37| Arcoíris

1.3K 133 24
                                    

CREAM

  Abro los ojos de golpe, exaltada. Me siento en mi lugar: estoy en una sala de hospital. Todo es blanco, excepto el suelo verde esmeralda. Reposo sobre una camilla con sábanas blancas, a mi izquierda hay una máquina que no deja de pitar y a mi derecha, un ramo de tulipanes anaranjados. De mi muñeca derecha sobresale un pequeño tubo, supongo que es suero. Siento una punzada en mi abdomen, donde la bala llegó a alcanzarme.

  No me percaté de que Tails está dormido a mis pies, con la cabeza apoyada sobre las sábanas y abrazando mi pierna izquierda. Se ve tan tierno. Sacudo su cabeza un poco para despertarlo. Él lo hace, se pone de pie de un salto y mira a su alrededor en posición de ataque. Cuando enfoca su mirada en mí, una sonrisa ilumina su rostro y se lanza a abrazarme ignorando por completo mi estado.

—¡Oh por Chaos! ¡Estás viva! —exclama, abrazándome con su cabeza en mi pecho.

—No seas tontito, nunca me iría y te dejaría solo —respondo, acariciando sus orejas—. Pero... Estás acostado sobre mi herida. No me molestaría que te levantes.

—¡Lo lamento! —se disculpa, alejándose de mí. Yo me río suavemente. Luego vuelve a acercarse, poniéndose a la altura de mi rostro y entallándolo con sus manos. Estamos tan cerca que distingo lágrimas en sus ojos y los míos se encuentran en el mismo estado—.  Ni se te ocurra volver a pegarme tal susto, ¿de acuerdo?

  Asiento, llorando y riendo a la vez.

—De acuerdo. Te amo, Tails.

—Y yo a ti, mi conejita —murmura. Y me besa dulcemente.

  Un portazo interrumpe nuestro beso.

—¡Cream! —grita Amy, corriendo hacia mí. Sonic y Shadow ingresan a la habitación detrás de ella. La eriza me envuelve en un cálido abrazo—. Yo sabía que estarías bien, yo sabía...

—Hola Cream —me recibe Sonic, esbozando una sonrisa.

—Bienvenida —dice Shadow.

—Gracias chicos —sonrío—. ¿Dónde están los demás?

—Rouge y Knuckles vigilan la casa rodante, y Blaze y Silver... —informa Amy, soltándome y alejándose un poco.

—¡Aquí estamos! —anuncia Silver, entrando por la puerta.

  La gata ingresa detrás de él como un torpedo, y se dirige hacia mí corriendo. Procurando no tocarme la herida, Blaze se abalanza sobre mí y me abraza fuertemente.

—Gracias al cielo que estás bien, Cream. No me imaginaría qué hubiera ocurrido si... —habla sin separarse de mí.

—No pienses en eso, Blaze, estoy en perfecto estado —le sonrío. Luego, me acerco a su oído y susurro—. ¿Ha pasado algo más entre tú y...?

—Estuviste al borde de la muerte y te preocupas por eso. Eres terrible —me regaña sonriendo.

   Intercambiamos comentarios y les comento cómo me siento.

—Cuando me dispararon, apenas lo sentí —relato—. Perdí el conocimiento ni bien vi toda la sangre que emanaba de mi estómago. Ahora me desperté y siento pequeñas punzadas, nada más. Estoy muy cansada, eso si. Y tengo hambre.

—Puedo ayudarte con eso —dice un médico, ingresando por la puerta con una bandeja con comida—. Buenas tardes, Cream the Rabbit, soy Gustavo the Raccoon. Te traje algo de comer ni bien supe que despertaste —apoya el alimento sobre una mesa y se sienta a un costado de mis pies—. ¿Cómo te sientes? ¿Algún dolor?

—Me siento muy bien, doctor, y no me duele nada —respondo.

—¿Cómo ocurrió este incidente?

—Estábamos dando un paseo por el parque con todos mis amigos cuando los Babylon Rouges nos atacaron —le explico.

—Ajá. ¿Y dónde están tus padres?

—Eh... —mi cerebro queda en blanco—. Nosotros somos de Central City, doctor. Mi madre está allí mientras nosotros estamos de vacaciones.

—Eres menor, Cream. No puedes irte de la ciudad sin un tutor —dice Gustavo.

—Yo soy su tutora, designada por su madre —miente Blaze, interviniendo y salvándome.

—¿Cuántos años tienes?

—Veintiuno. Vainilla the Rabbit me encargó su tutoría antes de que nuestro viaje comenzara. Tengo los papeles en el auto, si quiere se los traigo —la gata se pone de pie, amagando con ir al vehículo a buscar los papeles.

—No es necesario, señorita —genial, el médico se lo creyó—. Solamente acompáñeme así llena los formularios.

  Blaze y Gustavo salen de la habitación. Shadow cierra la puerta tras ellos.

—Eso estuvo cerca —suspira Amy.

—Bueno, ahora cuando salgamos debemos ir en busca de las esmeraldas —ordena Sonic—. Nos quedan tres de cada tipo.

—Probablemente Eggman haya escondido alguna en el dique de la ciudad, ya sabes, como un recordatorio —deduce Shadow.

—No perdemos nada con ir —asiente Tails.

—Próxima parada: el dique de Hidro City —establece Silver.


  Luego de que Blaze firmara todos los papeles necesarios y que el doctor me diera algunos calmantes por si me dolía la herida, salimos del hospital. Yo ando en una silla de ruedas, porque aún no tengo mucha movilidad. Blaze la empuja. Alrededor mío, mis amigos hablan y se ríen sin cesar. Según me contaban, ha estado lloviendo a cántaros mientras me operaban. Ahora, el cielo tiene algunas nubes negras pero puedo distinguir un bello atardecer. Y, atravesando el cielo, veo un arcoíris precioso.

  A pesar de lo que acabo de pasar, logro esbozar una sonrisa optimista. Porque, después de la lluvia, siempre aparece un arcoíris.

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora