Escuela Chaos

86| La Trampa

SHADOW

Me recuesto sobre un tronco de árbol a mis espaldas. Observo el gran edificio ante mi: la escuela. Ha pasado un largo tiempo desde que estuve aquí por última vez. El timbre que indica el fin de clases suena y los estudiantes comienzan a salir disparados por la puerta principal. Típica desesperación de viernes.

Vislumbro entre la enorme multitud una cabellera rubia. Ajusta la correa de su mochila mientras ríe junto a Cream. Sus ojos azules estudian el cielo, quizás se esté fijando en el clima. Aún la sonrisa no se ha esfumado de su rostro, y termina contagiándomela a mi. Es hermosa.

—Es raro volver a verte por aquí —dice una voz a mis espaldas.

Salgo del trance en el que me encuentro y me doy la vuelta. Rose convierte sus labios en una fina línea y levanta su mano derecha como saludo.

—¿Estás lista? —le pregunto, aunque ya sepa la respuesta.

Ella asiente de mala gana, con una expresión de tristeza en su cara.

—Entonces andando. Hay un erizo que capturar.

Llegamos a una fábrica abandonada en el centro de la ciudad. El cielo está cubierto en su totalidad por nubes oscuras y algunos truenos se oyen a lo lejos. Hay poca gente en las calles.

Amy baja de mi motocicleta y se quita el casco, acciones que imito. Los dejamos sobre el vehículo, que está encadenado a un poste por seguridad. Ingresamos al anticuado edificio donde se llevaría a cabo la trampa para Scourge.

Cuando Rose me confesó el verdadero motivo por el cual buscaba las esmeraldas, me enfadé. El malnacido de Scourge the Hedgehog había vuelto a salirse con la suya, manipulando a una indefensa eriza con propósitos malignos. Ya se me hacía extraño no haberlo vuelto a ver en meses; es decir, no se dignó a atacarme ni una sola vez desde que huyó de prisión. Por lo que la eriza rosada dijo, fuimos capaces de deducir que fueron Mephiles e Infinite quienes lo obligaron a realizar esa tarea.

Ante esta situación, elaboramos un plan, así lo capturamos de una vez por todas y nos aseguramos de que sus promesas no se cumplan. Rose se encargaría de decirle dónde están las esmeraldas, que sería esta fábrica, y una vez que él llegue al lugar acordado, le tenderíamos una trampa con Omega.

Llegamos a una oficina del cuarto y último piso, donde Omega nos aguarda. Las paredes tienen un tono amarillento y se siente un fuerte aroma a humedad. Lo único que evita que esté completamente vacío es un escritorio de madera junto a una destartalada silla del mismo material. Deposito la mochila con las esmeraldas sobre la única superficie disponible.

—Es hora de empezar —anuncio—. Ya saben sus posiciones, así que colóquense en ellas. Haz la llamada, Rose.

Amy toma el dispositivo móvil que Scourge le otorgó y marca su número. Coloca la llamada en altavoz. Él no tarda en contestar.

—¡Preciosa! Ya extrañaba oír tu dulce voz.

  Hago un gran esfuerzo por controlar mi cólera y no insultar a Scourge en este preciso instante.

—Tengo lo que me pediste —habla Amy, mordiéndose el labio inferior.

—Sabía que no me fallarías —ríe—. ¿En dónde quieres verme? Aparte de tu cama, claro.

  Contrólate, Shadow. Ya le darás su merecido.

—Estoy en Warhouse Factory, esa fábrica abandonada en pleno centro.

—Ah, si, la conozco perfectamente. Tu hermana y yo solíamos pasar un buen rato ahí, si sabes a lo que me refiero.

Amy me mira y pone los ojos en blanco.