90| Días Negros

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TAILS

  Lo que había comenzado siendo una alegre festividad, terminó convirtiéndose en un horrible baño de sangre. El día que se suponía que sería el mejor en la vida de Vector, pasó a ser el peor. La felicidad que reinaba en el parque fue reemplazada por el silencio. Y todo esto gracias a Scourge.

  Es increíble cómo en tan poco tiempo tu mundo puede cambiar. Me cuesta mucho digerir el hecho de que Vainilla ya no se encuentre aquí con nosotros. Si a mi me ocurre eso, no quiero ni pensar en cómo se siente Cream.

  Ella y su madre tenían una hermosa relación, la que todo padre quisiera tener con su hijo. Hasta donde sé, solían ser muy unidas, y no acostumbraban a pasar mucho tiempo alejadas. Pero ahora, todo ha cambiado. Cream debe afrontar lo que queda de su adolescencia sola; sin ningún guía que la ayude en los momentos más difíciles, sin una madre que la acompañe en cada paso.

  Después de haber acabado con la vida de Scourge, llamamos de inmediato a la ambulancia. Sonic y Shadow se llevó el cadáver del erizo verde, ya que si se enteraran que él lo asesinó, iría preso. Probablemente lo entierren en un lugar remoto e imposible de rastrear. Esto logra calmar un poco mis nervios; después de años, el asesino de mi padre recibió su merecido.

  Permanecí junto a Cream el mayor tiempo posible gracias a lo que Blaze me aconsejó. Conozco a la perfección la horrible sensación de perder a un ser querido muy cercano a ti. Aún así, no logré separarla de su madre. Intentó quedarse con ella todo el tiempo. Le costará horrores aceptar que Vainilla se fue para siempre.

  La ambulancia no tardó mucho en llevarse el cuerpo sin vida de la coneja. Todos fuimos testigos del momento en que la colocaron en una camilla y la cubrieron con una manta. Lágrimas seguían cayendo de los ojos de Vector, solo que en completo silencio. Cream, en cambio, sollozó y se ahogó en su propio llanto repetidas veces.

  Dos días después sucedió el funeral. El Sonic Team decidió no asistir a clases aquel día, porque debíamos acompañar a Cream durante el duro camino que le tocó recorrer. Era un día gris, de esos que intuyes que lloverá pero aún así no sucederá. Hacía frío, mucho frío. Los invitaros fueron vestidos, en su mayoría, de negro.

  El cajón fue enterrado y tapado por tierra. Una vez que el proceso finalizó, los presentes dejaron millones de flores sobre la tumba. La lápida tallada de piedra apenas podía distinguiese entre la gran cantidad de tulipanes naranjas y blancos.  

  Ahora nos encontramos en la casa de Amy, donde se lleva a cabo la recepción después del funeral. Charlamos desganadamente en el living room, abarcando temas insulsos como la rutina escolar. Ninguno saca a colación a Infinite o a Mephiles, no sé si porque no queremos ocuparnos de eso o porque no es el momento de hablarlo. Aún así tenemos los días contados; la Master Emerald continúa en las garras del mal y esos dos maniáticos están sueltos. Viendo el vaso medio lleno, las Chaos y Sol Emeralds están bajo nuestro cuidado.

No veo a Cream por ninguna parte, cosa que no me resulta extraña para nada. En una situación como esta, yo también evitaría a toda costa el funeral de mi madre. Me alejo de mi grupo de amigos para dirigirme hacia los Chaotix. Vector platica con los padres de Vainilla pacíficamente, mientras que Espio y Charmy hacen uso de sus móviles.

—Hey —los saludo ni bien me acerco—. ¿Saben dónde puede estar Cream?

El camaleón y su acompañante levantan la vista de sus pantallas para observarme.

—Está en su cuarto, y no quiere hablar con nadie —responde Charmy de mala gana.

Asiento de forma agradecida y me doy la vuelta, dispuesto a dirigirme al cuarto de la coneja. Pero antes de que pueda hacerlo, la abeja toma mi muñeca y me detiene.

—¿Qué te hace pensar que contigo sí quiere hablar? —inquiere.

  Observo su ceño fruncido algo confundido.

—No pierdo nada con intentarlo —contesto alzando los hombros.

  Me zafo de su agarre y camino rumbo a la habitación de Cream, ignorando por completo la forma en que la abeja me cuestionó. Arribo a la puerta de madera y golpeo tres veces. Aguardo unos segundos, pero nadie responde. Decido entrar sin el permiso de la coneja, temiendo lo que podría encontrarme ahí dentro.

Cream dormita en su cama pacíficamente. La habitación es un caos: hay ropa desparramada por todo el suelo, papeles de chocolates decoran su pequeño escritorio y la cama está desordenada (ignorando el hecho de que ella está ahí). Rayos de luz solar se cuelan a través de la ventana. Me acerco a la coneja procurando no despertarla. Se ha dormido sosteniendo una fotografía de ella y su madre. Esbozo una sonrisa lastimera sin poder evitarlo, para luego quitarle la imagen y arroparla con algunas sábanas. Dando mi trabajo por hecho, me dirijo a la salida.

—¿Tails?

La dulce voz de Cream hace que me detenga en seco. Me doy vuelta y levanto mi mano derecha en forma de saludo.

—N-no quería despertarte —balbuceo—. Ya me estaba por ir.

—Quédate —me suplica con un hilo de voz—. Por favor.

Asiento sin pensarlo dos veces y vuelvo a acercarme a la cama. Cream me hace un espacio y me invita a acostarme junto a ella. Dubitativo, lo hago. Me acomodo de tal forma que nuestros rostros quedan a centímetros de distancia. Siento su suave respiración chocar con mi rostro. Nos observamos a los ojos en silencio.

—Gracias —musita, esforzándose por esbozar una pequeña sonrisa.

—No hay de que —le devuelvo el gesto—. Descansa, Cream.

Sin dudarlo dos veces, la coneja cierra los ojos, volviendo a sumirse en un profundo sueño. Yo permanezco despierto unos minutos más, contemplando cada detalle de su rostro. Pero, al poco tiempo, termino cayendo en los brazos de Morfeo.

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora