Capítulo XXVII.

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   —Temblor de mierda, creí que te habías muerto. Ya estaba pensando qué traje ponerme para tu funeral.

   Stuart carcajeó un poco y se rascó la mejilla, al tiempo que rodeaba los ojos. Estaba en la camilla de la habitación del hospital, tenía unos chupones pegados al pecho que lo conectaban con una pantalla que estaba justo al lado, que medía los latidos de su corazón.

   La noticia nos había asustado tanto, que Paul y yo nos envolvimos en prendas deportivas muy simples, y salimos lo más rápido posible al hospital que Astrid me indicó.

   —Fue paro cardíaco —nos dijo, mirándonos—. Tantos nervios para éste cuerpecito, ¡yo no resisto tanto!

   —¿¡Y acaso yo tengo la culpa, estúpido!?

   —¡No, pero sí!

   —¿'No, pero sí'? —Paul se rió—. Me alegra que estés bien y que sólo haya sido un susto —se acercó a él y le dio un pequeño abrazo—. Me asustaste.

   —Bueno, ya —lo agarré por el brazo y lo alejé—. Tampoco es para tanto.

   —Celoso —Stuart nos miró pícaro—. Y después dice 'ay, a mí no me gusta'.

   —¿¡Sabes lo que hizo él, Stu!? —lo señalé con el dedo índice—. ¡Creó unas reglas para mí! ¡Yo debo cumplir reglas!

   —¿¡Qué!? ¿¡Reglas!? ¿¡Más reglas!? ¡Me va a dar otro paro, estoy panaroico!

   —¿'Panaroico'? —fruncí el ceño—. ¡Stuart, es 'paranóico'! Qué torpe eres, señor...

   —¡Se me traba la lengua cuando estoy nervioso!

   —¡Entonces vives con la lengua trabada porque siempre estás nervioso!

   Lo único que Paul hizo fue reír a carcajadas, al tiempo que cubría su boquita para amortiguar el sonido. Me dieron ganas de abrazarlo y lo hice: enredé mis manos en su cintura, lo acorralé a la pared y me dediqué a besarle las mejillas. Él seguía riendo y al verlo así, unas cuantas risas se me escapaban.

   —¡No, no, no! ¡No quiero que tengan sexo aquí, asco, asco!

   —Deja que le dé amor a mí nov... bebé. Sí, es mí bebé.

   —¡Dijiste 'novio'! ¡Lo ibas a decir! —espetó Stu, mirando a Paul y señalándome—. ¡Lo iba a decir, Paul!

   —Ya cállese, don temblores —le dije—. Mantén el reposo que te dio el médico. No tienes por qué preocuparte.

   —Eso quiere decir que debo preocuparme... ¡los dos me ponen nerviosos!

   —Cálmate, por amor a Astrid —mascullé—. No tienes de qué preocuparte porque Paul y yo ya...quiero decir: ya llegamos a un acuerdo, ¿sí?

   —Es que no estoy preocupado por eso —dijo, con un semblante serio que nos preocupó—. ¿No saben por qué me dio el paro cardíaco?

   —No. No me lo has dicho —le contesté.

   —Jamie trabajaba para dos redes de narcotráfico. Obviamente las dos pensaban que él le era fiel a gánster y eso. Uno de ellos lo mató porque se enteró de eso, pero el otro desconoce que está muerto y lo andan buscando por mar, cielo y tierra; cómo no lo encuentran, quieren localizar a un tal William para interrogarlo porque, según ellos, Jamie siempre lo mencionaba.

   —Ajá, ¿y...?

   —¡Qué William está muerto y ellos no saben; y William se parece a Paul! ¡Es decir: Paul corre peligro!

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora