Capítulo 18.

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Una mueca de dolor no tarda en dibujarse en mi rostro.

—¡Ámbar! —Abro lentamente mis ojos, los cuales ante mi caída había cerrado esperando así amortiguar un poco el golpe, encontrándome con Simón, quién desgraciadamente ha logrado acercarse a mí—. ¿Estás bien?

—De maravilla —Escupo provocando que él ruede sus ojos. Intento levantarme pero al siquiera intentarlo el dolor en mi cuerpo parece intensificarse.

—Déjame ayudarte —Dice pero cuando apenas me coloca una mano encima la abofeteo con la mía.

—No me toques —Insisto en levantarme por mí misma pero no lo logro, solamente terminó sentada en el mismo lugar.

—Solo quiero ayudar —Insiste.

—Y yo solo quiero que te alejes —Suspira—. ¿Qué pasa? ¿No me humillaste lo suficiente ayer? ¿No te cansas de hacerlo?

—Ámbar —Intenta hablar pero yo sigo.

—O es que... ¿Mi prima ya no necesita que la defendas?

—Ámbar —Repite.

—Decime algo, Simón. ¿Te entretiene mucho está situación? ¿Te entretiene venir y humillarme? Porque sí es así, déjame decirte que no lo voy a volver a permitir, no habrá una segunda vez.

—Tampoco es mi intención hacerlo —Vuelve a suspirar—. Escucha. Sé que fue una estupidez de mi parte lo de ayer, pero es que cuando te tengo cerca pierdo la razón y no sé lo que hago, digo cosas que no debería decir y arruinó el momento —Su mano acaricia mi mejilla—. Yo lo que quería decirte ayer es que me vuelves loco, que cuando te tengo cerca mi corazón se acelera tanto que creó que se saldrá de mi pecho y yo... sólo quiero volver a probar tus labios —Sus ojos dejan los míos y puedo notar cómo estos ahora observan mis labios—. Y sí, sé que arruine mi última oportunidad contigo, pero estoy dispuesto hacer lo que sea para volver a ganármela.

—¿Lo que sea? —Inquiero imitando su acción, es decir, observando sus labios.

—Lo que sea —Asegura y entonces me maldigo internamente por lo que estoy por hacer pero aun así lo hago: acortó la distancia entre nosotros, pero antes de que yo pueda besarlo, él se adelanta; él me besa.

Sus manos me sostienen de las mejillas y yo no puedo evitar perderme en el sinfín de sensaciones que me invaden.

Mis manos rodean su cuello y antes de que pueda alejarse, lo atraigo más hacia mí, si es que eso es posible; simplemente me dejo llevar aun sabiendo que luego me arrepentiré.

Mi corazón golpea como loco mi caja torácica y mi cordura termina de esfumarse.

Había olvidado que tan bien besa, Simón. No... bien no, besa jodidamente bien; en definitiva, si besar fuera una materia no me importaría reprobarla con tal de repetir cada clase.

No quiero que Simón nunca deje de besarme. Sin embargo, un recuerdo llega a mi mente dándome una bofetada que me hace regresar a la realidad logrando que empuje Simón apartándolo de mí y terminando con el beso que nunca debió suceder.

Me levanto como puedo y no tardó en pasar mi antebrazo por mis labios queriendo borrar todo rastro del beso, el cual en este momento me parece repulsivo, tras recordar el beso que se dieron Luna y Simón en la playa, hace unos días atrás.

—Nunca, pero nunca, vuelvas a besarme —Escupo con brusquedad.

—¿Qué? Pero...

—Pero nada. ¿Qué te pensas? ¿Qué con tu palabrería de hace un momento y un beso cambiarán las cosas? Pues no, me cansé, Simón. Me cansé de ser tu segunda opción porque Luna es la primera —Él intenta hablar pero yo continuó impidiéndoselo—. Ya no más, Simón. A partir de ahora, te quiero lejos de mí, ¿captas?

Coseme | Terminada - EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora