25| A Pura Máquina

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SILVER

El robot más pequeño arremete contra Tails y Cream. El robot amarillo, enfrenta a Shadow y Amy. Y el último, muy similar a Sonic, corre hacia el erizo y Blaze. Decido darles una mano a la primer pareja, ya que Miles apenas sabe pelear y la coneja es demasiado pura para este mundo.

  El gimnasio ya está evacuado por completo; no hay señales de las autoridades de la escuela, siquiera. Tampoco encuentro a Knuckles o a Rouge por ninguna parte. Le ordené a Crystal que se retire del lugar. Creo que no me oyó, ya había salido corriendo ni bien vio a los robots. Una compañera muy leal, por suerte.

  La máquina es de la estatura de Cream, pero parece ser muy letal. Es de un tono metálico muy reluciente. Cuando se encuentra a unos metros de nosotros, cambia sus manos por una sierra eléctrica y un lanzallamas. Mierda.

—¡Cream, cúbrete! —le ordeno.

—¡No, yo puedo pelear! —me contradice, cruzándose de brazos.

—Pero...

—Sin peros, Silver. Ya no soy una niña, puedo defenderme —dice con el ceño fruncido. Luego, dirige una mirada amenazante hacia Tails.

—Creo que es mejor que te abstengas —opina el zorro, tomando sus manos—. No quiero que nada te pase, Cream.

  La coneja resopla, claramente muy ofendida, y camina pesadamente a sentarse en las gradas del gimnasio.

  Mientras tanto, el robot observa la situación. No sé si reírme o atacarlo: ¿se habrá sentido muy incómodo con la discusión? Nunca sabremos. Después de todo, es una máquina.

—Basta de drama, veamos si estás hecho de chatarra —amenazo.

Activando formación de ataque. Ejecutando...

  Al ser pequeño, no parece ser una amenaza muy convincente. Pero si te centras en sus manos, oh por Chaos. Con mi telequinesis, tomo una mesa de bocadillos y se la tiro. Él la esquiva y corta con su sierra. Pruebo con uno de los parlantes: parece que ese artefacto corta  cualquier cosa. Veo que se acerca peligrosamente y forma una pequeña llama con su arma. Creo un campo de fuerza para protegerme. Luego, ataca con su sierra y me agacho para evadirla. Con cuidado, lo tomo de sus antebrazos, con la intención de que no me toque.

—¿Alguna idea, Tails? —le pregunto y empujo lejos al robot.

—No todavía —me informa—. Estoy tratando de hackear su sistema desde mi tableta, pero no logro nada.

  La máquina vuelve a la carga, pero esta vez con sus manos normales. Me propina un puñetazo en la mandíbula, y una patada en el estómago. No permitiré que un pedazo de hojalata barata me de pelea, no señor. Lo manipulo con mis poderes para inmovilizarlo. Trato de arrancar su brazo, pero parece ser de goma, y es muy difícil de partir.

—Arghh... —grito del esfuerzo.

  Cuando finalmente separo su brazo derecho de su cuerpo, no dura mucho tiempo. Como si fueran los polos opuestos de un imán, se atraen y el brazo vuelve a su lugar. Demonios. Parece ser que eso lo enfureció, porque corre hacia mí emitiendo chirridos y toda clases de sonidos propios de un robot. Antes de que su puño impacte nuevamente en mi rostro, su mano es reemplazada por la sierra. Rápidamente me cubro. Arremete una y otra vez, golpeando mi campo de fuerza infinitas veces.

—¿¡Tails!? —aúllo, en busca de mi compañero.

—¡No lo logro! —responde, furioso.

—¡Pues hazlo manualmente!

  No recibo respuesta. Espero el momento exacto para devolverle el ataque. No podré resistir mucho tiempo más cubriéndome. Como si fuera posible, el robot logra rasgar mi campo de fuerza. Debo salir de aquí, de inmediato. Él continúa con su intento de romper mi burbuja psíquica, ahora con mayor velocidad. En cuestión de segundos, mi escudo se encuentra cual vidrio a punto de romperse. Antes de recibir el golpe de gracia, extiende su brazo hacia atrás y yo me cubro, aguardando lo peor. Pero el momento nunca llega.

Escucho unos chirridos y abro los ojos. Detrás de la máquina. Veo a Cream con un vaso de plástico en cada mano. Luego, vuelvo a mirar al robot: la coneja descargó todo el ponche de sus vasos en él, y este entró en cortocircuito. Amaga con caer hacia delante (es decir, sobre mí), por lo tanto deshago el campo de fuerza y ruedo hacia mi derecha. El robot se desploma en el suelo.

—Gracias Cream, bien hecho —la felicito, chocando puños con ella. La coneja se sonroja y emite una risa muy tierna.

  Escucho a Tails resoplar y acercarse a nosotros, mejor dicho, a Cream. Yo decido dejarlos solos e ir a ver a los demás.

  Amy y Shadow parecen haber acabado con la maquina hace varios minutos; el azabache la revisa meticulosamente en busca de algo. Su compañera escudriña su alrededor. Sonic y Blaze, en cambio, continúan peleando con su rival de metal. El erizo no deja de correr de lado a lado, y la gata trata de incendiar al Sonic de hojalata. Inesperadamente el robot azul, quien está flotando en el aire, deja de moverse y cae al suelo con un estrepitoso sonido. Blaze y Sonic quedan perplejos, sin entender lo que ocurre. Intercambian miradas de precaución y luego miran a los demás, incluyéndome.

—¿Pero qué...? —dice el erizo azul confundido.

—Dejó de funcionar —informa Tails.

—¿De un momento a otro? Imposible. Es Metal Sonic, después de todo —responde Shadow, cruzándose de brazos, y dedicándole una mirada de soslayo al azul.

—Wow, más despacio vaquero, ¿acabas de decirme una indirecta? —pregunta Sonic, haciéndose el ofendido.

—¿Acaso me has dicho "más despacio"? Pensé que eras el más rápido, faker.

—Cállense, los dos —espeta Amy, interponiéndose entre ellos—. Concéntrense en la situación.

  Los erizos se dedican una mirada de odio muy profunda antes de alejarse. Algo extraño pasó aquí, y apuesto una Chaos Emerald a que tiene que ver con Amy y el baile.

  Blaze se acerca a Metal Sonic, decidida a examinarlo. Me acerco, por si acaso. Los ojos rojos de la máquina aún brillan, dándole un aspecto tenebroso. Sin embargo, parece incapaz de moverse. La gata lo revisa, fijándose en cada botón y extremidad del robot, buscando quién sabe qué. En su nuca, presiona un botón camuflado y un compartimiento en el vientre de Metal Sonic se abre de par en par, revelando dos esmeraldas rectangulares. Con una enorme sonrisa en el rostro (muy bella, por cierto), Blaze las toma y les da varias vueltas en su mano.

—Cuatro más para volver a casa—murmura, poniéndose de pie y alejándose de mí. Veo cómo camina hacia la salida, sin despedirse de nadie y sin mirarme siquiera.

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora