pagará el precio y por tanto, Simón.

xxx

  -Fecha de publicación: 05/03/2018 

-Fecha de edición: 29/10/2022

Coseme | Terminada - EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora