Capítulo IX.

5.5K 404 701
                                    

   Desperté porque sentí algo húmedo en mi mejilla, abrí mis ojos y lo primero que vi fue a Tim sobre mi pecho y pasando su lengua por mi nariz. Dejó de hacerlo, ronroneó y se acostó, ocultando su cabeza en mi hombro.

   Iba a mover mis brazos para bajarlo, pero me di cuenta que el derecho estaba atado o algo así; giré mi rostro y se me escapó una risita cuando vi a Paul enredado en mi brazo y con su rostro en mi hombro. Estaba plácidamente dormido, sus pestañas hacían sombra en sus pómulos, su boquita estaba ligeramente abierta y su respiración era un suave vaivén.

   —Paul... —y comencé a mover mi brazo para que se despertara—, Paul...

   —¿Mhm?

   Me soltó, abrió sus ojos, parpadeó un par de veces y los rascó.

   —¡Mierda, olvidé buscar a Cynthia!

   Paul se sobresaltó debido al grito, se arropó con las sábanas y me miró con nervios. Iba a levantarme, pero al darme cuenta que no podía hacer nada al respecto, decidí seguir acostado. Después le inventaría cualquier excusa coherente.

   —Quita a tu pulgoso de mi cuerpo.

   Agarró a Tim lo jaló con suavidad, pero el felino engancho sus garras a mi albornoz y fue casi imposible. Después de varios intentos, logró quitarlo.

   —Qué asco —murmuré, sacudiendo algunos pelitos negros que había en mí pecho—. Espero que tengas más cuidado con esa cosa porque no voy aceptar otro comportamiento así, ¿me oíste?

   Acunó al gato entre sus manos, como si se tratara de un bebé, le hizo mimos, acarició sus orejas y después lo colocó en el suelo.

   —¿¡Me oíste!? —grité.

   —Sí, es solo que...

   —¡Cállate! Ve a tu cuarto y llévate a tu asqueroso gato.

   Él asintió, quitó las cobijas de su cuerpo y se levantó. Se agachó para tomar a Tim, caminó hasta la puerta y salió de ahí. Podía notar que mi presencia le incomodaba bastante, por lo que se apresuró a irse. En fin, no era el único que odiaba estar conmigo.

   Suspiré al quedarme solo. De seguro tendría que inventarle una buena excusa a Cynthia porque debía estar furiosa. Estiré mi mano en dirección a la mesita de noche, agarré el móvil y al encenderlo, había nada más una llamada de ella y un mensaje. Me extrañó mucho aquello, ya que siempre solía ponerse como loca cuando yo le faltaba en cosas como esas. El mensaje era muy breve, pero eso bastó para sentirme tranquilo y tener el día sin tantas responsabilidades: "Me voy a quedar en casa de Pattie el resto del día, no es necesario que me busques. Te amo, mi John".

   Dejé el móvil en el mismo lugar, verifiqué si tenía batería y al percatarme que tenía menos de la mitad, lo enchufé. Estiré mis brazos, solté un bostezo y me levanté para ir al baño de mi habitación. Cuando llegué, observé mi rostro en el reflejo del espejo y suspiré; froté mi rostro con ambas manos y procedí a lavarlo con agua fresca, después cepillé mis dientes.

   Luego de darme una agradable ducha de agua tibia, fui al guardarropa para elegir mi atuendo. Opté por una camisa gris con rayas horizontales muy delgadas de color blanco, enrollé las mangas hasta mis codos y solté los dos primeros botones; el pantalón era gris, muy bien planchado y los zapatos de color negro ligeramente brillantes.

   Salí de mi recámara para ir hacia la de Paul, toqué tres veces, luego coloqué la mano en la perilla y la giré, logrando un suave rechinar. Él giró su rostro hacia donde estaba yo, estaba aplicándose perfume y ya estaba vestido: su camisa era una blanca muy simple, pantalón de mezclilla y zapatillas negras.

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora