Capítulo 19.

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—Ámbar, Benicio, a la pista —Habla Juliana al mismo tiempo que ingresa a la pista seguida de inmediato por Benicio y más atrás por mí.

Hace unos minutos que termino el ensayo y aunque, afortunadamente, con Benicio esta vez nos salió la rutina bien luego de un largo rato, Juliana insistió que luego del ensayó debíamos seguir practicando un paso que aún no logramos que nos salga.

Sin esperar que Juliana nos haga el conteo, Benicio y yo tomamos nuestra posición e intentamos realizar el paso lo mejor que podemos pero todo queda en intentamos, ya que tras pasar media hora, aún seguimos intentándolo sin lograrlo.

Bufo fastidiada, no puede ser que no nos salga el bendito pasó.

—¡No, no! ¡Basta! —Juliana detiene la música por lo cual Benicio y yo no tardamos en acercarnos a ella.

—¿Por qué nos detenes? —Inquiere Benicio por lo que yo me cruzó de brazos.

—Porque es la décima vez que intentan hacer el mismo paso y no les sale, es más, cada vez les sale peor —Suelta Juliana provocando que ruede los ojos.

—Gracias por tus palabras de aliento, Juliana, no sé qué haríamos sin vos —Escupo fastidiada.

—Yo sólo digo la verdad, no es mi culpa sino les sale el paso —Menciona ella como ignorando el hecho de que nuestra entrenadora.

—Tampoco es nuestra culpa —Vuelve a hablar Benicio—. Además, si dejarás de interrumpirnos cada minuto nos saldría bien —Hago un ademán hacia él dándole la razón.

—Los interrumpo porque es mi deber decirles cuál es su falló, es decir, la razón por la cual no te sale el pasó —Nos explica.

—Y según vos, ¿Cuál es nuestro falló? —Indagó pues ya estoy harta de esta conversación, sólo quiero que nos salga el pasó para poderme ir a mi casa, tengo cosas por hacer.

—Él lo es —Afirma señalando a Benicio por lo que volteó a verlo.

—¿Qué? ¿Es un chiste? —Inquiere él haciéndose el indignado.

—No, no es un chiste, yo no hago chistes en la pista —Asegura—. La pareja no está funcionando bien y es por vos.

—¿Podemos volver a ensayar? Sólo así podrá salirnos el paso —Vuelvo a intervenir.

—Por supuesto, sólo necesito... —Ella observa a su alrededor y apenas su mirada enfoca a Simón vuelve a hablar—. Ah, Simón, vení un momento, por favor.

El castaño asiente por lo cual no tarda en ingresar a la pista y acercarse a donde estamos, ni siquiera lo vi llegar, estaba muy concentrada en el ensayo.

—Dime Juliana, ¿Qué necesitas?

—¿Podes probar un paso con Ámbar? —Esperen, ¿Qué?

La mirada de Simón se dirige hacia mí y puedo notar como una diminuta sonrisa aparece en su rostro.

—Por favor, Juliana. Soy mil veces mejor que él —Se queja Benicio.

—No concuerdo con eso. Además, sólo necesito que veas como es el paso, a ver si así entendes donde cometes el error.

—No estoy de acuerdo —Replicó captando la atención de los tres—. Benicio es mi pareja no Simón.

—Si pero acá la entrenadora soy yo, así que patinas ahora con Simón y punto —Espeta provocando que quiera estrangularla—. ¿Algún problema con eso? —Cuestiona dirigiéndose está vez a Simón.

—Ninguno —Menciona Simón observándome.

—Muy bien, entonces demostrale a Benicio como se hace el paso, ¿Estamos?

Simón asiente para luego voltear hacia Benicio —Checa y aprende, permiso.

A Benicio no le queda de otra que hacerse a un lado dejándole su lugar a Simón y antes de que siquiera pueda apartarme, Simón toma mi mano y me guía para iniciar el paso.

Sabiendo que no tengo opción, fijo mi mirada en la de él e iniciamos con el paso y aunque no vaya admitirlo en voz alta, realmente se siente muy bien volver a patinar junto a Simón.

Nos deslizamos, giramos, nos conectamos y antes de que me dé cuenta ya nos encontramos realizando el paso, el cual nos sale perfecto, logrando a su vez, que terminemos con nuestros rostros demasiado cerca.

—Excelente, ¿Viste, Benicio? Está pareja funciona perfectamente —Benicio permanece con expresión seria—. Gracias Simón, ya podes retirarte.

—Nos vemos, rubia bonita —Susurra en mi odio antes de marcharse y desgraciadamente, apenas sale de la pista, yo no puedo evitar observar por donde se ha ido.

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—Ámbar... qué bueno que llegas —Escucho que Alfredo me habla justo cuando estoy por subir las escaleras y dirigirme a mi habitación—. Ya Maggie está por servir la cena.

—Comí un poco en la cafetería del Red Sharks, no tengo apetito —Le informó.

—Es una pena, esperaba cenar esta noche con mis dos nietas —Sonrió forzadamente—. ¿Cómo te fue en tu ensayo? Luna me dijo que están ensayando bastante para una competencia muy importante.

—Así es, se viene una competencia muy importante y tenemos que dar lo mejor de nosotros.

—No sabes cuánto me emociona eso, no puedo esperar para ver a mis dos nietas patinando en esa competencia tan importante —Mi entrecejo se arruga.

—Eh no, Luna no está en el equipo, ella no va a participar en la competencia —Le aclaró.

—Ahora sí que no entiendo —Menciona él—. Luna hace un rato me aseguró que participaría en esa competencia al igual que vos.

El aire comienza a faltarme.

No, no puede ser, no puede ser verdad, ella no puede participar en esa competencia, a menos que... los del Roller participen por su parte.

Pero no, no pueden, no tienen donde ensayar ni entrenadora, ellos no pueden participar.

—Don Alfredo, ya la cena está servida —Aparece Mónica.

—Ah sí, voy. ¿Segura qué no queres cenar? —Inquiere Alfredo tomando mi mano.

—No, estoy bien.

Él asiente y no tarda en marcharse, sin embargo, Mónica no lo acompaña.

—¿Pasa algo? —Indagó al observar que permanece quieta en su lugar sin intención de marcharse.

—No, nada. Sólo me gustaría conversar contigo —Alzo una ceja—. Sólo será un segundo —Ella extiende su mano hacia mí esperando que la tomé más yo no lo hago.

—Yo no tengo porque hablar con vos —Espetó antes de girarme de vuelta hacia la escalera.

—Hoy recibí una visita —Suelta pero yo la ignoró y continuó subiendo las escaleras—. Era para ti.

Volteó confundida hacia ella, ¿Visita? ¿Para mí?

—¿Quién era? —Inquiero.

—Sylvanna.

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Fecha de publicación: 21/06/2018

Coseme | Terminada - EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora