Capítulo 17.

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Cierro mis ojos esperando que nuestros labios finalmente se unan, no obstante, eso no es lo que sucede.

—No puedo —Suelta ocasionando que abra mis ojos, aún sigue demasiado cerca de mí—. Simplemente no puedo.

—¿Es un chiste? —Escupo incrédula.

—No, no lo es. Yo... quiero pero... no puedo —Mi respiración vuelve a fallar y por un momento creó que no podré respirar más.

—¿Cómo qué no podes? ¡¿Cómo que no podes?! ¡¿Me estás jodiendo?! —Inevitablemente la furia se dueña de mí—. ¿Esto es lo que querías? ¿Tenerme así de cerca y decirme que no podes? ¿Querías humillarme? ¡¿Eso querías?!

—No, claro que no, Ámbar. Yo... no me malinterpretes, tú mejor que nadie sabes lo que siento por ti pero tú misma te estás encargando de matar esté sentimiento que hay en mí —No, no es cierto... ¿Díganme que él no ha dicho eso?—. Te pedí una oportunidad porque quiero estar contigo pero cada vez que estás frente a Luna y la tratas mal siento la necesidad de alejarme.

—¿Vos te escuchas cuando hablas? ¿Te estás escuchando, Simón? —Él intenta responder pero no se lo permito—. Eres un idiota, un jodido idiota.

—Ámbar...

—Ámbar nada, Simón. Vos no entendes, nunca lo haces, te siguen matando dudas y yo... con alma desnuda diciéndote: vísteme —Mi voz se quiebra al pronunciar la última palabra y desgraciadamente las lágrimas amenazan con salir pero las reprimo.

Retrocedo alejándome de él pero antes de que pueda marcharme él me toma del brazo reteniéndome.

—Ámbar no, yo...

—¿Vos qué? ¿No te das cuenta de que ya me humillaste lo suficiente?

—No, no es lo que quería, yo te quiero, Ámbar —Suelta provocando que yo suelte una risa burlona—. Lo que siento por ti es tan profundo que no lo puedo evitar pero...

—Pero, pero... pero nada. ¿Por qué mejor no te vas y buscas a mi prima? Seguramente, la pobre está necesitando que la defendas.

Me suelto de su agarré y antes de que pueda retenerme de nuevo me apresuro a entrar a la mansión azotando la puerta al hacerlo. Ante dicha acción, los presentes en el living se acercan pero yo los ignoró, estoy segura de que cuando salí de la mansión no estaban allí y por lo mismo, me aproximó hacia las escaleras y antes de que alguno opine, ya me encuentro en la planta superior dirigiéndome hacia mi habitación.

Al llegar a está, la mirada de Benicio cae sobre mí.

—¿Por qué tardaste tanto? —Inquiere alejándose de la cómoda donde aparentemente curioseaba—. Tuve que pausar la película para que no te perdieras la mejor parte.

—Ándate —Escupo sin importarme nada, porque sinceramente ya no me interesa nada, sólo quiero que se vaya.

—¿Perdón? —Arruga su entrecejo acercándose a mí—. ¿Me estas echando?

—Es exactamente lo que estoy haciendo —Me hago a un lado indicándole que salga pues en ningún momento al llegar y entrar, cerré la puerta.

—¿Me estás jugando una broma, cierto? —Continúa interrogando.

—¿Parece que me estoy riendo? —Le respondo con otra pregunta.

—Está bien, me iré, pero esto no se quedará así —Termina de acercarse a mí y antes de finalmente irse, planta un beso en mi mejilla, la cual limpio con mi mano al cerrar la puerta.

Inmediatamente, mi furia se manifiesta y no soy capaz de controlarme, todo lo que está sobre mi cama termina en el suelo, la ropa en mi armario también y así sucesivamente con todo lo que se me atraviesa en el camino e inclusive yo, simplemente me dejo caer junto al desastre que he causado dejando que las lágrimas libremente salgan.

¿Cómo él se atrevió hacerme esto? ¿A culparme a mí de qué este matando sus sentimientos? ¿Por qué tengo que tener yo la culpa de todo? No es justo.

La vida no es justa, me recuerdo a mí misma.

Sin embargo, estoy segura de que nada que nada de esto es mi culpa, es culpa de ella, de Luna por existir... ya no veo la hora de hundirla.

Entre todas las prendas de ropa esparcidas en el suelo, diviso el pañuelo por el cual todo se vino abajo tras Simón encontrarla entre mis pertenencias.

Simón... ¿Cómo puedo seguir enamorada de él? Él lo único que hace es lastimarme y yo sigo allí, dejándolo entrar a mi vida, aunque sea por un plan. Pero no, está vez se acabó, ya no más Simón en mi vida, ni siquiera por mi plan, ya luego veré como haré pero no más, Simón.

Ya no más.

xxx

Primer ensayo recién concluido y ha sido un total fracaso.

Bueno, exageró, no fue un total fracaso, el único fracaso fui yo. Todo iba bien... hasta que Juliana me dijo que haría pareja con Benicio, en ese momento y al patinar junto él, todo se vino abajo: no conectamos, ni un solo paso nos salió bien, no había ni precisión ni coordinación, y eso, junto a los regaños de Juliana por lo mismo, sacaron a flote mi mal humor.

Eso sin mencionar, que durante todo el ensayo, me tuve que bancar la mirada de ciertos mexicanos sobre mí.

Que fastidio, necesito que este día acabé ya.

Me encaminó hacia los lockers en compañía de Emilia.

—Deberias cambiar tu cara, espantas a todos —Comenta Emilia con una clara burla.

—Muy graciosa, no estoy de humor —Escupo.

—¿Cuándo sí? —La fulminó con la mirada—. Tranquila, es un chiste.

—Uno de muy mal gusto.

—Como sea, ¿Vamos por unos licuados? —Inquiere ella sacándose sus patines.

—No lo creó, sólo vine por mis cosas —Me acerco a mi lockers, el cual no tardó en abrir en busca de mis pertenencias—. Prefiero ir a casa antes de permanecer un momento más acá.

—¿Es en serio? —Asiento como respuesta—. Que aburrida.

—Llámame como quiera pero yo prefiero irme y eso es lo que haré en este momento, nos vemos después —Ni siquiera espero a que ella hable, simplemente cierro mi locker y patinó hacia la salida.

Suspiró tras salir del Roller.

Patinó a toda velocidad queriéndome alejar de dicho lugar, pues sinceramente no me apetece seguir allí, no cuando tengo la certeza de que cierto mexicano quiere acercarse a mí, su mirada sobre mí en el ensayo me lo dio a entender, y aunque una parte de mí si anhela que se acerque, mi otra parte, me grita que no puedo permitirlo; tenerlo cerca podría traer consigo una recaída y no puedo permitirlo, me prometí que ya no más y debo cumplirlo.

Pero, allí está el problema, en cumplirlo. Lo veo y simplemente quiero acercarme, hablarle e inclusive gritarle. Y eso aumenta mucho más mi mal humor, ¿Ahora lo entienden?

Continuó patinando y debido a mi rapidez, llego a la plaza, dónde por un momento me detengo, y ya para cuando vuelvo a avanzar, lo hago con lentitud queriendo acercarme a una banca, en la cual no logró sentarme pues escucho a alguien llamarme.

—¡Ámbar! —Volteo en busca del emisor y al dar con él me arrepiento, ¿Por qué carajos me tuve que detener en esta plaza?

Sintiéndome frustrada, vuelvo a avanzar con tanta rapidez que parece ser mayor a la de hace un momento, lo cual hace obvio que no deseo tenerlo cerca, pero él no se rinde, corre tras mí.

—¡Ambar! ¡Espera! —Acelero mi paso queriendo evitar que me alcance—. Necesito que me escuches.

—¡Vete, Simón, déjame en paz! —Grito sin voltear a verlo.

—No te dejaré ir hasta que me escuches, yo... ¡Ambar!

Tras mi intento de huida y mi afán porque me deje en paz, tropiezo y sin poder evitarlo, caigo rodando por el suelo.

xxx

Fecha de publicación: 01/06/2018

Coseme | Terminada - EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora