76| Bolas de Nieve

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SILVER

  Acomodo una vez más mis orejeras antes de volver a tocar la puerta. Segundos más tarde, esta se abre y revela a una eriza rubia detrás de ella.

—¿Silver? ¿Qué haces aquí un martes? —inquiere, extrañada.

—Hola, María —la saludo moviendo mi mano izquierda de un lado a otro—. ¿Está Blaze aquí?

—Justo aquí —anuncia la felina morada, apareciendo en escena.

  Esquiva a María y atraviesa el umbral para saludarme con una sonrisa. Trae puesto algo similar a su ropa de siempre, solo que cambiaron algunos detalles en cuanto a colores y botas en vez de zapatos; es un estilo más invernal. La eriza nos contempla muy confundida, con la boca algo abierta.

—E-esperen un segundo —ordena, cuando ve que estamos dispuestos a irnos—. ¿Acaso ustedes...?

—No me esperes para la cena —le avisa Blaze, mientras ingresa al elevador. Yo le sigo de cerca.

—¡No dijiste nada! —le reclama María, indignada—. ¡Ibas a tener una cita con Silver y no fuiste capaz de avisarme!

—¡Adiós, María! —le sonrío alegremente antes de que las puertas del elevador se deslizaran ante mí, cerrándose por completo.



 
—¿Y qué tienes planeado? —me pregunta la felina, después de haber caminado durante unos diez minutos.

—Verás, es algo muy simple —confieso—. Ultimamente la temperatura ha descendido bastante, y una de sus notables consecuencias fue...

  Justo en el momento en que doblamos la esquina, le señalo un parque cubierto de nieve: las copas de los árboles, el césped y los juegos para niños poseen una capa de color blanco sobre ellos. No hay mucha gente debido a que es día de semana y ya está anocheciendo, aunque hay algunas personas haciendo ejercicio y trotando alrededor de la plaza.

—Quizás no es lo que tu esperabas, o tal vez odies la nieve, o es algo muy infantil para alguien como tú. Así que si no es de tu agrado no dudes en decírmelo e iremos al cine, ¿de acuerdo? —me defiendo rápidamente, ante cualquier pensamiento negativo que atraviese su mente.

—Silver...

—He leído en algún lado que esta semana hay buenas películas. ¿A ti te gustan las palomitas? Yo las adoro, pero si a ti no te gustan pediremos dulces o lo que sea.

—Silver, el parque es precioso —interrumpe mi catarsis, sonriéndome de manera dulce—. Es la primera vez que veo tanta nieve en un solo lugar.

—¿Acaso no conocías la nieve? —inquiero, anonadado. Ella niega con la cabeza—. Por Chaos, ¡esto será muy divertido!

  Acto seguido, tomo la muñeca de Blaze con mi mano y la arrastro hacia el parque. Hay tantas cosas que podríamos hacer, no sé por dónde comenzar. Observo mi alrededor en busca de una actividad perfecta para la ocasión. Diviso a lo lejos una montaña de nieve blanquecina y, cual niño con sobredosis de azúcar, la emoción recorre mis venas febrilmente.

—¿Y si hacemos un muñeco? —le propongo a mi compañera.

  Al no recibir respuesta me giro a verla, pero no la encuentro. ¿Dónde diablos se metió? Esto me pasa por distraerme tan fácil con cualquier estupidez. ¿Qué tal si no le gustó la idea? Digo, es una gata con poderes de fuego. Ese elemento y el frío no se llevan para nada bien. ¿Qué tal si ahora me odia por ser tan idiota? Estúpido Silver, una vez que reúnes todo el valor posible para invitarla a salir, desperdicias la oportunidad como un campeón...

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora