54| El Edificio Rose

1.2K 127 48
                                    

AMY

—Debo irme. No se preocupen por mí —me despido, tratando de controlar las lágrimas que se asoman por mis ojos.

Cierro los ojos con fuerza antes de observar al erizo frente a mí.

—Lo lamento —añado en un susurro.

Termino la llamada antes de oír la respuesta de mis amigas. Él me arrebata el celular de mis manos y lo arroja contra una pared, rompiéndolo en miles de pedazos.

—Para asegurarme de que nadie más nos interrumpirá —se excusa Scourge, alzando los hombros. Vuelve a amarrarme las manos con una soga—. Si me disculpas, debo ir a hablar con tus padres nuevamente. Ni intentes hacer una locura, preciosa.

Antes de irse, me arrastra hasta el armario más cercano y me encierra allí, sentada en medio de la oscuridad. Logro oír el momento en que sale de mi antigua habitación y rompo en llanto. ¿Cómo es que llegué a esto?

  Esta mañana debía pasar por el edificio de mis padres antes de ir a la escuela, y así entregarles los resúmenes de mis gastos (una de las condiciones para vivir sola es hacer esto todos los santos meses). Me llevé una gran sorpresa al encontrar a Scourge the Hedgehog desayunando con ellos. Quise salir corriendo antes de que me viera, pero fue demasiado tarde: el maldito me alcanzó rápidamente, y mis papás ni siquiera se enteraron de la situación. No pude gritar, ya que él me lo impidió. Así que terminó encerrándome en el enorme vestidor de mi antigua habitación; esta se encuentra en el piso nueve, mientras que el comedor está en el cinco. Sí, creo que mis abuelos exageraron al construir este edificio.

Aún no entiendo qué hace Scourge aquí. Ni tampoco por qué me encerró. ¿Y si intenta asesinar a mis padres? Eso tiene mucho sentido: si los mata, robaría todo el dinero y huiría. O tal vez planeó mi secuestro para que paguen por mi rescate. O simplemente esta loco.

Pierdo la noción del tiempo. No sé si habrán pasado minutos u horas, pero aquí adentro todo parece ocurrir a la velocidad de un caracol. Me llevo un gran susto al oír la puerta del vestidor abrirse. Scourge ingresa al pequeño lugar con una media sonrisa plasmada en el rostro y una pícara mirada. El vestidor se ilumina un poco gracias a la luz proveniente de mi habitación. Un escalofrío recorre mi espalda cuando el se agacha para estar a mi altura.

—Tus papis ya se fueron a trabajar, preciosa —me informa.

  Ellos se van a su trabajo a las tres de la tarde. Vaya, ¿tanto tiempo estuve aquí adentro?

—¿Qué quieres? —escupo, frunciendo el ceño. Trato de mostrarme fuerte aún cuando por dentro estoy aterrada.

Scourge comienza a juguetear con mis púas, enredándolas en su dedo índice. Su mano izquierda roza mi muslo. Se acerca tanto a mi rostro que su nariz toca la mía.

—Divertirme contigo, nada más —responde con timbre ronco, mordiéndose el labio inferior.

De solo imaginar lo que pretende me dan ganas de vomitar. Con un grito salvaje, le doy un cabezazo que logra alejarlo. Eso no se lo esperaba.

—Ni se te ocurra poner una de tus sucias manos sobre mí, idiota —le espeto, viendo cómo se soba su cabeza del golpe.

—Si piensas que con un simple golpe puedes alejarme estás muy equivocada, preciosa —dice, acercándose nuevamente—. De todas formas, no puedo hacerte nada. Si tus padres se enteraran me asesinarían.

Sigo sin comprender por qué hace esto. Mi mente es un remolino de pensamientos.

—Dime qué mierda quieres, Scourge.

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora