63| Pijamada

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CREAM

—¡Creo que tus amigas ya han llegado! —me avisa mi mamá desde la cocina.

—¡Enseguida voy!

  Me levanto de golpe del sillón y corro hacia la puerta. Hoy, al ser viernes, he decidido invitar a mis amigas a casa para hacer una pijamada. Ha pasado mucho tiempo desde que nos juntamos a pasar el rato, y mamá me permitió invitarlas ya que ella se va con Vector a no sé dónde.

  Abro la puerta sonriendo y me encuentro a Amy. Trae una mochila rosada en su espalda y dos bolsas repletas de golosinas en sus manos.

—Hola, Cream —saluda esbozando una sonrisa.

—¡Hola, Amy! Pasa —me hago a un lado y la dejo ingresar a mi casa—. Deja las bolsas en la cocina. Mamá está allí cocinando, espero que no te moleste.

—¿Cómo me va a molestar? Adoro a tu madre.

Cierro la puerta y acompaño a la eriza rosada hasta la cocina. Amy deja las bolsas en la mesa. Mamá se encuentra justo sacando una tarta del horno. Al ver a mi amiga, deposita la bandeja sobre la mesada, cierra el horno y se quita los guantes, dispuesta a recibirla.

—¡Amelia! —exclama, abrazándola—. Oh querida, tanto tiempo sin vernos... ¡Cómo has crecido! ¡Estás hecha toda una eriza!

—Hola, señora Vainilla —habla mientras le corresponde el abrazo—. Gracias, supongo... ¿Qué es ese olor? —interroga, separándose de ella.

—Tarta de fresa, tu favorita —responde mamá—. Cuando Cream me dijo que vendrías, quise hacerte algo especial.

—No era necesario...

—No se aceptan devoluciones —ríe—. Bueno, si me permiten me iré a duchar y luego saldré. Compórtense. Nos vemos luego. ¡Y disfruten de la tarta!

Mi madre sale de la cocina y nos deja a Amy y a mí a solas.

  Blaze y María llegan diez minutos más tarde, con dos cajas de pizza. La sala de estar ya está preparada para nuestra pijamada: está el sofá, hay tres colchones pequeños y el televisor con algunas películas. En la cocina ya están los snacks preparados, junto con la cena y las palomitas de maíz. Todas traemos puesta la ropa que utilizaremos para dormir. Llegada la hora, decidimos comenzar a devorar la pizza, así que Blaze y Amy se sentaron en los sillones y María y yo, en los colchones.

—¿Qué tal estuvo su excursión? —pregunto, tomando una porción de pizza.

  Las erizas intercambian miradas.

—Estuvo... interesante —contesta Amy.

—¡Peleamos con un monstruo de lava! —exclama María con la boca llena.

—¡¿Qué?! —pregunta la gata alterada—. ¡¿Un monstruo de lava?! ¿Cómo era?

—Yo no responderé ninguna de tus preguntas hasta que te dignes a responder las mías —establece la eriza rubia.

—De acuerdo —musita Blaze de mala manera.

—¿Por qué rayos te suspendieron?

—¿Fuiste suspendida? —inquiero, gratamente sorprendida.

—Si, Cream. Me suspendieron por una estupidez.

—¿Por la misma razón de que llegaste a la madrugada al departamento? —vuelve a atacar María.

—Si.

—¡Dinos de una vez! —suplica Amy.

—¿Es que no se cansan de ser insufribles? —bufa la gata—. Anoche salí en busca de Infinite y por culpa de Silver terminé detenida en prisión.

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora