58| Tras las Rejas

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BLAZE

  Observo con el ceño fruncido el momento en que un oficial cierra la puerta de la celda de barrotes con llave. Silver permanece de pie junto a las rejas, intentando llamar la atención de un policía para decirle que todo fue un malentendido. Yo me encuentro sentada en un banco de concreto. Suspiro exhausta.

  Si bien solamente estamos detenidos y somos menores de edad, es muy probable que terminen creando una causa judicial debido a que ingresamos a una propiedad privada de una forma demasiado sospechosa. No creo que el hecho de que yo sea una princesa de otra dimensión logre salvarme de esta. Estamos en una celda pequeña, con apenas un banco para sentarnos y un bebedero. Un oficial custodia la puerta de entrada al sector de las celdas. Parece ser que no hay nadie más aparte de nosotros aquí. Una luz blanca cegadora ilumina el lugar, logrando mantenerme despierta a pesar de que tengo mucho sueño. Si mal no calculo, debe ser la una de la madrugada.

Silver golpea los barrotes de hierro con ambas manos, captando la atención del policía junto a la puerta.

—Oficial, lo que ha ocurrido no es lo que parece —explica, intentando sacar su rostro a través de las barras. Tengo que admitir que se ve estúpidamente tierno—. ¿No podemos hablar sobre ello? ¡Mañana tengo una excursión! —añade desesperado.

El policía pone los ojos en blanco y se va, cerrando la puerta con fuerza y dejándonos a los dos a solas. Silver, resignado, toma asiento a mi izquierda y apoya sus codos en las rodillas, haciendo de soporte también para su cabeza. Trato de mostrarme tranquila a pesar de la situación. No se cómo saldremos de aquí, pero tengo la esperanza de que sea pronto. Estamos sumidos en un muy incómodo silencio, donde lo único que logro oír son mis pensamientos y mi respiración serena bien disimulada.

  De pronto, él hace la pregunta que más esperaba:

—¿Por qué? —pregunta enfadado, mientras me mira con el ceño fruncido—. Entrar en el departamento de un desconocido en el medio de la noche. ¿En qué diablos estabas pensando?

—¿En qué diablos pensabas tú? —contraataco—. Meterte en donde no debes es incorrecto.

—Perdóname, pero yo puedo meterme en donde se me plazca. Más si "meterme" significara detener un posible robo.

—¡Que no iba a robar!

—¡¿Entonces qué mierda hacías ahí?! —estalla.

  No puedo evitar desviar la mirada ante sus penetrantes ojos ámbar. Es la primera vez que lo veo así de molesto. Me enoja no poder hacerle frente, ordenarle que no se entrometa, dejarle en claro que es mi responsabilidad. Simplemente, no puedo. El hecho de que Silver es mi debilidad me avergüenza. Así que termino respondiendo su pregunta de forma honesta.

—Encontré una señal de Infinite en ese departamento.

—¿Y pretendías enfrentarte a él sola?

  Me cruzo de brazos y vuelvo a mirarlo de frente. Su comentario me ha ofendido bastante.

—Lo derroté una vez y puedo repetirlo. Además, nadie pretendía ayudarme, así que tuve que hacerlo a la antigua; sola. Y déjame decirte que todo iba de maravillas hasta que te entrometiste.

  Silver deja de mirarme y guarda silencio durante unos largos segundos.

—Tú no me pediste ayuda. ¿Por qué? —interroga, volviendo a posar sus ojos en mí.

—¿Recuerdas la vez que nos volvimos a ver después de cuatro meses? ¡Saliste corriendo en la dirección contraria! —le reclamo, sintiendo como hace presencia un nudo en mi garganta.

—¡Me hiciste creer que habías muerto! ¡Me abandonaste!

—¡Si tu cerebro hubiera funcionado como el de un erizo normal habrías deducido que no puedo morir en un incendio!

—¡Tú hubieras reaccionado de la misma forma!

—¿Sabes por qué no te pedí ayuda? —le pregunto, esquivando su última exclamación—. Porque no la necesitaba. Punto final.

  Doy por finalizada nuestra conversación poniéndome de pie y alejándome de él lo más posible. Ahora estoy a dos metros de distancia. Ugh, ¿por qué esta celda es tan pequeña? ¿No podrían habernos separado en distintas celdas? De todas las personas con una actitud heroica-suicida, tenía que ser él.

Apoyo mi cabeza en los barrotes de hierro, resignada, agarrándolos también con mis manos. Cierro los ojos, pretendiendo escapar de la realidad por solo unos instantes. Puede ser que Silver tenga algo de razón. Quizás debí marcharme de una forma menos... especial, con una despedida incluida, donde le hubiera asegurado que volvería. No tuve tiempo para hacer eso. Además Eggman y Eggman Nega fueron derrotados gracias a que exploté: y en ese momento pude aprovecharme para irme. Nunca pensé que les afectaría tanto, es decir, estuve dos semanas con ellos, nada más. Aún me sorprende la amabilidad y calidez con la que me recibieron tiempo atrás. Nunca fueron para nada desconfiados y me ayudaron sin conocerme del todo. Me enseñaron lo que es la amistad. Y les devolví el gesto con mi supuesta muerte... Qué desagradecida.

No sé cuánto tiempo transcurre, pero escucho que mi compañero de celda se pone de pie y se acerca a mi. Lo observo de reojo mientras se detiene frente a las rejas y las toma con ambas manos, imitando casi del todo mi posición.

—Lo lamento, Blaze —suelta, tomándome por sorpresa. Busca mi mirada pero yo vuelvo a cerrar los ojos—. Cuando volví a verte... no podía creerlo, ¿sabes? Pensé que era una de mis fantasías. Es algo difícil ver a alguien que creías muerto estar frente a tus ojos, más vivo que nunca. Además —escucho cómo se rasca la nuca, como si estuviera avergonzado—, no sabía que decirte...

  Mi angustia se esfuma en un chasquido, y una cálida sensación ocupa su lugar. No le respondo por un largo rato, hasta que finalmente abro los ojos y lo miro.

—Yo también te debo una disculpa, Silver.

—¿Huh?

—Ya sabes... por lo de ayer en el almuerzo... —explico apartando la mirada, sintiendo que el calor sube a mis mejillas.

—E-eh... He actuado como un egoísta, no tienes que disculparte por haber desaparecido y así salvar a tu reino —responde rápidamente.

—N-no me estaba disculpando por eso —admito algo nerviosa—. Hablo de tus sentimientos a-antes de mi partida. Yo... no sabía que... me amabas —lo último lo digo en un tono apenas audible.

—¡Vaya! Y yo que pensaba que era medio obvio —piensa en voz alta. Parece que se ha olvidado de mi presencia, ya que cuando me vuelve a mirar se sonroja a más no poder—. ¡Quiero decir-!

De pronto, la única puerta del lugar se abre estrepitosamente y un par de oficiales ingresan por ella, seguidos por el mismísimo Shadow the Hedgehog.

—¿Shadow? —pregunto extrañada.

—¡Shadow, hermano, sácame de aquí! —exclama Silver.

—Adelante —le indica el erizo azabache a uno de los oficiales, con una mirada muy intimidante.

El policía saca un manojo de llaves, escoge una y abre la celda que nos mantenía encerrados. Silver y yo intercambiamos miradas de alivio, pero rápidamente las apartamos bastante sonrojados. Me costará descifrar por completo mis sentimientos hacia él, pero presiento que estoy en buen camino. Cuando lo haga, tendremos que hablar seriamente.

—Gracias, oficial —agradece Shadow, ahora mirándonos. Distingo algo de enojo en su expresión—. Ustedes dos —nos señala—, vienen conmigo. Están bajo custodia de G.U.N a partir de ahora.

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora