Fue imposible no esbozar una sonrisa al escuchar aquello. Su inocencia salía a flor de piel, se veía cómo un chico que necesitaba amor, cariño y atención; por supuesto, yo le daba todo lo contrario a eso, pero aún así sentía que lo estaba ayudando de alguna u otra manera. Quería que me hablara sobre su vida, pero consideré que debía esperar a que el tiempo pasara.
—Es por tu salud, bebé. No quiero que te enfermes, ¿después cómo te follo?
Él me miró desconcertado, arrugó ligeramente su ceño y se separó de mí.
—Digo —me retracté—, no es por eso, es que...
—Ya, ya lo sé —interrumpió—. No tiene que sentirse apenado, es por eso que desgraciadamente estoy aquí.
—¿'Desgraciadamente'? —bufé—. ¡Pero si es lo mejor que te ha pasado en la vida!
—Viéndolo de esa forma... tiene algo bueno, pero no por eso significa que me guste.
«Ah, pero bastante que gemías», pensé.
—Gemía porque es obvio, me da... placer las cosas que usted hace —murmuró. Parecía que hubiese leído el pensamiento o mi expresión me delató—, pero siempre termino traumado y queriéndome largar de aquí.
—Si te largas, como dices, ¿a dónde irías? Supongo que a casa de tus papás dónde vivías antes ¿verdad?
—No. Allá jamás.
—¿Por qué? —indagué. Quería, o más bien: necesitaba, saber más sobre eso.
—No le voy a decir —contestó—. Es algo muy personal.
—¿Cuándo me piensas contar?
—Por los momentos... nunca. No quisiera hablar de eso.
—¿Pasó algo malo allá? —le pregunté.
—Dije que no quería hablar sobre eso —repitió—. ¿Puede respetar mi decisión?
—Castigo por eso.
—¿¡Qué!? —palideció al instante—. ¡No, otra vez no!
Me levanté del colchón, di la vuelta hasta donde estaba él y me senté en el borde de la cama. Paul se sentó, encogió sus piernas y me miró aterrado. Posicioné mi mano sobre su mentón y lo acaricié, al momento en que lo miraba a los ojos; aquellos estaban rodeados de pestañas largas y abundantes, las cuales estaban algo húmedas.
—Qué lindo eres, bebé. Me encanta tenerte aquí conmigo, para hacerte todo lo que yo quiera. No sabes cuánto deseaba este momento. Desde que te vi me obsesioné contigo. Te quiero solo para mí, ¿entendiste? Eres mío nada más.
Su respiración comenzó a acelerarse, su labio inferior se movía muy poco, tragó en seco y fue apartándose poco a poco de mí. Sabía que mis palabras le habían causado terror.
—No, no te asustes —le dije, compadeciéndome de su semblante y tocando su boquita—. Dale a daddy un besito aquí —toqué mi mejilla.
Paul me miró extrañado, se acercó lentamente a mí y estampó sus labios en la zona indicada.
—¿Ves que todo es más fácil cuándo haces lo que yo digo, bebé?
—Ojalá siempre fueran besitos en la mejilla —murmuró.
De inmediato me levanté, lo tomé del antebrazo y obligué a que se levantara; él, extrañado por mi repentina reacción, lo le quedó de otra que ponerse de pie. Le iba a decir algo, pero alguien tocó la puerta un par de veces y me vi obligado a soltarlo.
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Naughty Daddy ➳ McLennon
Fanfiction―¿Lo estás disfrutando, bebé? ―Sí, ah... ¡hágalo más rápido, d-daddy! Se prohíbe su copia y/o adaptación. Todos los derechos reservados. Fecha de inicio: 27.02.2018 Fecha de culminación: 25.06.2018