Capítulo XXXIV.

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   Abrí mis ojos y los estrujé, en medio de un suave bostezo. Me senté en la cama, apoyé mi espalda a la cabecera de la cama y miré el reloj: eran las once de la mañana. La noche anterior me había quedado hasta la madrugada trabajando, enviando correos, respondiendo algunos, haciendo más pedidos de licores y asegurándome que todo estuviese bien en los diferentes establecimientos que tenía.

   Me resultó imposible follarme a Paul, luego de que me dijera que se largaría con el cretino (y para nada bonito, mucho menos atractivo) de Jamie.

   —'En quince días me iré con Jamie a Manhattan' —murmuré, agudizando la voz—. ¡Ah, claro y a mí que me parta un rayo!

   El sonido de la puerta me interrumpió: le dieron tres toques y escuché el leve carraspeo de Paul. De inmediato cubrí mi cuerpo con la sábana y aparenté estar dormido otra vez. No quería verlo y saber que en catorce días todo iba a acabar.

   «Ojalá todo acabara bien, así como mi semen dentro del culo de Paul», pensé.

   Como no encontró respuesta, abrió la puerta, ocasionando un leve rechinar y se adentró a la habitación a paso lento. No lo vi, pero sentí que se posicionó a mi lado, y cuando la cama se hundió, me di cuenta que se sentó en el borde, justo a mi lado.

   —¿Está dormido? Uhm...

   Pronto sentí algo húmedo en la comisura de mis labios y un agradable sabor a crema batida. Abrí los ojos, encontrándome con Paul —estaba envuelto en su albornoz y su semblante estaba cansado—, el cual sostenía un tenedor con fresa, justo en frente de mi boca.

   —Abra. Es casi el mediodía y no se ha levantado.

   —Ahg, Paul —me senté y traté de soltar un bostezo falso, cubriendo mi boca—. Me despertaste... estaba muy dormido.

   Él se sonrió.

   —Yo sé que no —aseguró, sacudiendo su cabello y haciendo que salpicara agua en mi rostro—. Lo siento. ¿Le sucede algo?

   —Pues no. El hecho de que vayas con Jamie en catorce días me parece de maravilla.

   —¿En serio?

   —Sí —le contesté—. Por cierto, ¿por qué tienes carita de sueño?

   —Ah —estrujó sus ojos, para luego llevarse un trozo de fresa a la boca—, es que casi no dormí.

   —Acabas de romper una regla —recordé—. Se supone que debes dormir bien para tener la suficiente energía para que puedas aguantar uno, dos o tres orgasmos. Castigo por eso.

   —Debería tener una pizca de consideración conmigo, así como lo hace... Jamie.

   —¿Sobre qué hablaron? —y me levanté, estiré mis brazos y encaminé mis piernas hasta el baño—. ¿No piensas decirme? —pregunté, agarrando mi cepillo de dientes.

   —No.

   —Debes obedecerme —recordé, aplicando crema dental. Antes de llevarlo a la boca, miré mi semblante cansado a través del espejo—. Es una regla.

   —¿Ve por qué prefiero a Jamie antes que a usted? Él sí me trata bien.

   No le contesté, estaba ocupado cepillando mis dientes, pero eso logró molestarme mucho. Ese imbécil no me iba a quitar a mi bebé, de eso estaba seguro... o casi seguro.

   —¿De qué hablaron? —formulé un par de minutos después, luego de escupir la crema y proceder a agarrar el enjuague bucal—. Dime.

   —Bueno, él me pidió disculpas y... y me dijo que estaba arrepentido. También desmintió sobre William, su ex novio; y dijo que yo era más bonito que él, y que sí me parecía un poco, pero que no por era porque yo le recordara a él. Uhm, me habló que estuvo viviendo en Manhattan, y que ahí tiene una vida estable y un departamento pequeño, que muy puede ser ocupado para los dos y para Tim. Trabaja en una cafetería y el sueldo es estable.

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora