Stuart rió a carcajadas, se sentó y siguió degustando su helado de fresa. Por el contrario, fui hasta la cocina para buscar algo de comer. Opté por un helado, así que abrí la nevera y busqué el envase; pero al destaparlo, me di cuenta que estaba vacío. Lo tiré a la basura y salí para encararlo, pues al parecer se lo había comido todo.
—¿Te comiste todo el puto helado?
Él asintió y se lamió los labios, para después decir—: ¡Tanto estrés me da ansiedad y debes pagármelo aunque sea con helado!
—¿¡Estrés!? ¿Y tú por qué deberías tener estrés?
Tosió.
—¿¡Todavía preguntas!? ¡Fui yo quién te ayudó a secuestrarlo!
—Grítalo si quieres —hablé sarcástico—, para que todos aquí se enteren.
—¡Yo ayudé a secuestrarlo!
—¡Stuart! —bramé y él se rió.
Rodeé los ojos, caminé en dirección al sofá donde estaba Paul. Al llegar pude notar que no estaba ahí. Me asusté, así que traté de mantener la calma y arrastré mis piernas hasta la puerta. Suspiré aliviado al verlo justo al lado de la misma, frente a una pequeña mesita alta con un florero que había encima.
—Paul.
Dio un brinco y de inmediato el teléfono se cayó al suelo.
—¿Qué estabas haciendo? —pregunté, acercándome a él. No me respondió, me miró nervioso y su labio inferior comenzó a temblar—. ¿¡A quién llamabas!? —atiné, obteniendo un sollozo como respuesta.
Pronto se escuchó una voz femenina a través de la línea—: ¿Hola? ¿Quién habla?
Me agaché, tomé el teléfono inalámbrico y lo coloqué en mi oreja, sosteniéndolo con mi hombro porque usé las dos manos para agarrar las muñecas de Paul. Éste de inmediato se llenó de miedo, trató de zafarse pero le era imposible por la presión que ejercí en dicha zona.
—Buenas —carraspeé—. ¿Está... Sadie? —improvisé. No sabía ni qué decir.
—No. Está equivocado.
Al decir aquello, agarré ambas muñecas con una mano y con la otra colgué el teléfono; lo coloqué en la mesita brusquedad. Después lo encaré: estaba asustado y llorando.
—¿¡Quién era ella!? —cuestioné, tomándolo de los hombros y zarandeándolo—. ¿¡A quién llamabas!?
Lo solté, le di una fuerte bofetada y de inmediato se tambaleó; para evitar su caída, lo tomé del antebrazo con brusquedad.
—¿¡No piensas responder!?
—Una amiga —murmuró.
—¿¡Qué le dijiste!?
—Nada —titubeó—, lo juro. No le dije nada.
Lo jalé, haciendo que caminara en dirección a la sala con rapidez. Él ponía resistencia, algunas veces se tropezaba y estaba a punto de caerse. Cruzamos el living, pasamos por en medio del comedor y nos dispusimos a subir las escaleras.
Stuart, al vernos, se levantó de la mesa y gritó—: ¿¡Lo vas a violar otra vez, John!? ¡Pobre chico, déjalo descansar!
—¡Cállate, imbécil! —atiné, dándome la vuelta y encarándolo—. ¡Y no: no voy a eso!
Seguí subiendo las escaleras y cuando estábamos a tan sólo unos cinco escalones, Paul se cayó. Me vi en la obligación de detenerme, levantarlo con rapidez y seguir el trayecto a su habitación. Al llegar, lo aventé al suelo y cerré la puerta.
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Naughty Daddy ➳ McLennon
Fanfiction―¿Lo estás disfrutando, bebé? ―Sí, ah... ¡hágalo más rápido, d-daddy! Se prohíbe su copia y/o adaptación. Todos los derechos reservados. Fecha de inicio: 27.02.2018 Fecha de culminación: 25.06.2018