SONIC
Definitivamente odio la escuela. Levantarse de madrugada, las toneladas de tarea, el tiempo malgastado... Lo único bueno son mis amigos, que me distraen de todo el infierno escolar.
Maldigo internamente al oír la alarma matutina. La apago a regañadientes, y me pongo de pie. Completo mi rutina de siempre: me lavo los dientes, desayuno, y salgo hacia la escuela. Pero antes de llegar, paso por la casa de Tails, así caminamos juntos.
Toco la puerta de su casa y aguardo a que me abra. Pasan varios segundos, comienzo a impacientarme. Toco nuevamente, solo que con más fuerza. Nadie abre la puerta. Qué extraño, Tails es la persona más responsable y puntual que conozco.
Decido ir a ver el garaje, porque él pasa la mayor parte de su tiempo allí. Corro velozmente hacia el garaje y abro la puerta desesperado. Y allí está; dormido en su escritorio, su cabeza sobre unos planos y un hilo de baba cayendo de su boca. Será un año menor que yo, pero siempre lo voy a ver como mi hermano bebé.
De todas formas, es hora de que el bebé despierte.
—¡¡TAILS!! —grito en su oreja.
El zorro levanta la cabeza asustado, con sus ojos desorbitados llenos de lagañas y su cabello revuelto.
—¿Eh? —pregunta adormilado. Lo tomo de los hombros y lo sacudo.
—Despierta, Tails, llegaremos tarde a la escuela —le digo, ahora con un tono suave.
Sus ojos se abren de par en par. Se pone de pie rápidamente y se va corriendo a su casa, soltando maldiciones. Yo lo sigo, calmado, y aguardo unos minutos en la puerta de entrada.
Cinco minutos más tarde, Tails sale por la puerta principal con su mochila en los hombros, los cordones desatados y una taza en su mano derecha.—Nuevo récord —digo riéndome. Comenzamos a caminar con paso apurado hacia la escuela—. ¿Por qué...?
—¿Me quedé dormido en el garaje? —completa la pregunta—. No recuerdo muy bien. Las chicas se fueron, luego ustedes, y yo me quedé en la computadora buscando... ¡Cierto!
Saca de su mochila la tableta. La desbloquea con rapidez y me enseña un mapa del país.
—Encontré cinco posibles lugares donde Eggman Nega podría estar ocultándose —me explica, señalando cada punto rojo—. Este de aquí es Green Hill, luego tenemos Chemical Plant, también está Park Avenue, otra posibilidad es Wave Ocean y, finalmente, Hidro City.
Un escalofrío helado recorre mi columna vertebral y mi cuerpo se tensa cuando termina de pronunciar el nombre de esa ciudad. Malos recuerdos salen a flote en mi mente, y los ahuyento sacudiendo mi cabeza.
—Yo diría que comencemos con la más cercana, Park Avenue. Luego con Wave Ocean, así aprovechamos el fin de semana en la playa y después con Green Hill, que nos queda camino a Hidro City, que sería la siguiente. Y terminamos con Chemical Plant, esa fábrica de químicos de Hidro. ¿Te parece?
Asiento nervioso, pues está pronunciando esa maldita ciudad más veces de las que debería.
—Oye, ¿estás bien? —me pregunta el zorro mirándome confundido.
—Sí, Tails. Estoy perfectamente —respondo falsificando una sonrisa bastante convincente—. Sólo pensaba.
Llegamos a la escuela justo en el momento que en el que el timbre comienza a sonar. Intercambiamos miradas de "oh mierda" con Tails y corrimos en direcciones opuestas, dirigiéndonos hacia nuestros salones. Entro por la puerta del aula, captando la atención de todos los presentes, y me apresuro en llegar a mi asiento, junto a Silver. Él me mira de arriba a abajo.
—¿No sonó el despertador? —pregunta, sacando su libro de historia de la mochila.
Rayos, no tuve tiempo como para ir a mi casillero y agarrar mis libros.—No, Tails se quedó dormido —respondo, suspirando.
—¿Tails? ¿Dormido? Se supone que él es responsable de los dos.
—¡Oye! —exclamo a la defensiva—. Tienes razón.
Silver ríe entre dientes.
—Se quedó dormido sobre su computadora, mientras buscaba posibles escondites de Nega —explico.
—¿Tuvo suerte?
—Encontró cinco. Así que supongo que sí.
—Genial.
La profesora Kristen ingresa al salón seguida por la gata, Blaze. Silver se acomoda en su silla.
—Alumnos, les presento a su nueva compañera —anuncia, indicándole a la felina que se presente.
—Hola, soy Blaze the Cat y... —su mirada divaga unos segundos por el lugar, observando a mi compañero de al lado por largos microsegundos—. Y es un placer estar aquí, supongo.
—Esa es la actitud —le sonríe Kristen. Luego, le indica que tome asiento junto a Mina Mongoose. Blaze se dirige hacia ella, y las clases continúan con normalidad.
—¡Buenas noticias! —exclamo, buscando llamar la atención de los presentes.
Los nueve (Amy, Shadow, Tails, Cream, Rouge, Knuckles, Silver, Blaze y yo), estamos sentados en una de las mesas de afuera, disfrutando del receso del almuerzo.
—Tails ha encontrado cinco posibilidades en cuanto a la locación de Eggman Nega —explico—. Green Hill, Park Avenue, Wave Ocean, Chemical Plant y... —juré que nunca más nombraría esa ciudad, y estoy dispuesto a cumplir esa promesa—. No recuerdo muy bien el último lugar.
—Hidro City —termina Tails. Intercambiamos miradas fugazes con Shadow.
—¡Asombroso! Siempre quise conocer Hidro City —dice Amy.
¿Por qué, Amy? Habiendo tantas ciudades en Mobius, eliges justo la que menos me agrada. Tenías que ser tú.
No me doy cuenta de que Amy me está sonriendo, y parece que está así desde hace varios minutos. Espero no haber trasmitido mi sensación de odio a mi rostro. También espero que Amy no sea capaz de leer mentes.
—Muchas gracias por ayudarme, Tails —agradece Blaze esbozando una cálida sonrisa—. Bueno, gracias a todos. No sé que hubiera sido de mi si habría hecho esto sola.
—Awww, no es nada Blazey —responde Amy dándole un gran abrazo.
—Tal vez, mientras buscamos a Nega, podemos buscar también las Chaos Emeralds para Silver. Así matamos dos pájaros de un tiro —ofrece Cream, mirándolo.
Al parecer, el erizo plateado se asustó al oír su nombre. Medita su respuesta durante segundos.
—Perfecto —sonríe. Hay algo en su tono de voz que no me agrada mucho.
—Entonces empecemos en cuanto antes. —propone Shadow.
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Escuela Chaos
FanficSilver despertó en un lugar desconocido para él. Había vuelto al pasado sin querer, y no existe forma de volver a su hogar. Sin embargo, Sonic y sus amigos están dispuestos a darle una mano. Todo parecía ir viento en popa cuando una gata y un nuev...