Capítulo XXVIII.

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   Acorralé a Paul a la pared, al tiempo que besaba su cuello e iba desabotonando la camisa de forma abrupta. Me causó escalofríos cuando sentí nuestras intimidades frotarse entre sí, pero eso me impulsó a seguir con mi objetivo, que era desprender su camisa. Logré tirarla a un lado y me dediqué a ver su pectoral, al tiempo que Paul hacía lo mismo con mi camisa.

   Cuando estuvimos sin nuestras prendas superiores, lo tomé de la cintura y le di un giro, para después dar pasos torpes hacia la cama. Al estar ahí, lo aventé y no tardé mucho en posicionarme sobre él, sin descargar todo el peso de mi cuerpo.

   —Uhm —besé su cuello varias veces—, bebé...

   Se me escapó un jadeó cuando Paul dio un apretón en mi intimidad, logrando que mi pene se tornara más rígido. Despegué mi cuerpo del suyo, apoyé mis rodillas en la cama, dejando que sus piernas quedaran debajo de mí. Estando en esa posición, él comenzó a desabrocharme el cinturón.

   Paul se lamió los labios al ver mi pene erecto en la tela blanca del bóxer. Me bajé de la cama cuando vi que sus intenciones eran sentarse en el borde de la misma. Pasó una mano por la zona, logrando que saliera líquido pre-seminal.

   —Ahg, bebé —gruñí, cuando metió la mano por dentro del bóxer para sacarlo—. Qué descarado.

   Pasó la lengua por la punta, haciendo que se tornara más rígido. Lo metió en el interior de su boca, di unas cuantas lamidas y tan pronto como empezó, terminó. Se dedicó a terminar de quitarme el pantalón, por lo que yo hice lo mismo con mis zapatos con ayuda de mis pies.

   Cuando estuve en ropa interior, él miró mi cuerpo desnudo y se levantó para rodearme los brazos, al momento que me besaba los labios con exaltación y yo quitaba el resto de sus prendas.

   Aún de pie, metí mi mano por el interior de su bóxer, logrando palpar su pene. Comencé a masturbarlo de forma suave, sintiendo sus gemidos dentro de mí boca, aún en medio del beso lascivo.

   —Mmh, d-daddy... ¡ay, me pellizcó!

   Yo no pude evitar soltar una pequeña risa. Me había causado gracia la manera en la que lo dijo, y como no fue mi intención hacerlo, le pedí disculpas dándole un besito en la mejilla que lo hizo sonrojar.

   —Ah... a-ah... —se dejó caer en el colchón y dejó sus piernas ligeramente abiertas—. Mmh, hágalo, por favor —pidió—. Rómpame el trasero...

   Esbocé la más lúbrica de mis sonrisas y me di la vuelta, para ir hasta el armario. Faltaban pocos días para que el contrato acabara y si de algo estaba seguro, era que lo iba a disfrutar al máximo e iba a probar todos los artefactos eróticos que me había estado guardando.

   —¿Qué va hacer? —preguntó, con un toque de inocencia que lo hacía ver tierno.

   No le respondí, tomé mis dos pares de esposas y el antifaz, y volví a colocarme frente a él. Al ver lo que traía en manos, su semblante cambió drásticamente y apegó su espalda a la cabecera de la cama, lo que facilitó mi trabajo.

   —Te va a gustar —aseguré, en un suave susurró que le erizó la piel y lo hizo jadear.

   Coloqué una esposa en la esquina de la cabecera y luego lo enganché a su muñeca; repetí el mismo proceso con la mano derecha y luego le vendé los ojos, haciendo que quedara atado de manos y sin poder ver absolutamente nada: me había encargado de escoger un antifaz bastante oscuro.

   Llevé mis manos hasta su cintura y bajé su bóxer por sus piernas, las cuales estaban ligeramente abiertas, y lo lancé a un lado. Abrí un cajón de la mesita de noche, saqué un preservativo de chocolate y lo abrí, para después ponérmelo en el dedo índice y medio.

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora