Capítulo VII.

6.4K 437 1.3K
                                    

   Tenía alrededor de cinco minutos de haber llegado a mi habitación. Estaba más calmado, pero aún no creía el hecho de haberlo encontrado tan rápido. Definitivamente fue un golpe de suerte e idiotez por parte de Paul; aunque agradecí aquel acontecimiento.

   Iba a comenzar a desvestirme, para después ponerme una prenda cómoda, pero el sonido de la puerta me interrumpió. Caminé hasta allá, la abrí y esbocé una sonrisa al ver a Paul. Aún estaba envuelto en su albornoz, sus párpados estaban ligeramente hinchados, al igual que sus labios y los pómulos teñidos de rosa.

   Me hice a un lado para que él pasara, y al hacerlo, cerré la puerta de forma tosca y me apresuré a rodear su cintura con mis brazos, para después depositar un beso su cuello. Froté mi entrepierna en su trasero y éste soltó un quejido.

   —Mmhm —gruñí, aspirando el delicioso aroma de su cabello recién lavado—, bebé.

   Le di la vuelta, haciendo que quedáramos de frente y agarré su mandíbula con mi mano, mientras que con la otra apreté su torneado —y perfecto— trasero. Acerqué su rostro al mío, pasé la punta de mi lengua por la comisura de sus labios y después los besé con ímpetu. Como era de esperarse, él no respondió a mi beso: nada más se quedó inmóvil y con los ojos apretados.

   —Aún... aún me duele —dijo, al separarnos y con ojos llorosos—. No lo hagas, por favor.

   —No llores, bebé. Prometo no lastimarte, ¿sí?

   —No, por favor —pidió, agarrando mis hombros con fuerza—. En serio me duele.

   Agarré su mano y lo jalé, haciendo que caminara detrás de mí; hice que se sentara en el borde de la cama, besé su frente y pude notar que estaba bastante asustado. Caminé hasta la mesita de noche, abrí el último cajón y saqué una pequeña cajita de plástico. Mientras la abría, di un par de pasos hasta posicionarme frente a él.

   —¿Qué es eso? —preguntó, al ver un aro de látex color morado en mi mano.

   —Es un anillo. Y no es de compromiso, bebé.

   —¡Johnny, mi amor! ¿¡Dónde estás!?

   Al escuchar aquella voz femenina, un calor recorrió mi cuerpo y mis latidos se aceleraron. Guardé el artefacto erótico en el bolsillo de mi pantalón, al momento en que escuchaba pasos acercarse hasta la puerta. Tomé a Paul por el antebrazo con mucha brusquedad y lo aventé al baño, seguido de eso, le pedí que se escondiera en el cancel y cerré la puerta deslizadora de vidrio.

   En ese preciso instante, la puerta de mi habitación se abrió y le dio vista a una mujer. Era Cynthia, mi novia. Estaba vestida con un pantalón de corte alto color negro, blusa color crema con tirantes delgados y zapatillas del mismo color; su cabellera estaba recogida en una simple coleta, dejando el fleco sobre su frente. Al verme, se abalanzó sobre mí y llenó mis labios de besos.

   —Te estaba buscando —dijo sonriente y se separó de mí—. Stuart me pidió, o más bien: me exigió, que no subiera; pero no le hice caso.

   —Sí, ya me di cuenta —reí con nerviosismo, después la rodeé con mis brazos. Stuart era demasiado evidente al mentir o al ocultar algo; tal vez sabía lo que estábamos haciendo y de seguro se puso nervioso al decirle a ella que no subiera.

   —¿Estabas ocupado? Te veo ajetreado.

   —Eh, no. Era un asunto sin importancia. Algo tonto e insignificante.

   —Mmh, está bien —se sonrió y besó mi mejilla—. Nada pasaba por aquí rápido, debo ir a clases de teatro y cómo no me contestas el teléfono desde ayer...

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora