Paul me miró con una pequeña sonrisa y sus ojos se tornaron más brillantes de lo que ya estaban. Me resultó imposible no besarle los labios de manera suave y, en eso, un bulto comenzó a crecer debajo en mi entrepierna.
La razón por la que no le había dicho (ni lo había llevado) de eso, era por dos cosas: la primera, quería que le agarrar gusto a lo que yo le hacía, para no causarle un trauma; la segunda, me tomaba eso de 'lo mejor para el final' muy en serio.
—Ah... —jadeó, cuando llevé mis besos hasta sus clavículas y las chupé. Enredó sus dedos en mis mechones castaños, al tiempo que hacía sutiles movimientos con su cintura, logrando que roce de nuestras intimidades—. Mmhm... —se lamió los labios y los mordí.
—Vamos... te va a gustar —aseguré.
Logré levantarme y de inmediato él enredó sus piernas en mi torso, y se aferró aún más a mi cuello para no caerse. En medio de besos desenfrenados y pasos torpes nos dirigimos a las escaleras, las cuales subí con un ligero tambaleo.
—¿Me vestiré de gatito?
Paul se estaba volviendo perverso y eso me gustaba... aunque, pensándolo bien, el 'juego' le estaba gustando más de lo debido, y debía cuidarme, porque podía ser follado por él y eso jamás.
—Tengo uno especialmente para ti, muñeco —susurré, ocasionándole un placentero escalofríos por todo el cuerpo.
—Póngaselo usted.
Separé mi rostro de su cuello y lo miré, sin dejar de transitar por la otra ala del pasillo.
—No, bebé —le dije—. Ni loco.
Él se sonrió, soltó una mano de mi cuello y el dedo lo pasó por la comisura de mis labios, para luego besar los mimos de forma suave.
—Entonces haré otra cosa.
—¿Otra cosa? —pasé saliva por mi garganta y me detuve frente a esa puerta—. ¿Qué clase de 'cosa'?
—Muchas.
Lo bajé de mis brazos y cuando estuvo a mi lado, le dediqué una mirada insegura, al tiempo que giraba la perilla para poder abrir la puerta. Al hacerlo, las mejillas de Paul casi estaban del rojo de las paredes y sus ojos más brillantes que los focos de iluminación que había en el techo, los cuales encendí segundos después.
Me adentré a paso lento, cerrando la puerta con seguro y con algo de nervios: Paul era capaz de todo.
Se dio la vuelta para verme (pues estaba detrás de él) y me sonrió. Pronto cortó la poca distancia que teníamos con un beso. Enredé mis manos en su cintura y sentí escalofríos cuando las suyas se escabulleron por dentro de mi camisa, haciendo contacto con mi espalda. Segundos después, la prenda inferior yacía en el suelo.
Bajó sus besos has mi cuello, para después llevar sus manos a mi pantalón deportivo y bajarlo. Acarició mi pene por encima del bóxer, haciéndome gemir dentro de su boca. Aquella acción fue un deleite para él porque en seguida su erección chocó con la mía.
Terminé de desvestirme y, cuando mi única prenda era el bóxer, Paul se quitó el albornoz azul que cubría su perfecto cuerpo.
—Acuéstese.
—¿Qué? —lo miré con el ceño fruncido y, al notar mis nervios, él se sonrió, causándome algo de tranquilidad.
—Haga lo que yo le pido... le va a gustar.
Pase saliva por mi garganta y desordené mi cabello, al tiempo que daba pasos en dirección a la cama de sábanas rojas. Me acomodé sobre la misma, con mi cabeza pegada a la almohada y mi cuerpo rígido.
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Naughty Daddy ➳ McLennon
Fanfiction―¿Lo estás disfrutando, bebé? ―Sí, ah... ¡hágalo más rápido, d-daddy! Se prohíbe su copia y/o adaptación. Todos los derechos reservados. Fecha de inicio: 27.02.2018 Fecha de culminación: 25.06.2018