C u a r e n t a y u n o

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Isabella.

—No puede ser, no puede ser... ¿Qué? ¿Cómo? —dije comenzando a llorar, Alonso también tenía lágrimas en los ojos y comenzó a repartir besos en mi rostro para después volverme a enrollar en sus brazos.

—Tu papá nos ayudó a entrar. Tenemos que irnos, Bella. Jos nos espera en un auto afuera y Cassandra ya está con él. —asentí de inmediato y Alonso comenzó a jalarme para irnos cuando recordé que mi padre estaba ahí.

Volteé hacia atrás y mi corazón dió un vuelco al verlo llorando en mi dirección. Ya lo había encontrado, y estaba segura de que no quería perderlo de nuevo. Caminé hacia él y lo abracé.

—Tienes que venir conmigo, papá. No puedo dejarte aquí con Charlotte. —dije tomando su rostro con ambas manos.

—Tienes que irte Isabella, no tardan en abrir las puertas y... —en ese momento la música dentro del salón se hizo presente y las inmensas puertas se abrieron de par en par dejándonos ver a todos los invitados importantes y a James a un lado del altar.

Miré a mi padre preocupada, él se mostró paralizado. Guié mi vista hacia Charlotte quien nos veía confundida, nuevamente miré a mi padre en busca de respuestas, él ya estaba mirando a Alonso y le hizo una seña indicándome que me llevara con él. Me tomó de la mano, estábamos dispuestos a irnos cuando cuatro guardias se pusieron frente a nosotros.

Esto no tenía salida.

Cada uno poseía un arma y nos apuntaron haciéndonos retroceder hasta estar a la vista de Charlotte. Mi padre lucía estresado y enojado a la vez. James miró a Charlotte con expresión asustada, le hizo una seña a los guardias y dos de ellos me tomaron del brazo bruscamente apartando a Alonso de mi lado.

—¡Ni se les ocurra llevársela! —escuché que Alonso les gritó y se acercó a ellos para hacerlos soltarme, pero otro de los guardias de atrás lo tomó de los brazos alejándolo de mi.

La sonrisa de Charlotte creció cuando me vió a su lado, James mantenía la mirada fija en el suelo mientras que yo veía a Alonso incapaz de hacer algo puesto que los guardias lo tenían tomado de ambos brazos.

—¡Llévenselo! —ordenó Charlotte a los guardias que tenían a Alonso.

—¡No! Suéltenlo. —ordenó ahora mi padre haciendo que se detuvieran.

—¡He dicho que se lo lleven, es una orden! —volvió a gritar la anciana. —Este hombre no tiene ningún poder aquí.

—¡Yo soy el legítimo heredero al trono! ¡Soy el mayor de tus hijos y la ley dice que yo debo tomar el poder!

—¡Esa ley ya no existe! —gritó Charlotte completamente enfadada. —¡La actual menciona que debes estar casado para poder obtener el trono!

—¡Yo estoy casado!

—¡Con una mujer muerta, Christian! —mi padre bajó la mirada, tenía los puños cerrados conteniendo el enojo que había florecido dentro de sí.

Había mucha gente aquí presenciando nuestra disputa familiar, los guardias aún tenían a Alonso tomado de los brazos esperando alguna nueva orden que obedecer.

—Querido Villalpando, te daré una última oportunidad. Debes irte por tu cuenta, te doy mi palabra de que ninguno de mis hombres te seguirá, pero no debes aparecerte por aquí jamás, ¿me has entendido? —Alonso miró a mi padre, regresó la mirada a Charlotte y por último a mí.

—Entendido. —dijo con tono derrotado, mi corazón se hizo añicos cuando lo ví hacer una reverencia y retirarse del lugar.

Mi padre caminó hasta donde yo estaba y se posicionó a un lado de Charlotte.

My King #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora