Capítulo XLII.

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   El mencionado se sonrió, al tiempo que acariciaba a Tim, el cual había pasado cerca de sus pies mientras emitía un leve ronroneo.

   —Deben poner una fecha —nos dijo—. Es lo más lógico, ¿no?

   —Paul quiere los gatos tengan sexo primero.

   —¡John, yo no dije eso! —bramó—. Nada más quiero que los gatitos estén ese día.

   —Sería bonito —Stuart se sonrió—. Me agrada la idea.

   —Deberían follar de una vez.

   —¿¡Ustedes!? ¿¡Ahora!? ¡No, yo me voy! ¡No quiero escucharlos!

   —Los gatos, imbécil —aclaré—. No nosotros... o bueno, después.

   Paul se apresuró a mirarme, en medio de un enorme rubor en las mejillas y un semblante inexpresivo: sabía que le causó vergüenza mi comentario, por lo que me apresuré a besarle la mejilla y alborotar su cabellera azabache.

   —Siento que estoy de sobra —comentó Stu, haciéndonos reír—. Mejor me voy.

   —Sí, verdad —lo apoyé—. Eres un estorbo.

   Él se rió y me dio un ligero golpe en la nuca, para después levantarse y estirar sus extremidades superiores.

   —Astrid quiere ver una película —murmuró—. Voy a ir al cine con ella.

   —¿Terror?

   —Ni me lo digas. Siempre termino escondiéndome en sus hombros —y soltó una risita—. De seguro es de comedia o romántica.

   —Bueno, lárgate. Tenemos cosas muy importantes que hacer...

   —... como arreglar el cuarto de los gatitos —completó Paul, mirándome y esperando aprobación de mi parte.

   —Ajá, eso. Claro, es eso a lo que me refería... ¿qué más?

   —Coger.

   —Cállate, Stu.

   El aludido soltó una pequeña carcajada y negó con la cabeza, en un claro gesto de reproche.

   —Entonces... ¿los gatitos tienes crías y ya se casan? Espero ese día con ansias, en serio. ¡Esperen! —volvió a sentarse—. No me han dado detalles. ¿Dónde será? ¿A quién invitaran? No sean malos y díganme, que después no duermo.

   —Ahg. Stu —bufé—. Será aquí mismo, en el jardín de la casa porque a Paul le gustaría que fuese más... más en privado.

   —No inviten a los que me caen mal.

   —Stu, a ti todos te caen mal.

   —¡No todos! Ustedes no...

   —Pero nosotros somos otra cosa aparte —comenté—. Ajá, como te decía, pensamos invitar a George, su esposa... ya sabes, Stuart, nuestros amigos.

   —Tú único amigo soy yo, John. ¡Es más, deberías invitarme a mí nada más porque yo soy tu único mejor amigo!

   Me imaginé una pequeña ceremonia de boda, con Paul vestido de novia y con Stuart de espectador. Fue gracioso y deprimente a la vez.

   —No seas tonto —reí—. De todos modos serán muy pocos.

   —Exacto —lo apoyó Paul, acariciando el bonito pelaje de Kitty—. Uhm...

   —¡Yo quiero ayudarlos! ¡Haré la lista!

   —La tengo aquí —llevé el dedo índice a mi sien—. No hace falta.

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora