Capítulo XXIX.

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   Abrí mis ojos con pesadez, sintiendo un fuerte dolor de cabeza. La noche anterior, luego de haber tenido sexo con Paul, nos bebimos alrededor de dos botellas de vino. Fue grandioso.

   Me revolví entre las sábanas, estiré mi brazo hacia mi diestra y palpé el trasero desnudo de Paul. Solté una pequeña risita al verlo boca abajo, sin ninguna prenda de ropa y con el cabello desordenado. De seguro él también tenía una resaca.

   —Uhm —murmuró—, daddy... ¿qué está haciendo? —y soltó un pequeño bostezo, cubriendo su boquita con la mano, que lo hizo ver más tierno.

   —Fue sin querer —le contesté con voz débil—. Pero no me arrepiento.

   —Oiga —se dio la vuelta, quedando boca arriba y se cubrió su cuerpo con las sábanas—, ha tenido... ¿otro?

   Rasqué mis ojos con suavidad, al tiempo que le dedicaba una mirada extraña.

   —¿Otro qué? —indagué.

   —Otro como yo.

   —¿Otro baby?

   Él asintió, algo asustado por mi respuesta.

   —No —le contesté—. Es que... uhm, ¿cómo te explico? —tosí—. Yo te juro que no era así, pero cuando te vi... me pareciste tan lindo, tierno, violable, que... se me fue imposible no perder la cordura y volverme como un loco.

   —¿Cuándo fue la primera vez que me vio?

   —Si te lo cuento, creerás que soy loco —me reí.

   —Es que no hace falta que lo cuente para ya creer que está loco.

   —Castigo por eso.

   Paul se sonrió y sacudió su cabeza en negación. Lo había dicho sin ninguna pizca de seriedad, por lo que lo tomó de la manera más ligera.

   —¿Será que a Stu ya lo dieron de alta? —pregunté, agarrando el móvil que yacía en la mesita de noche. Al percatarme que eran las diez, decidí llamarlo—. Espero que esté bien.

   —También yo.

   A los tres repiques, se escuchó la voz risueña de Stuart y me dio mucho alivio.

   —Temblorcito, ¿estás bien?

   —¡Deja de llamarme así! —espetó—. ¡Y sí, estoy bien! ¡Muy bien!

   —No grites —le dije—. ¿Te dieron de alta esta mañana?

   —No —contestó obvio, haciéndome reír—. Todavía estoy en el hospital, ¿no ves lo feliz que estoy?

   —Deja de ser grosero. Nos estamos preocupando por ti.

   —Yo sé, yo sé —carcajeó un poco—. El doctor me ha dicho que debo mantenerme calmado, sin tanto estrés... de hecho, pedí unos días en la firma de abogados, así que estoy completamente tranquilo. ¡Completamente tranquilo, sin estrés!

   —Ajá, ya entendí...

   —¡Tengo una buena noticia que darte! ¡Es buena, muy buena!

   —¿Cuál?

   —¿¡No leíste el periódico de hoy!?

   —Ni el de ayer —murmuré.

   —Bueno, supuestamente lograron atrapar a una de las dos bandas de narcotráfico para las que trabajaba Jamie. Ahora falta la otra.

   —¿Y cuál es la parte buena de eso?

   —¡John! —espetó—. Que es un poco más de alivio, ¿no crees?

Naughty Daddy ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora