08| Casa de Verano

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KNUCKLES

—¡Woah, Amy! ¡Esta sí es una mansión! —exclamo, ni bien ingreso.

  Luego de lo ocurrido en Park Avenue, decidimos pasar la noche del viernes, el sábado y el domingo en Wave Ocean. Dio la casualidad que Amy conocía un lugar en donde quedarnos. Entonces volvimos a Central City para hacer las maletas, y acordamos en encontrarnos en el lugar de Amy. Y ahí estamos.

  La casa no es casa; es una gran mansión con salida a la playa. Cuando entro, veo un gran living con tres sillones, una alfombra blanca muy suave, una pantalla gigante y una mesita. Las ventanas van del techo al suelo, y tiene vista al mar. También hay una chimenea eléctrica. Luego está el comedor: una larga mesa de vidrio con doce sillas y una araña (esa luz que cuelga) en el medio. La cocina es súper moderna, toda blanca y de mármol. Estos tres ambientes están conectados entre ellos (no hay paredes ni puertas).

—Siéntanse como en casa, chicos —nos dice Amy, cerrando la puerta y dejando su maleta junto a la gran escalera—. Dejen su equipaje aquí, cenemos y después organicemos cómo dormiremos.

—¿Por qué nunca estuve aquí? —pregunta Rouge, regañando a Amy. Si fuera una caricatura, sus ojos serían dos corazones: parece estar muy enamorada de la mansión.

—Es la casa de verano de mis padres —explica la eriza rosada.

—Si esta es la casa de verano, me pregunto qué tan grade será la casa de verdad —dice Silver.

—No tanto, es un edificio en Central City.

—¿Viven en un departamento? —pregunta Silver, extrañado.

—No, genio, escúchame cuando hablo —responde Amy con los ojos en blanco—. Dije un edificio.

Todos los presentes abrimos nuestras bocas, sorprendidos.

—¡Y nunca nos contaste! —la reprende Sonic, ofendido.

—Nunca preguntaron —replica la eriza. Luego, camina hacia la cocina —. Ahora díganme: ¿qué quieren comer?



Imagínense: se encuentran en una mansión de unos multimillonarios, con una cocina muy lujosa y todos los alimentos que se puedan imaginar. ¿Qué comerían? ¿Fruta? ¿Un plato gourmet? ¿Un batido? ¿Un pastel?

La respuesta es obvia: delivery.

Terminamos llamando a la pizzería de siempre (Hawk's Pizzas). Encargamos seis cajas, con distintos condimentos. Aunque cuatro de ellas eran de queso.

  Ahora estamos los nueve compartiendo la cena, contando anécdotas, chistes e incluso situaciones vergonzosas.

—Oigan, escuchen esta. Una vez Sonic y yo —relata Shadow— estábamos en los bolos, obviamente, jugando a los bolos. Entonces lo reté a que no podía coquetear con una eriza de allí. El aceptó, y fue con la chica. ¿Adivinen qué? La chica tenía novio. Pero no era cualquier novio, era un jugador de rugby. Muéstrales, Sonic —le ordena al erizo azul, mientras trata de aguantar la risa.

  Sonic resopla y se pone de pie. Luego, nos da la espalda y separa sus púas de la cabeza. Vemos un gran moretón violeta, amarillo y verde.

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